Tepic, Nayarit, sábado 20 de abril de 2024

Componendas políticas y predicciones

Manuel Aguilera Gómez

23 de Agosto de 2017

Hace dos meses, Ricardo Anaya y Alejandra Barrales, los presidentes del PAN y del PRD, respectivamente, convocaron a formar una coalición electoral denominada Frente Amplio Opositor Democrático con miras a los comicios presidenciales de 2018. La misión declarada de tal iniciativa es “sacar nuevamente al PRI de Los Pinos”, pero en realidad su convocatoria se funda en el convencimiento de que si compiten aisladamente no podrán vencer a Morena encabezada por Andrés Manuel López Obrador. Su embate en contra del PRI es sólo una estratagema para capitalizar el descontento social en contra del actual gobierno.

Atendiendo al origen de ambas formaciones políticas, la constitución del Frente tiene más espinas que una ceiba. El PAN nació, en 1939, en las tinieblas de las sacristías, bajo el patrocinio de clérigos inconformes con las afrentas en contra de la iglesia católica, instigadores de la Segunda Cristiada promotora del “desorejamiento de los maestros rurales”. Inspirado en principios adoptados de la falange española y del nacionalsocialismo alemán, el nuevo partido convocaba a los católicos “decentes”, enemigos de las ideas socializantes del cardenismo. Eran principalmente los ancestrales miembros del partido católico, movidos por una extraña mezcla de principios religiosos con intenciones fascistoides consecuentes con las simpatías políticas del Papa Pío XII.    

Por su parte, el PRD surge a finales del gobierno del presidente De la Madrid, como un desprendimiento del PRI. Era un grupo político opuesto al viraje gubernamental, a la nueva orientación de las políticas públicas concebidas y operadas por un conjunto de influyentes funcionarios conocidos como los “tecnócratas”. La nueva política económica anunciaba la abjuración de las responsabilidades históricas conferidas al Estado Mexicano por la Constitución. Opuestos a este “cambio de rumbo” de inspiración neoliberal, los rebeldes se congregaron inicialmente en torno al “Frente Democrático Nacional” y, meses después se consolidaron en un partido político denominado Partido de la Revolución Democrática (PRD), inspirado en ideas, cercanas al ideario cardenista. Con los años, esta formación política sufrió una gran fractura con la aparición del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) que arrastró a sus filas grandes contingentes de simpatizantes perredistas con el señuelo de no aumentar los impuestos, combatir la corrupción y asegurar la felicidad a los mexicanos. López Obrador así se convirtió en el líder social más importante en el país, en quien cifran sus esperanzas los millones de desvalidos.  

El devenir de los acontecimientos y las circunstancias fueron cambiando la conducta política de las dirigencias dando por resultado el abandono de sus ideologías, en beneficio del oportunismo. Los principios fueron arrojados al cesto de la basura y se privilegiaron los contubernios en aras de alcanzar posiciones políticas. La contienda política se convirtió en un mercado de intercambio de prebendas y por ello, numerosas expresiones políticas ven con simpatía el proyecto.  

Sin embargo, en el terreno práctico, el proyecto frentista enfrenta la resistencia de quienes ambicionan en sus respectivos partidos la postulación de la candidatura presidencial: en el PAN, Rafael Moreno Valle, Margarita Zavala, Ricardo Anaya, Luis Ernesto Derbez y otros aspirantes; en el PRD, aparece en solitario Miguel Ángel Mancera enarbolando la bandera de no ser miembro de ningún partido. En fin, el proyectado frente busca un candidato que satisfaga las exigencias de ambas fuerzas políticas y, al mismo a tiempo, se propondrá convencer a los aspirantes de ambos partidos a sumarse al proyecto para evitar sus fracturas internas. Tal vez con el auxilio de la lámpara de Diógenes logre encontrar a un ciudadano que satisfaga las exigencias de los dirigentes partidistas.

A partir del abandono de las ideologías, el oportunismo pragmático intentará mezclar, mas no logrará emulsionar el agua con el aceite. En esa eventualidad, es prudente preguntarnos: ¿los militantes de ambas corrientes partidistas seguirán ciegamente los designios de sus dirigentes? Me temo que no. Una parte de los perredistas aceptará la proyecto frentista pero otra migrará a Morena. En las filas del PAN, una parte de la militancia lo aceptará a regañadientes; otra apostará a la fractura mediante el apoyo a Zavala o Moreno Valle como candidatos independientes; y otra se abstendrá de votar. Es probable que el saldo de la formación del frente electoral PAN-PRD pueda favorecer a MORENA.

En el pasado, la política teórica era una disciplina dedicada a estudiar los temas relacionados con el poder; ahora en México ha decaído al terreno de la adivinación.

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