Campa Bonilla, Castellón y Facebook

Una opinión simplista de mi parte causó andanada de malos entendidos en redes sociales.

Al observar una fotografía de la conferencia de prensa ofrecida el miércoles 25 por Guadalupe Francisco Javier Castellón Fonseca, presidente del Ayuntamiento de Tepic, sobre extorsión telefónica y secuestro virtual como tema principal, se me vino a la mente enviar un mensaje por el mismo Facebook.

Tierna la noche del jueves 26 tuve la ocurrencia de señalar lo siguiente: No me invitan a conferencias del alcalde Castellón, porque según Campa Bonilla soy impertinente. Se vino entonces un rosario de comentarios que no frenaron aunque avanzada la noche haya apagado el celular. Luego reviré que debí haber escrito: No me invitaron a conferencia del alcalde Castellón….puesto que sí lo han hecho cuando menos en dos ocasiones anteriores vía Luchy Narváez, responsable de la comunicación social del Ayuntamiento de Tepic.

Debidamente no se entendió la cita que hice de Octavio Campa Bonilla. La expresión fue solo para confirmar mi impertinencia, pero el vate santiagueño absolutamente nada tiene que ver en este enjuague, aunque él salió más raspado que yo con base en las distintas opiniones vertidas.

Octavio Campa Bonilla, a quien profeso admiración por su luenga obra literaria que bien merece reconocimiento popular, no solo me echó en cara mi impertinencia en conferencia de prensa de la Comisión de la Verdad que él integra, lo ha hecho también en lo personal durante pláticas de café que en múltiples ocasiones hemos tenido. Nada menos en fecha reciente me indicó que debo abandonar mi orgullo, que no es lo mismo que dignidad, me aclaró.

Me soltó una catilinaria de obligaciones morales para concluir que mi orgullo no permite a persona alguna penetre al círculo de amistades para brindarme apoyo. Goza cuando me pide repita lo que me dice mi esposa Sofía: Tú tienes un orgullo pendejo, pero además lo que “El Guacho” Zúñiga (qepd) me expresaba: Tú cabrón, aparte de ciego y sordo, estás pendejo.

Claro que entre Campa Bonilla y yo hay discrepancias. En él es bastante común que le gane la bilis y vengan enseguida hasta mentadas de madre. Pero es su forma de ser, es algo intrínseco a su personalidad, pese a que muchos no les guste, yo he aprendido a quererlo pese actuar de esa manera. Por su parte él me considera algo así como su hermano menor, busca apoyarme y a la vez protegerme.

No es la primera vez que en el Facebook me ubico al centro del fuego cruzado. En mi muro (así dicen los que saben) las opiniones encontradas de amigos se han registrado cuando subo a la red social algún comentario o resultado de un trabajo periodístico. ¿Qué hacer? Muy sencillo: me callo el hocico. Así ocurrió la ocasión presente que provocó me pusiera a redactar este mamotreto.

Primero el malentendido, después el enojo y las agresiones. Subyacen discrepancias que tienen fundamento en el cotidiano quehacer cultural, político, intelectual y hasta periodístico, pero fue aprovechado el medio público para ser expresadas. Entiendo que el poeta Octavio Campa Bonilla tiene sus detractores, pero siempre ha sabido defenderse. Lamento que esta vez por una simple cita de su dicho, sin deberla ni temerla, haya sido blanco de ataques.

Los motivos de la amistad son múltiples e insondables, muchas veces el elemento unificador son las nostalgias comunes, sobre todo cuando bastantes años de tu vida has dedicado al quehacer actoral. Esperaré la próxima provocación divertida.