Nacimiento y muerte de la Unión Soviética URSS
Octavio Camelo Romero
06 de Noviembre de 2017
La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas nace en diciembre de 1922. El 29 de diciembre de 1922 en una conferencia de plenipotenciarios de las delegaciones de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, la República Socialista Federativa Soviética de Transcaucasia, la República Socialista Soviética de Ucrania y la República Socialista Soviética de Bielorrusia aprobaron la Declaración de Creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, y el Tratado de Creación de la URSS. Estos dos documentos fueron ratificados por el primer Congreso de los Soviets de la URSS y firmado el 30 de diciembre de 1922. Para ese entonces los bolcheviques estaban dirigiendo los soviets de cada nación y habían resultado los ganadores en la cruenta Guerra Civil Rusa que tuvo lugar entre 1918 y 1922, posterior al triunfo de la Revolución Bolchevique del 7 de noviembre de 1917.
La situación de la guerra civil y el desmantelamiento de la industria provocaron las medidas económicas del “comunismo de guerra” o sea, estatización de las empresas y del comercio interior y exterior. Con tales medidas se generó una caída estrepitosa de la producción agrícola. Y para colmo de males, se viene una “hambruna rusa” desde la primavera de 1921 hasta 1922. La hambruna resultó del efecto combinado de la interrupción de la producción agrícola, que comenzó durante la Primera Guerra Mundial y siguió por las perturbaciones producto de la Revolución rusa de 1917 y la Guerra Civil Rusa, más el efecto de una de las sequías intermitentes de Rusia que tuvo lugar en 1921 y que agravó la situación hasta el nivel de catástrofe nacional. En muchos casos, contribuyeron a la tragedia las imprudencias de las administraciones locales que reconocieron los problemas demasiado tarde.
Para recuperar la economía, Lenin procuró corregir los desajustes y paliar el descontento campesino mediante la NEP, la Nueva Política Económica promulgada por decreto el 21 de marzo de 1921 y remplazada por el Primer Plan Quinquenal de Stalin en 1928. En esencia tal política económica permitía el mantenimiento de formas económicas de cierto tipo capitalista.
Cuando Lenin se encontraba gravemente enfermo a consecuencia del atentado sufrido a finales de 1917 y principios de 1918, y su consecuente retiro desde 1922, aparecieron las tensiones al interior del Partido y la lucha por el Poder. Stalin se ocupó de alejar a León Trotsky, su principal rival, a quien acusó de “revisionismo antibolchevique”, de traidor a la revolución popular y de oportunista. Para ello, aprovechó la instauración del “centralismo democrático” en marzo de 1921, el cual suprimía el derecho a disentir de la línea del Partido. Tras la muerte de Lenin, el 21 de enero de 1924, el Comité Central del bolchevique Partido Comunista de la Unión Soviética, PCUS, decidió mantener en secreto su “testamento político” redactado en marzo de 1923, en el cual Lenin recomendaba alejar a Stalin del poder, pero no designaba a su sucesor.
Trotsky y la "izquierda" favorecían una industrialización rápida porque consideraban que la NEP representaba una amenaza de «restauración capitalista», por el hecho de su aislamiento internacional y por el desarrollo en su interior de “fuerzas burguesas” como el campesinado acomodado, y, los empresarios y comerciantes privados. Bujarin y la "derecha" se oponían a esta tendencia por temor a las consecuencias que tendría una industrialización muy rápida sobre los campesinos, que conformaban la aplastante mayoría de la población. Por ello, preferían la prosecución de la Nueva Política Económica y un desarrollo lento y progresivo. Por otra parte, al interior del Partido Comunista soviético, PCUS, se desencadenó una lucha brutal marcada por la violencia y maniobras de intimidación. Trotsky fue separado progresivamente del poder; fue retirado del Gobierno desde 1925, excluido del Partido en el XV Congreso en 1927, relegado a Asia Central y exiliado de la Unión Soviética en enero de 1929.
El ascenso al Poder de Stalin, 1927-1953, secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética entre 1927 y 1929, marcó el inicio de una transformación brutal y radical de la sociedad soviética. En algunos años, el rostro de la Unión Soviética cambió profundamente por la colectivización agrícola integral y por la industrialización “a todo vapor” llevada a cabo por los ambiciosos planes quinquenales. Paradójicamente, a partir de 1929 Stalin retomó, e incluso radicalizó, la política de industrialización antaño ensalzada por Trotsky.
La “edificación del socialismo en un solo país” dirigida por Stalin requirió la eliminación de oponentes de izquierda y derecha, y la existencia en la III Internacional Comunista de una estrategia internacional que hiciera coincidir los intereses del movimiento comunista internacional con los intereses de la Unión Soviética. La emulación socialista que acompañó los logros económicos no estuvo exenta del culto a la personalidad de Stalin y de una brutal violencia hacia toda oposición a los planes del régimen. El “centralismo democrático” como política oficial, justificaba dicha violencia.
La aceleración del rearme, motivada por la creciente agresividad del régimen de Hitler, condicionó la programación del segundo Plan Quinquenal para el periodo 1933-1938. Simultáneamente Stalin desarrolló una política conciliadora hacia las democracias burguesas, sobre todo hacia la Alemania nazi con Pacto germano-soviético de no-agresión de 1939. A partir de este momento la URSS logró un desarrollo industrial y económico a tiempo para la Segunda Guerra Mundial, y su triunfo en la misma se constituyó en la principal recompensa obtenida con dicha industrialización a marchas forzadas. La mayor parte de la población vivió el sueño de construir una sociedad “justa y sin clases sociales” en un ambiente de privaciones y desigualdades que empeoraron con el tiempo. En algunas regiones, las hambrunas diezmaron a millones de campesinos.
La mutación de la sociedad estuvo acompañada por una política de represiones masivas. Todo ciudadano podía encontrarse bruscamente clasificado entre los llamados “enemigos del pueblo”, “saboteadores”, “espías del imperialismo” o incluso “cosmopolitas sin raíces”. Esta transformación tuvo como resultado millones de víctimas. Así, se inició un largo período de terror y delación, marcado en especial por las Grandes Purgas y por la expansión considerable de los campos de trabajos forzados del Gulag, creado el 25 de abril de 1930, y disuelto el 13 de enero de 1960.
El desarrollo industrial, el control estricto de la sociedad por el aparato político y policial y los sacrificios consentidos por los ciudadanos soviéticos, permitieron a la Unión Soviética convertirse en el principal vencedor de la Segunda Guerra Mundial y la segunda superpotencia en el mundo de la posguerra. Stalin muere en 1953 y toda su posterior historia hasta su desintegración en 1991 consistirá en administrar la pesada herencia de la época estalinista.
Los años 1953 y 1985, marcaron, cada uno por su parte, un hito trascendental en la vida de la URSS. Por un lado, la muerte del líder supremo Stalin en 1953 y el inicio del “deshielo” de su política, y por el otro, el ascenso del último dirigente soviético, Mijaíl Gorbachov. El periodo de 1953-1985 comprende dos eras, la primera relativamente corta, y la otra más larga. Contiene los regímenes de Nikita Jrushchov hasta 1964, y de Leonid Brézhnev desde 1964 hasta 1982. Asimismo incluye los dos breves gobiernos “gerontocráticos” de transición, los de Yuri Andrópov y Konstantín Chernenko. Éstos últimos en cierta forma heredaron la inercia del anterior período de estancamiento brezhneviano. La Guerra Fría, llamada coexistencia pacífica por Nikita Jrushchov, continuaba su curso, mientras que, tanto la URSS como Estados Unidos intentaban indirectamente inmiscuirse en la esfera de influencia del otro.
Para la URSS el periodo desde 1985 hasta 1991 es el correspondiente a su progresiva desaparición como Estado. El colapso comenzó a principios de 1985 y finalizó con la desaparición de la propia Unión Soviética.
Tras el desarrollo militar soviético conseguido en detrimento del desarrollo de la economía doméstica, el crecimiento económico llegó a un punto muerto. Los fallidos intentos de reforma, una economía estancada y la guerra de Afganistán fueron provocando un progresivo sentimiento general de descontento. Las reformas políticas y sociales más profundas, llevadas a cabo por el último líder de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, y denominadas “perestroika” y “glásnost”, crearon una atmósfera de crítica abierta al régimen de Moscú. La Perestroika es la reforma económica concebida para desarrollar una nueva estructura de la economía interna de la Unión Soviética, y la Glásnost es la reforma política para liberalizar el sistema político mediante la estipulación de las libertades.
Tras el fallido golpe de Estado comprendido entre el 19 y 21 de agosto de 1991, y en el que un grupo de miembros del Partido Comunista de la Unión Soviética, PCUS, y del KGB, de la llamada “línea dura”, depusieron brevemente al Presidente de la URSS Mijaíl Gorbachov e intentaron tomar el control del país, los acontecimientos se precipitaron y Gorbachov renunciaría a su cargo el 25 de diciembre de 1991. Por su parte, el Soviet Supremo reconocería al día siguiente la extinción de la URSS, disolviéndose y asumiendo Rusia los compromisos y la representación internacional del desaparecido Estado Soviético.
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