Un parámetro que marque el cambio
Sergio Mejía Cano
08 de Agosto de 2017
Una de las pláticas muy ocurrentes en estos días que está próximo el cambio de poderes en el estado, es sobre la expectativa de cuáles serán los cambios por venir con la nueva administración. Sin embargo, algo en lo que coincide mucha gente es que para el ciudadano común nada cambia, todo sigue igual, es decir, la mayoría no reciente ningún cambio en su forma de vida.
Si acaso, en esta administración que está por concluir, lo que sí fue notable fue la Policía Nayarit, que fue la novedad prácticamente al inicio del nuevo gobierno, pero de ahí en más, el común de los mortales no reciente cambios muy significativos.
Está por ejemplo como cuando en el año 2000 tomó supuestamente las riendas el Partido Acción Nacional (PAN) con el triunfo de Vicente Fox, para la mayoría de la población en realidad no significó nada, más que ahora ya no gobernaba el otrora partido aplanadora, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), pero en realidad en la vida cotidiana de la mayor parte de la ciudadanía todo siguió igual: la continuación de la debacle del PRI.
Igual, en el estado de Jalisco cuando en 1995 el PAN tomó las riendas del gobierno de esa entidad al ganar la gubernatura el ingeniero Alberto Cárdenas Jiménez, y durante los siguientes 18 años todo siguió igual o peor, y en donde los únicos cambios notables fue el cambio de nombre de algunas calles por los próceres panistas, el papa Juan Pablo II, el regreso del nombre de la calle Pedro Buseta a ser de nuevo Padre Buseta, que ya se llevaba ese nombre, pero que en los años 70 del siglo pasado a alguien se le ocurrió cambiar la palabra Padre por Pedro, y con los panistas en el gobierno de Jalisco, volvió a ser Padre.
Entonces, se entiende que para la población “normal”, el que gobierne un partido u otro no significa gran cosa mientras haya trabajo, porque es una realidad que hay ciudadanos que no saben el nombre de quién los está gobernando en alguno de los niveles o en los tres, y se lo llegan a aprender el nombre cuando escasea el trabajo o son despedidos de donde laboraban y tienen que andar del tingo al tango pidiendo justicia laboral y es ahí en donde comienzan a entender que hay un gobernador del estado o un presidente municipal y que pertenecen a un partido político y que del partido que sean, todos son lo mismo.
Sin embargo, para no ir tan lejos, tenemos el ejemplo del supuesto cambio que se dio en Nayarit en 1999 en donde un priista derrotó al PRI mediante una coalición de partidos en donde el de mayor fuerza en aquel aciago año era el Partido de la Revolución Democrática (PRD), partido político hoy en desgracia y decadencia. Ejemplo edificante para gran parte de la población en donde el hecho de que ya no gobernara el PRI no significó gran cosa para la entidad porque en realidad no se notó ningún cambio significativo, de relevancia, que indicara que precisamente era otro partido el que estaba gobernando, ¿y por qué? Pues porque un priista jamás dejará de serlo, así se ponga la camiseta con otras siglas, siempre será priista.
Pero ahora, el joven empresario nayarita que ya está considerado como gobernador electo tiene un parámetro para medir en lo posible si en verdad habrá un cambio significativo en el nuevo gobierno o todo seguirá igual, y este parámetro es la policía Nayarit, porque si esta desaparece desde el inicio de la nueva administración significará un cambio en la entidad; y si no desaparece, pero sí cambia mediante una restructuración y que dejen de andar encapuchados sus elementos, pues también significará que hay ganas de cambio. Obvio que la policía Nayarit ha contribuido en buena medida para la paz y la seguridad en la entidad; sin embargo, el hecho de que sus elementos anden con la cara cubierta intimida a buena parte de la población. Y ese pretexto de que es por la seguridad de los mismos elementos, es un pretexto vago, porque en realidad cualquier elemento de cualquiera corporación policíaca por el simple hecho de portar un uniforme ya corre peligro, y así ande cubierto o no de la cara en realidad viene a ser lo mismo, porque lo que cuenta es su desempeño, su trabajo como guardián de la justicia y en determinado caso la careta no sirve de nada sino nada más para que en algún caso de abuso de autoridad no se sepa quién es el que abusó de su cargo en contra de la población.
Y si se sigue insistiendo en eso del mando único en las corporaciones policíacas y el próximo alcalde accede, será un significativo también de que no habrá ningún cambio en realidad.
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