Es urgente defender la democracia capitalista mexicana
Octavio Camelo Romero
22 de Diciembre de 2017
La hipotética izquierda revolucionaria mexicana comete un craso si considera que las reivindicaciones inmediatas solo pueden tener un carácter económico. Hoy, la reclamación del movimiento revolucionario es la defensa de la democracia capitalista mexicana de los capitalistas transnacionales que están a punto de acabarla y sustituirla por un régimen fascistoide. Sin embargo, saltan a la luz dos planteamientos: ¿Existe la democracia en algún país? Y ¿Es revolucionario defender la democracia capitalista mexicana en este momento?
La respuesta la dio Gramsci hace mucho tiempo atrás, cuando defendiendo a la URSS dijo: “podríamos escribir una serie de artículos titulados ‘Buscando la democracia’, y demostrar que la democracia nunca ha existido. Y de hecho, si la democracia significa… el gobierno de las masas populares, expresado a través de un Parlamento elegido por sufragio universal, entonces ¿en qué país ha existido alguna vez un gobierno que cumpla con este criterio? También Trotsky se hizo la pregunta: ¿Qué es la democracia política y dónde comienza? ¿Se puede, por ejemplo, llamar democracia a un país monárquico con una Cámara alta? Y para México el asunto de la democracia está muy cuestionado. Cada día se marginan a las masas populares de participar en las acciones y decisiones del gobierno en sus tres niveles. Por eso el llamado a defender y restaurar la auténtica “democracia capitalista mexicana” es una reivindicación inmediata no-económica, sino política. Y no se trata simplemente de llamar a una población en abstracto. La izquierda revolucionaria está obligada a organizar un frente de defensa, un movimiento de defensa de la auténtica democracia burguesa, con la mayoría de las masas populares. Se trata de movilizar a la población en la defensa de la democracia.
Sin embargo, ¿Esta movilización es revolucionaria? Si se defiende la verdadera democracia capitalista que hoy se ve amenazada, sí. Si se plantea un movimiento democrático que permita la más amplia participación de las masas en el Estado mediante múltiples mecanismos, si se da la garantía material de los derechos políticos, si se permite la fusión del poder legislativo y del poder ejecutivo en un solo Poder, si el Estado se basa en la revocabilidad del mandato de los electos a ocupar cargos públicos, si se da fin a los privilegios de los funcionarios, si se permite la elección y participación popular de los tribunales, etc., entonces se está en un movimiento revolucionario defendiendo la verdadera democracia capitalista. Son consignas democrático-radicales dentro de un programa transicional en la lucha bajo la democracia burguesa por un gobierno popular en la perspectiva de un gobierno obrero o la dictadura del proletariado.
En 1934 se planteó en Francia una problemática que se antoja semejante. En ese entonces hizo la siguiente reflexión: “Somos, firmes partidarios del estado obrero-campesino, que arrancará el poder a los explotadores. Nuestro primordial objetivo es el de ganar para este programa a la mayoría de nuestros aliados de la clase obrera. Entre tanto, y mientras la mayoría de la clase obrera siga apoyándose en las bases de la democracia burguesa, estamos dispuestos a defender tal programa de los violentos ataques de la burguesía bonapartista y fascista”.
Esto significa que los revolucionarios están dispuestos a levantar un programa transicional que incluya la defensa de la democracia burguesa contra los ataques de la burguesía en la perspectiva de un gobierno popular. En fin.
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