El taller de lectura
Sergio Mejía Cano
11 de Mayo de 2017
En realidad no sorprende que haya seguidores de determinados candidatos cantando a los cuatro vientos que a quien apoyan ganó el “debate” que se celebró este martes 09 en el Teatro del Pueblo Alí Chumacero, y no sorprende porque no les queda de otra más que decir eso, pero si entrecomillo la palabra debate es porque no fue en sí lo que es un verdadero debate de propuestas y soluciones, ya que al menos para tres de los participantes, lo que sucedió ahí fue prácticamente un taller de lectura.
Y tan no fue debate en sí porque en un debate se supone que tiene que haber controversias entre los participantes, algo así como una contienda según la Real Academia de la Lengua, que añade que debe ser una lucha, un combate, aunque en este caso de ideas, propuestas y soluciones; y si bien cinco de los aspirantes a la gubernatura del estado se mostraron espontáneos en sus exposiciones, como quedó dicho líneas arriba, tres de ellos se dedicaron a leer lo que llevaban preparado y tal vez con la consigna de no salirse del guión prescrito so pena de caer en falsos razonamientos.
Y precisamente esto de que haya habido tres de los candidatos que se dedicaron a mostrar sus dotes de lectura, fue lo que decepcionó a buena parte de la opinión pública y más, la falta de improvisación que mostraron tener dos de estos lectores de propuestas. Porque en un verdadero debate, los segundos de tiempo se podrían considerar como oro molido para exponer casos y cosas que posiblemente después no haya más oportunidad para decirlas, y en el caso que nos atañe, dos de estos eruditos de la lectura dejaron el debate en silencio cada uno hasta un minuto sin agregar algo, nada, 60 largos segundos que bien podrían haber aprovechado para exponer algo que les saliera de su ronco pecho, lo que más les inquietara y que no estaba plasmado en el guión que llevaban. Bien podrían haber dado a conocer que no podían salirse de lo escrito que ya llevaban preparado.
Y respecto a esto de dedicarse a leer, fue lo único que hizo el candidato Antonio Echevarría García, que si bien hiló una que otra frase de tres o cuatro palabras respecto a algún señalamiento, de inmediato clavaba su vista en el escrito que traía para demostrar a la audiencia que al menos sí sabe leer. Y esto fue lo malo del asunto, que se haya permitido que llevaran apuntes, machotes o borradores para tener algo que decir, como si no pudieran expresarse espontáneamente, algo que sugirió en su momento el doctor Miguel Ángel Navarro Quintero: que fuera un debate de ideas, propuestas y soluciones y responder señalamientos con la agilidad mental que caracterizara a cada quien de los candidatos; sin embargo, el susodicho debate fue todo lo contrario, porque lo más cercano a un debate fue cuando les tocó exponer al licenciado Raúl Mejía González, al C.P. Manuel Cota Jiménez, el C. Hilario Ramírez Villanueva (Layín), el médico homeópata Víctor Manuel Chávez Vázquez y el doctor Miguel Ángel Navarro Quintero, pero
lo malo fue el diseño del tiempo que tenía cada uno para expresarse y sin oportunidad para la réplica inmediata, porque si bien comenzaba a tomar altura el debate cuando alguno de los arriba mencionados comenzaba a hablar, de inmediato se desinflaba el entusiasmo porque entraba un lector de propuestas que enfriaba lo que apenas comenzaba a calentarse.
Lo bueno es que existe la posibilidad de que se vuelva a dar otro debate entre los candidatos a gobernador, y ojalá y sea sin notas ni apuntes, sin que se recurra a la lectura, porque solamente así se podría distinguir quién en verdad tiene las tablas suficientes para saber resolver cualquier tipo de entuerto sin tener que recurrir a asesores que les digan que lean lo que tienen que decir o responder; y desde luego, con tiempos razonables sin interrupción para que no quede nada en el tintero mental de los participantes.
Y en conferencia de prensa a la que citó el doctor Navarro Quintero al día siguiente de este experimento de debate, resaltó que si bien no está de acuerdo con la guerra sucia de dimes y diretes en donde sobresalen las supuestas difamaciones, aun así y por si las dudas se debe de investigar a fondo todo lo que se dice en dichas campañas aunque se pretenda que sean puras calumnias, para que la opinión pública no quede con la duda de que posiblemente algo de lo que se dice tiene su razón de ser, porque una cosa podría ser segura y es que si el río suena es porque agua lleva. Si las autoridades tomaran más en serio lo que se dice, sería mejor.
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