Oscar González Bonilla
06 de junio de 2017
Manuel Cota, candidato al gobierno de Nayarit, pública hizo su derrota electoral en los comicios de este domingo 4 de junio. Regresará con la frente en alto al Senado de la República para, desde ahí, hacer la defensa de los intereses de todo tipo de los nayaritas, de manera particular, porque su ámbito legislativo es general.
Perdió lo invicto al disputar la octava elección (dice él) como candidato de la coalición Nayarit de Todos, aunque más identificado con el PRI, donde milita desde hace 30 años. Nosotros solo recordamos que fue ganador en elecciones para regidor (apareció en la lista como plurinominal), diputado federal suplente, diputado local, presidente municipal, diputado federal de mayoría y senador.
Mucho se dice que la política es de tiempo y circunstancias. Muy a pesar de que Manuel Cota, desde mi particular punto de vista, es un buen candidato y que este haya sido su tiempo, las circunstancias les fueron adversas. Tuvo que remar contracorriente por errores al unísono de las administraciones presidencial de Enrique Peña Nieto y estatal de Roberto Sandoval Castañeda.
Se centra la atención en este último, porque no supo acomodar con atingencia las piezas del comité estatal del Partido Revolucionario Institucional en el poder, organismo generador de acciones políticas capaces de coadyuvar a la gobernabilidad en Nayarit. La inexperiencia partidista de la directiva ocasionó entre la militancia de la entidad desavenencias y confrontaciones al interior, por tanto no se logró caminar bajo estricta cohesión política.
En realidad el gobierno de Roberto Sandoval no obtuvo la aceptación de la mayoría de los habitantes de Nayarit. Hubo inconformidad ciudadana por la revelación de actos de corrupción en obra pública, de enriquecimiento ilícito por parte del propio mandatario estatal (denuncia ante la PGR), y de elevada deuda pública. Pero lo que disparó el hartazgo social fue el rosario de tropelías puesto al descubierto luego de la detención en Estados Unidos en marzo anterior del Fiscal Edgar Veytia, hombre de horca y cuchillo, bajo la acusación de supuesta participación en narcotráfico.
Hay quienes afirman que el caso Veytia fue el tsunami que arrasó con todo para desprestigiar la candidatura priista de Manuel Cota, pero también hay quienes sostienen que se conjuntaron toda una serie de situaciones nada favorables para en las urnas provocar la derrota contundente, prueba inequívoca del rechazo a la actual administración estatal.
Pero además habrá que agregar la fallida decisión del gobernador Roberto Sandoval de colocar en las diferentes candidaturas a presidente municipal, síndico y diputado, entre otros, a diversos personajes que él considera de su equipo político. Testarudo como es, el mandatario no negoció, como se estila, con Manuel Cota tal determinación. Por ley no escrita dentro del PRI, el candidato a gobernador tiene derecho a participar en la selección de los candidatos. Trascendió a la opinión pública que esto enfrentó a ambos personajes, al grado que el gobernador retiró apoyo al candidato.
Aquí recojo la versión de la agrupación política priista nombrada Fundación Alternativa que preside César Augusto Santiago:
“El PRI ha perdido elecciones porque los candidatos impopulares son impuestos por gobernadores ingenuos que quieren, por la vía de una imposición, perpetuarse en el poder o por la obsesión interesada de influyentes en el partido que presumen que, por la fuerza de sus relaciones públicas, harán triunfar a sus amigos, aún cuando la sociedad los repudie”.
Total, la elección la perdió Roberto Sandoval, no tanto Manuel Cota que, contrario a éste, hizo debidamente lo que le correspondió como candidato y la dirigencia estatal del partido (ya en manos de Cota) realizó lo necesario para buscar el triunfo electoral. No se pudo, y hoy tienen que apechugar.
Hoy Manuel Cota plantea una reforma profunda al PRI. Sostiene que su partido debe hacer una revolución institucional. Y tal parece que su deseo se cumplirá el próximo 12 de agosto, cuando el PRI celebre la XXII Asamblea Nacional, donde se espera verdadera turbulencia interna.
César Augusto Santiago ha dicho que el PRI necesita cambios urgentes, pues debe estar al lado de la gente y no del gobierno, e insiste en modificar sus estatutos. Por su parte el secretario general de la CNOP, Arturo Zamora Jiménez, ha manifestado: “O cambiamos o nos cambian”. Se espera que la próxima asamblea nacional sea un parteaguas en la historia del PRI.
A su vez, el gobernador de Nayarit, Roberto Sandoval Castañeda, ha declarado: “Pediré a mi Dios me conceda sabiduría para reconocer el momento en que ya no cuente con la credibilidad ni la aceptación de la gente, para entonces honestamente retirarme de la política y evitar así hacer el ridículo como muchos políticos lo hacen en la actualidad”.
Me parece que el momento oportuno de retirarse en definitiva de la actividad política es inmediatamente después del 19 de septiembre venidero, luego de la entrega del bastón de mando como gobernador. Dios le conceda sabiduría para reconocer que ha perdido aceptación de la gente. Hasta la vista baby.