Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

Son profesionistas

Sergio Mejía Cano

16 de Noviembre de 2017

Bien dicen que los festejos y velorios sirven para acercar a la gente que tienen años sin verse personalmente. Hoy gracias a las redes sociales y a la tecnología en la comunicación, esa separación ya no es tan prolongada como antaño; sin embargo, como que sí hace falta ese acercamiento personal para dirimir asuntos de toda índole.

Este pasado 7 de noviembre, sirvió para que muchos camaradas ferroviarios se volvieran a ver después de casi 20 años de no hacerlo. Todo gracias al festejo del día del ferrocarrilero que se llevó a cabo en las instalaciones del Club Deportivo Ferrocarrilero, sito enfrente de la estación del ferrocarril, precisamente.

Esto fue motivo para volver a ver y abrazar a viejos compañeros que eso fue precisamente lo primero que se les vino a la mente a varios compañeros ferroviarios: ¡qué viejo estás! Claro que sin mirarse cada quien. Y así como sirvió este día para rememorar viejos tiempos, comer gente, recordar a los ausentes y comentar las anécdotas chuscas de otros tantos, sirvió el festejo también para que las nuevas generaciones preguntaran a las viejas sobre cómo se trabajaba anteriormente en el ferrocarril y cómo se trabaja hoy en día.

Al estar en esto del recuerdo del viejo sistema estándar en el manejo de trenes, no faltó quien les dijera a las nuevas generaciones que ahora muchos no la hubiesen hecho con el Derecho de Trenes, ya que hoy en día los controladores los llevan de la mano ordenándoles qué hacer, de dónde a dónde caminar, en dónde detenerse y continuara su camino. Obviamente que todo tiene que cambiar, y ahora gracias a la tecnología de la comunicación es por lo que se aprovecha esta para facilitar el movimiento de trenes.

Con el antiguo sistema estándar en donde se utilizaba el Derecho de Trenes, un tren era superior a otro por derecho, clase o dirección; el Derecho se adquiría por medio de órdenes de tren, la clase y dirección por horario, y la dirección superior era al norte; y el tren que tenía derecho a ocupar la vía principal, era prácticamente el rey de la principal, por lo que los demás trenes tenían que librarle sus tiempos; ojo, sus tiempos de itinerario y no el tren en sí. Y al estar comentando esto entre trenistas y locomotoristas, terció un muchacho que es abogado, nieto de un compañero jubilado comentando que qué era lo que presumíamos, que todas las anécdotas y de que fulano era más tonto o más listo que otro era pura frustración de nosotros, los ferroviarios antiguos, por no haber estudiado. Obviamente hubo quién le saltó al ruedo a este novel abogado diciéndole que si bien no estudiamos por fuera, dentro del ferrocarril muchos de nosotros habíamos llegado a ser profesionistas dentro de la misma empresa. El muchacho abogado, se rió, y obviamente recibió la reprobación de su abuelo ahí presente también, diciéndole que no porque no hubiésemos estudiado en alguna universidad pública o privada, no por eso nuestros estudios no hayan tenido la validez debida, ya que el examen para maquinista, conductor y despachador de trenes estaban reconocidos por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), y dicho título no se lo otorgaban a nadie que no aprobara un examen de reglas porque llevaba muchas vidas y bienes nacionales de por medio.

Hay anécdotas que refieren que varios profesionistas reclamaban anteriormente el porqué se les reconocía como profesión el ser despachador, maquinista y conductor a quienes así se ostentaban, ¿por qué?, pues simple y sencillamente porque así estaban catalogados dentro de la SCT: como profesionales en su género, y si bien por fuera podría no significar nada porque ninguna otra empresa que no fuera ferroviaria utilizaría sus servicios como tales, dentro del ferrocarril significaba ser lo máximo en el movimiento de los trenes, tan así, que aún hoy en día la SCT sigue conservando los títulos de quienes han sido y son despachadores (hoy controladores), maquinistas y conductores de trenes.

Al inicio del examen para alguno de los puestos arriba citados, el instructor de transportes advertía a los que iban a sustentar el examen que si chocaban en el papel, se tenían que ir del aula, porque al chocar en el papel significaba que podrían chocar en la vía principal, así que con todo y pena, adiós Nicanor. Y era una advertencia obvia, porque al chocar en el estudio en realidad no pasaba de poder borrar el error, pero en la vía principal, ¿cómo borrar ese error? Así que se le hizo ver al joven abogado, que quienes mueven los trenes son profesionistas.

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