Lenguaraz, irónico y mordaz El Bachis cautivó
Oscar González Bonilla
11 de Julio de 2017
Cabrones, hijo de la chingada, pendejo, baboso, chinga, chingar a su madre, es el rosario de palabras que en lenguaje malsonante una a una desglosó en su discurso Roberto Lomelí Madrigal, mejor conocido entre la raza brava con el remoquete de El Bachis, durante la asamblea estatal que el anterior fin de semana realizó el Partido Revolucionario Institucional.
Pero no crea usted que por ello El Bachis se ganó el repudio, sino todo lo contrario, de la mayoría de los 387 delegados asistentes se ganó tandas de aplausos por la sinceridad en sus decires. Decir palabrotas es, casi siempre, una reacción emocional, pero además responde a una necesidad de liberar sentimientos.
Último de los cuatro seleccionados para hacer uso de la tribuna, Roberto Lomelí aprovechó muy bien el escenario para criticar acciones y decisiones a quienes injerencia tienen al interior del PRI de Nayarit. No dejó títere con cabeza.
De entrada manifestó “hemos ensuciado al partido, lo hemos corrompido, lo hemos arrastrado, lo hemos convertido en un ente perdedor”. Luego de señalar que los priistas se han olvidado de pronunciar la revolución de 1910, lanzó un ¡viva Villa, cabrones!
“Hay que reconstruir al partido. Hemos consentido la corrupción en extremo, hemos sido simuladores. Nos ganan las ambiciones personales, y a ellas nos sumamos, en el acomodo futuro para la comodidad propia. No hemos podido darle rumbo a nuestro partido, hemos permitido atrocidades tanto en la dirigencia como en el ejercicio del poder público. Estamos llenos de corruptos, a los que soportamos y aplaudimos”.
Al reciente triunfo electoral de coalición contraria al PRI, El Bachis indicó que al poder no llegó la oposición, “se le llama alternancia”. Pidió se acostumbren a la dinámica universal en los cambios de ejercicio de poder, fue entonces cuando soltó: “En Estados Unidos hay (como presidente) un orate, orate el hijo de la chingada”.
Se pronunció porque ni el presidente de la república ni el gobernador del Estado metan la mano en la designación de las dirigencias del partido, por la sencilla razón de que colocan allí a incondicionales. Aseguró que él vivió tal acontecimiento cuando su amigo gobernador Celso Delgado puso a su club de amigos, Rigoberto Ochoa Zaragoza (allí presente) “para el ejercicio más tranquilo de su gobierno puso a su cuates (nutridos aplausos). Manuel Cota también llegó con su club de amigos, y es correcto. El partido no debe ser de amigos, sino de gente con conocimiento del quehacer partidista”.
Para evitar la injerencia de gobernantes en la selección de dirigencias, Roberto Lomelí recomienda que el aspirante renuncie al cargo público tres meses antes del día de la elección. De esta manera, piensa, no se designara a un funcionario del gobierno. Luego brincó a la diputaciones plurinominales para manifestar: “hay que correr a esa bola de huevones, cabrones. A mi amigo Gamboa Patrón ya ni chinga, cuando se vaya a hacer campaña le van a poner una chinga”. En ese momento a la advertencia de la coordinación de la asamblea de que le quedaba un minuto para finalizar su intervención, El Bachis respondió: a chingar a su madre. Y preguntó: ¿Esta es la democracia?
Luego a la asamblea reconsideró que los candidatos del PRI a las diputaciones plurinominales deben ser electos de manera directa por la base militante, previa a un registro de selección.
Ataviado de sombrero, bromista y tratando de ser divertido, Roberto Lomelí Madrigal dijo que en una elección distrital obtuvo más votos que Agueda Galicia, dirigente estatal del SUTSEM, a pesar de traer con ella “como seis mil gentes y un costalón de centavos y otras cosas, creo que trae verija, creo, no me consta, no me consta”.
Tras de manifestar que asume la parte de responsabilidad que le corresponde en la reciente derrota electoral, El Bachis precisó: “No hemos sido derrotados, la gente no votó en contra de nosotros, y asumo la responsabilidad, alguien habrá que lleve el mitote a Casa Nayarit, la gente votó en contra del gobierno de la gente” (aplausos al por mayor).
Terminó su alocución con un “qué viva el PRI, cabrones”. De los tres minutos que le correspondían como ponente, El Bachis consumió casi 16 minutos.
Las palabrotas tienen un gran poder para llamar la atención. Prohibir palabras que en realidad están conectadas a las emociones es tan imposible como intentar prohibir las emociones en sí. Salud.
Comentarios