Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

En San Blas, gobierno de tropiezos

Oscar González Bonilla

27 de Marzo de 2018

Vencí inclinación irresistible de referirme a una mujer, no sin antes superar el natural complejo de ser señalado como misógino. No, no tengo aversión, mucho menos odio, hacia las mujeres, pero fehaciente creo que Candy Anisoara Yescas Blancas, actual presidenta del Ayuntamiento de San Blas, a pulso se ha ganado el comentario desde el punto de vista de su quehacer público.

Confieso que como representante social en el pasado reciente ningún interés despertó en mí el nombre de Candy Yescas. Pocas fueron las referencias obtenidas de sus andanzas políticas primero como regidora del Ayuntamiento de San Blas y enseguida en el servicio público. Escuchaba sí que militaba en el Partido de la Revolución Democrática, sorprendente es porque su señora madre en fecha reciente fallecida tuvo trabajo político en el PAN. Luego doña Candy, cándida ingresó a las filas del Partido Revolucionario Institucional por invitación-convencimiento del entonces gobernador Roberto Sandoval.

Fue durante su permanencia en la trigésima primera legislatura local (2014-2017) cuando llamó mi atención por su manera atrabiliaria de participar.

Era noviembre de 2015, en el Congreso del Estado se realizaba la glosa del cuarto informe del gobernador de Nayarit, Roberto Sandoval Castañeda. Para abuchear a los diputados de oposición al PRI, José Trinidad Espinoza Vargas, mejor conocido como Pepe Espinoza y luego con el mote de Pepe Atoles, titular de la Secretaría General de Gobierno, junto con Noemí Galindo Ponce, incondicional del gobierno de la gente en diversas ocupaciones, llevaron populoso grupo de personas que superó el número de asientos al público (los antedichos ocuparon lugar en el piso) de la sala de sesiones del recinto legislativo.

Alentada por el griterío de la chusma, ya envestida con ropaje priista como se dijo, Candy Yescas actuó en ese momento de un modo bajo, despreciable y sin escrúpulo contra los legisladores de oposición al PRI que se habían atrevido en tribuna a contradecir lo dicho en su informe por el gobernador Sandoval. Iba de un lado a otro. Abandonaba su asiento para atravesar la sala de sesiones y llegar hasta lugares de los legisladores antagónicos para espetar sarta de improperios. Ningún respeto le mereció el recinto, mucho menos sus compañeros de cámara, que impávidos escuchaban insultos a grito abierto de la diputada priista.

Desde entonces pensé: Esta mujer siempre tendrá problemas por lo que de manera irreflexiva su boca expresa, así como por su actitud beligerante.

Candy Yescas arribó a la presidencia del Ayuntamiento de San Blas luego de haber dejado tras de sí cuestionadas elecciones del domingo 4 de junio de 2017. En esa fecha la información oficial primero dio cuenta del triunfo electoral de Juana Nataly Tizcareño Lara, candidata de la Coalición Juntos por Ti (PAN, PRD, PT y PRS), pero enseguida la autoridad electoral rectificó al indicar que la ganadora fue Candy Yescas, candidata del PRI. Esta última con la obtención de 4 mil 387 votos, mientras que la primera logró 4 mil 90 sufragios.

Fuente de confianza radicada en San Blas me indica que por instrucciones de Roberto Sandoval, gobernador de Nayarit en aquel entonces, un equipo de especialistas incondicional del gobierno de la gente se trasladó a San Blas con la consigna de modificar el resultado de las elecciones a favor de Candy Yescas. No podía Sandoval abandonar a su suerte a la mujer que por su invitación había cambiado de partido: del PRD brincó al PRI. Mas me he preguntado: ¿Será posible en este México nuestro que un gobernador influya de tal manera que logre cambiar el resultado de la decisión popular en las urnas, más cuando los consejos electorales locales son conformados con personas honestas, íntegras, imposible de caer en actos de corrupción?

A tumbos ha gobernado Candy Yescas el municipio de San Blas durante poquito más de seis meses, pero además ha abierto innecesarios frentes por su mal carácter y porque se irrita con facilidad. Ha abierto controversia con medio mundo, sobre todo contra aquellos manifestantes en público que le exigen cumpla con su deber de ofrecer los servicios básicos a la comunidad que le mandata la Constitución. Le incomodan los reclamos del pueblo sanblaseño, sobre todo porque se considera un ente superior al grueso común, es ella la mujer de la razón suficiente.

En redes sociales ha peleado hasta con periodistas, a algunos de los cuales ha manifestado su decisión de denunciar penalmente al anterior alcalde de San Blas, Hilario Ramírez Villanueva “Layín” por supuestos actos de corrupción que provocaron encontrar vacías las arcas del ayuntamiento. Pese a que Candy Yescas ha reiterado haber recibido la institución municipal en miserables condiciones financieras, no se ha atrevido a presentar denuncia ante las autoridades correspondientes contra “Layín”, cuando menos oficialmente no se ha sabido que lo haya hecho.

Haré aquí la réplica de los argumentos de Pere Estupinyá, periodista español dedicado a la divulgación científica, que considero bien encajan sobre el tema y que él difunde en uno de sus libros:

“Escuchar de manera objetiva, humilde, y reconocer los errores cuando las evidencias te contradicen, sólo está al alcance de aquellas personas convencidas de que la verdad tiene fecha de caducidad, y que la razón te la otorgan, nunca se impone. Es una lección tan importante a nivel personal y profesional, y que podría beneficiar tantísimo a la sociedad, si nuestros políticos la asumieran cuando se enfrentan a problemáticas concretas.

“Pretender poseer siempre la razón es algo instintivo. Aprender a escuchar con atención a tus discrepantes es cualquier cosa menos signo de debilidad.

A pesar de haber mamado conocimientos durante la licenciatura en Ciencias Políticas que dice cursó (2005-2009) en la Universidad Autónoma de Nayarit, difícil es que Candy Yescas cambie su característica intrínseca de conducirse de manera prepotente y pendenciera. Es connatural que no piense antes de abrir su boca de fuego. El pueblo de San Blas tendrá que soportar a esta gobernante tres años y medio más.

¡Pero aguas! Si hay argumentos bien fundamentados para solicitar su destitución, la actual trigésima segunda legislatura sí es capaz de ese trompo echárselo a la uña.

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