Tepic, Nayarit, viernes 29 de marzo de 2024

La Revolución por la paz y la seguridad...

Marco Vinicio Jaime

22 de Noviembre de 2017

Es sabido que todos los movimientos independentistas y revolucionarios ocurridos el devenir histórico de los pueblos, han tenido como detonante el hervor incontrolable de la inconformidad colectiva, el resquemor social ante la evidente opresión de sistemas de gobierno que degeneraron su razón de ser, tras decaer su capacidad de percibir oportunamente las demandas más sentidas de sus gobernados y la consecuente obligación de responderles con eficacia y buena comunicación, esto, al ser “devorados” a su vez, principalmente por la seductora hoguera de ambiciones e intereses particulares, tal como lo indicó con acierto visionario el enigmático caudillo revolucionario “del sur” Emiliano Zapata: “El poder corrompe a los hombres, y los distancia del pueblo”.

Las necesidades extremas, el sufrimiento y el dolor, la inseguridad y el abandono, llegan a convertirse entonces en la fuerza de flaqueza que retroalimenta la ideología, la convicción y la esperanza, aún por encima de la propia existencia, que no llega a ver más fin que el fin de la maldad que carcome toda expectativa de mejora. Así, se da el caldo de cultivo para una singular amalgama de fuerzas insurgentes que van dando forma natural a la organización popular en contra de la tiranía de los poderosos.

Esa es la historia a grosso modo, de la conformación de las grandes revoluciones como la de 1910, que consumaría -al igual que las demás con su propio tiempo y circunstancias-, la caída de un singular régimen dictatorial con creativo disfraz mediático de modernidad: la del experimentado militar Porfirio Díaz, con más de 30 años en el poder, cuyo puño de hierro sería quebrado por la suma inteligente de liderazgos políticos, periodísticos, de lucha armada y pueblo en general inconforme tras cumplirse la advertencia del estadista florentino Maquiavelo: “Todos los estados bien gobernados, y todos los príncipes inteligentes han tenido cuidado de no reducir a la nobleza a la desesperación, ni al pueblo al descontento”; es decir, el contraste es para garantizar contra todo, beneficio y transformación, no para continuar en lo mismo, o peor: administrando el desastre.

Por ello, el conflicto épico, como sus antecedentes, dejó y lo sigue haciendo, grandes lecciones, imprescindibles para la consolidación de todo régimen cuyos fundamentos se precian de ser democráticos, legítimos y de búsqueda constante del bien común: la batalla no es más que una vía, un camino -que no el fin para caer tristemente en la reproducción cíclica de lo que se jura combatir y erradicar- a efecto de llegar al comienzo de una nueva historia, de un contraste que se fortalece y sedimenta con la participación conjunta, responsable y transversal desde el ejercicio del poder -con impugnable autoridad moral- y para el pueblo, luego de ver desde el inicio mismo resultados tangibles fincados en la sabia conseja de “saber dar para recibir”, y robustecido por la no menos importante propuesta del pensador George Clemenceau: “Lo más seguro consiste en dar a cada quien algo qué defender”.

De conformidad, es entendible la convocatoria realizada este lunes 20 de noviembre, en el marco del 107 aniversario conmemorativo de la Revolución Mexicana, por parte del Gobierno del Estado al pueblo de Nayarit, a fin de ser artífice conjuntamente con poderes y órdenes de gobierno, fuerzas políticas, sociales, empresariales y productivas, de un gran pacto emergente por la seguridad, la paz y la tranquilidad, que siente las bases estratégicas para controlar y erradicar el clima de violencia que se vive actualmente en la geografía de la Entidad. Se ha hecho un llamado pues a una particular Revolución que restituya la legalidad, la justicia y la paz social, corroídas por el desastre heredado, según lo afirmó el Gobernador Antonio Echevarría.

“Convoco a un gran foro -apuntó-, permanente y con acciones inmediatas, que enfrente el tema de seguridad desde sus causas, que son muchas, y a las que pocos dedicamos esfuerzos. Si queremos avanzar este es el camino, la corresponsabilidad honesta y la acción permanente. Debemos ser muy claros, que nadie, desde una posición pública, sea del nivel federal, estatal o municipal se excluya del tema de seguridad. Si no lo hacemos, estaremos condenados a repetir la historia negra y corrupta que Nayarit padeció en los últimos años. No olvidemos el pasado reciente, entre ellos y todos nosotros hay una enorme distancia y una enorme diferencia, y se llama honestidad”.

Mientras tanto, para el Presidente de la Comisión de Gobierno del Congreso local, Leopoldo Domínguez González la Revolución ya comenzó: “Por esa razón y en representación de mis compañeros diputados de la XXXII Legislatura, reitero la disposición y voluntad que desde el inicio de la administración del gobernador Antonio Echevarría García hemos expresado para solidarizarnos con su gobierno y con las medidas que desde las diferentes instancias responsables de garantizar la seguridad de las familias nayaritas se considere pertinente instrumentar, a fin de mantener la tranquilidad y paz social en el estado. No debemos olvidar que el mandato popular reflejado en las urnas el pasado 4 de junio hoy exige acciones contundentes y resultados inmediatos en materia de seguridad pública”.

La gran batalla pues del Gobierno del cambio y de los nayaritas, está en pié. ¿Será por fin la transversalidad en todos los frentes, la constante para librarla con el menor de los daños colaterales posibles? ¿Qué desenlace depara, y aún más, qué nuevo capítulo habrá de comenzar? ¿Será posible superar la maldición cíclica de la degeneración de los grandes movimientos libertarios, para en esta ocasión asegurar un buen lugar en la historia del nuevo tiempo para Nayarit? Habrá que estar muy atentos.

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