Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

El PRI, primer fracaso político de AMLO

Oscar González Bonilla

15 de Agosto de 2017

(Tercera y última parte)

Muy joven Andrés Manuel López Obrador se incorporó a la campaña del poeta Carlos Pellicer para Senador por Tabasco, recorrido por la entidad que le permitió conocer agravios y peticiones particularmente de indígenas.

Luego se dedicó a visitar diversas oficinas públicas con proyecto bajo el brazo para la Chontalpa que había concebido durante la campaña de Pellicer, quien finalmente logró que López Obrador fuera nombrado en 1977 delegado del Instituto Nacional Indigenista para Tabasco.

Cuando en 1976 Andrés Manuel daba clases en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco conoció como alumna a Rocío Beltrán, con quien contrajo matrimonio el 30 de 1980. Se establecieron en Nacajuca, corazón de la Chontalpa. La casita donde vivía el flamante delegado era poco más que una choza sin agua corriente que obligaba a sus ocupantes a bañarse con jícara.

Estos años en la Chontalpa fueron un periodo “fundacional” del animal político en que se convertiría Andrés Manuel. Allí comenzó el hábito de hacer consultas. Cada vez que se atoraba o estaba indeciso, se iba a platicar con los ancianos de los pueblos. Resulta curioso que, pese a la inclinación de Andrés Manuel por las consultas populares, siempre ha sido poco afecto a explicar o justificar frente a sus subordinados los motivos de sus actos.

A los pocos años se había convertido en un personaje legendario entre los chontales. Lo llamaban Lesho, como suelen designar en Tabasco a los de nombre Andrés. Su relación con la gente era muy al estilo de Cárdenas, el Tata Lázaro: conocía a todos por nombre, se interesaba por sus esposas enfermas, sabía de sus hijos.

Siendo candidato del PRI al gobierno de Tabasco, Enrique González Pedrero llamó a López Obrador para que se incorporara a la campaña considerándolo útil por su ascendencia en la zona indígena.

Tras las elecciones de 1982 y con 30 años de edad, Andrés Manuel pidió y consiguió hacerse cargo de la dirigencia estatal del PRI; creía que podía hacer con el resto de la entidad lo que había hecho con los chontales. Duró poco menos de un año como líder del partido, pero sacudió todo el edificio partidista. O sería más justo decir que lo destruyó y comenzó a construirlo desde abajo.

Buscaba fundar una nueva organización territorial con miles de cuadros arraigados en sus comunidades. Vale la pena detenerse en esta portentosa, aunque algo ingenua maquinaria que puso en movimiento, porque de alguna forma será el modelo que perseguiría casi 30 años más tarde en la organización de su movimiento nacional.

Sus seguidores le pusieron el mote del Comandante. El ejercicio provocó un síncope a los presidentes municipales. A los pocos meses, 15 de los 17 municipios pidieron al gobernador la destitución del líder priista y la supresión de la endemoniada revolución que había desatado. No fueron los únicos. El secretario de Gobierno demostró que López Obrador se había convertido en un secretario de Gobierno paralelo, pues por su ascendencia con los indígenas y con los movimientos sociales, el gobernador le solicitaba cada vez con mayor frecuencia que resolviera los conflictos con los grupos contestatarios.

El 15 de agosto de 1983 González Pedrero llamó a López Obrador para reconvenirlo, separarlo del puesto y designarlo oficial mayor del gobierno. Sabiendo que no tenía opción, el Comandante acudió a la Oficialía Mayor, aceptó el cargo e inmediatamente presentó su renuncia. En el texto de la misma, y no sin cierta burla, citó frases del presidente Miguel de la Madrid con las que éste convocaba a revolucionar al partido para convertirlo en un verdadero instrumento del pueblo. Casi simultáneamente renunciaron los cuadros directivos del PRI, cerca de 60 personas.

Fue el primer fracaso político en la vida de López Obrador. No sólo se había desplomado un proyecto que lo apasionaba; también había salido derrotada una perspectiva del país. Él formaba parte de una minoría priista que consideraba errónea a la corriente modernizante que encabezaba De la Madrid. López Obrador había creído que el modelo aplicado en Tabasco mostraría la eficacia de las tesis populares y nacionalista para impulsar el desarrollo de México.

El edificio político que había construido a lo largo de 225 días al frente del PRI local fue desmantelado en semanas por los políticos tabasqueños, quienes borraron todo rastro de su paso por el partido.

Lo demás es una historia política muy conocida que durante el transcurso de su vida ha realizado Andrés Manuel López Obrador, su transitar por cargos de dirigencia partidista y de elección popular, así como su activismo proselitista que no ha cesado en todo el territorio nacional, con mayor fuerza en los últimos años en su afán por alcanzar la presidencia de México.

Le recuerdo que los datos biográficos aquí descritos son de la autoría del periodista Jorge Zepeda Patterson, publicados en el libro titulado Los Suspirantes 2018.

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