Gobierno mexicano contra objetivos del desarrollo sostenible
Octavio Camelo Romero
15 de junio de 2017
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son un llamado universal a la adopción de medidas por parte de los gobiernos de los países del mundo para proteger al sistema capitalista mundial y preservar la vida en el planeta; tales propósitos se expresan como poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad. Dichos objetivos son la resultante de una reunión de líderes mundiales realizada el 25 de septiembre de 2015. Además, cada objetivo tiene metas específicas que deben alcanzarse en los próximos 15 años. Los primeros cuatro objetivos de desarrollo sostenible son: Objetivo 1. Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo Objetivo 2. Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible Objetivo 3. Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades Objetivo 4. Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos.
Algunas de las metas de dichos objetivos se exponen a continuación: Metas del objetivo 1: 1.1 Erradicar la pobreza extrema para todas las personas en el mundo. 1.2 Reducir al menos a la mitad la pobreza en todas sus dimensiones 1.3 Poner en práctica sistemas de protección social para todos. 1.4 Garantizar que todos tengan los mismos derechos a los recursos económicos, así como acceso a los servicios básicos, la propiedad y el control de las tierras y otros bienes, la herencia, los recursos naturales, las nuevas tecnologías apropiadas y los servicios financieros. Metas del objetivo 2: 2.1 Poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las personas a una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año. 2.2 Poner fin a todas las formas de malnutrición. 2.3 Duplicar la productividad agrícola y los ingresos de los productores de alimentos en pequeña escala mediante un acceso seguro y equitativo a las tierras, a otros recursos de producción e insumos, conocimientos, servicios financieros, mercados
y oportunidades para la generación de valor añadido y empleos no agrícolas, etc., etc.
Pero, ¿Cuál es la situación de la distribución de la riqueza del país? ¿Cuánto le corresponde a las clases sociales y a los estamentos de la clase capitalista? ¿Cuál es el índice de la desigualdad social en México?
Existen muchas más preguntas, sobre la relación entre los resultados de las políticas públicas del gobierno de la república mexicana y los objetivos de desarrollo sostenido acordados en el 2015. Sin embargo, valga la presentación de ciertos datos ofrecidos por los organismos latinoamericanos para reflejarnos el rumbo tomado a 180º de la dirección de los objetivos mundiales, por donde se está conduciendo la economía mexicana.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, México es uno de los países más desiguales de América Latina en lo que se refiere a la concentración en la propiedad de los activos físicos y financieros con que cuentan las unidades de producción, cuya inequidad alcanzó niveles récord en la década pasada, pues dos tercios de los activos físicos y financieros en México están en manos de 10 por ciento de las familias del país, y uno por ciento de ellas concentran más de un tercio. Indudablemente que la concentración influye en la exclusión y la distribución inequitativa del poder político y económico, al dejar para unos pocos el espacio de las decisiones que afectan a la mayoría y limitando el ejercicio de derechos y el desarrollo de capacidades de todos los mexicanos, como sería la orientación de los Objetivos Mundiales.
Por otra parte, en el país hay una fuerte concentración en la propiedad de los activos físicos con que cuentan las unidades de producción registradas en los censos económicos, pues 10 por ciento de las empresas concentran 93 por ciento de éstos, en tanto que el 90 por ciento restante dispone de muy pocos bienes de capital. Esto indica que la inmensa mayoría de los empresarios son en realidad micro-mini-capitalistas, ni siquiera medianeros. Por ello, el coeficiente de Gini, o sea el indicador que toma valores entre cero y uno, donde cero representa la ausencia de desigualdad y uno la desigualdad máxima, alcanzó la cifra récord de 0.93 por ciento en lo que se refiere a la concentración de los activos físicos en 2014, de acuerdo con datos de Naciones Unidas. Las políticas públicas y su reflejo en la sociedad nada tienen que ver con los Objetivos de Desarrollo Sostenido. En fin.
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