La crisis universitaria es una estrategia privatizadora
Octavio Camelo Romero
27 de Octubre de 2017
La crisis de la U A N no es nueva. Más aún, la universidad no ha podido salir de su crisis porque los grupos dominantes y el gobierno no lo han permitido. Y no se trata solamente de la crisis financiera, en realidad la institución está sometida a una crisis estructural que abarca todos los aspectos de la vida universitaria: su forma de gobierno, su desempeño académico, su estructura orgánica, sus planes de estudio, su ley orgánica, etc. Al finalizar 2014 y en los inicios de 2015 se gestó un movimiento universitario que estuvo a punto de sacudirse la “masa gelatinosa” que impide que la universidad avance. Sin embargo, vale la pena recordar algunos pasajes de ese entonces con el propósito de cobrar experiencia en hechos del pasado.
Para empezar, el cierre del año 2014 puso a prueba a las organizaciones gremiales y a sus dirigentes así como a las autoridades universitarias.. Los becarios del CONACYT se quejaban de la no entrega en tiempo, forma y cuantía de las becas. Otro tanto sucedía con los becarios “al desempeño” académico. Entre los jubilados se escuchaba que “el fondo de jubilados y pensionados” estaba desfondado. La inquietud al interior de los diversos sectores de la UAN era porque atisbaban que algo andaba mal, que la aparente tranquilidad universitaria estaba prendida con alfileres. Y ese malestar vino a aflorar cuando a los académicos y a los trabajadores administrativos y manuales de la “alma mater” simplemente se les dice que no recibirán aguinaldo ni prestaciones de ley porque no hay dinero. Los controles se descontrolan; las organizaciones gremiales que se suponía controlaban a sus agremiados fueron tan flexibles que espontáneamente y al margen de ellas surgió un frente de lucha y reclamo por el incumplimiento de las obligaciones de ley. La inconformidad rebasó los márgenes permitidos por las dirigencias y se estuvo a un paso de la anarquía. La sobriedad de los inconformes y de los dirigentes sindicales permitió la concordia donde todo parecía discordia. Se estableció la comunicación y se marchó desde la ciudad de la “cultura” hasta el extinto jardín “San Román” para reclamarle equivocadamente a la autoridad equivocada el “dinero” que hacía falta a la UAN para cumplir con la obligación patronal consignada en el contrato-ley y en la Ley Federal del Trabajo.
En el ámbito universitario el 2015 entra con un mal sabor de boca provocado por el incumplimiento de las obligaciones patronales estipuladas en el contrato-ley. No se entregó el aguinaldo pactado aunque las demás prestaciones de ley se entregaron extemporáneamente el día 30 de diciembre del 2014. En la historia de la Universidad no se había tenido una situación semejante como la tenida en aquel momento y la tenida hoy, a finales de 2017.
En aquel entonces, al igual que hoy, nos preguntamos: ¿Qué pasó con el dinero universitario? No faltó ni falta quien asegure que dicho dinero se perdió, otros que se invirtió en algunas campañas electorales, otros más aseguran que alguna de las dirigencias de los sectores universitarios se lo gastaron, pero lo cierto es que, “no hay dinero” en las arcas de la UAN. Por eso se exigió y se exige transparencia en el manejo de los recursos universitarios; por eso se ha perdido la credibilidad en las instancias universitarias; por eso se exige la vuelta de la justicia. Más aún, hoy se cierne sobre nuestras cabezas la amenaza de privatizar la educación pública universitaria. Y se dice que una estrategia para tal fin, es provocar la quiebra financiera de los Instituciones de Educación Superior. Por eso no se puede permanecer al margen de este problema. En fin.
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