Tepic, Nayarit, sábado 23 de noviembre de 2024

Contaminación visual, auditiva y ambiental

Sergio Mejía Cano

27 de Abril de 2017

Por más que uno quiera estar o ser indiferente a las campañas políticas, es prácticamente imposible debido a tanta propaganda mediática y a la contaminación visual, auditiva y ambiental  que genera todo esto que se dice es proselitismo para llegar al corazón de la gente y vea y compruebe quién es quién; el bueno.

Radio y televisión están infestadas de propaganda política por derecho y equidad, desde luego, por lo que a cada instante nos bombardean con los mensajes de los diferentes candidatos; y todavía faltan los de quienes contenderán para las presidencias municipales y diputaciones. Si con las de los aspirantes a la gubernatura se siente ya muy saturado el ambiente, ya con todo el proceso total de todos los candidatos a los puestos de elección popular en marcha, pues como que todo este ruido en vez de ayudar a decidir a la gente por quién votar, a la mejor la enfada a tal grado que tratará por todos los medios posibles de no ver tanta propaganda política. Sin embargo, a pesar de que no se encienda el televisor o la radio, no dejan de pasar por la calle vehículos con enormes bocinas que producen un estruendoso sonido cantando loas a determinado candidato; por lo que si a alguien se le ocurre ponerse a mirar películas en su televisor o poner música en su estéreo, de nada le servirá porque constantemente el ruido de esos vehículos con bocinas no le dejarán oír la tele o su música preferida.

Y a propósito de propaganda política, no son nada más los anuncios de promoción del voto para determinado candidato, sino también las cuadrillas que andan de calle en calle tocando de puerta en puerta promoviendo a equis candidato, pues de pronto suena la puerta y ahí están unas personas preguntando por quién va a votar la persona que atiende la puerta; y esto obviamente no se debe de preguntar por aquello de que el voto es libre y secreto, ¿o no?, pregunté a unas muchachas que habían tocado a mi puerta, y aparte de preguntarme por quién iba a votar, me preguntan mi nombre y si lo pueden anotar en una libreta que traen ex profeso, aunque de todos modos alcancé a ver que ya habían anotado calle y número.

Y a propósito de estas cuadrillas de proselitismo, al inicio de esta semana de pronto oigo varias voces en la calle como a eso de las 17:00 horas. Me asomo y veo varias personas jóvenes de ambos sexos, pero más del género femenino haciendo bola en medio de la calle casi frente a mi domicilio; observo que traen en las manos varias cachuchas y colgando de los brazos unos trapos que al parecer son camisetas de un color característico (no menciono color ni candidato para no herir su susceptibilidad porque con equipos así, mejor no tenerlos), pasan los minutos y se sientan en la banqueta frente a casa. Como a las 17:20 horas me vuelvo a asomar por la ventana y siguen ahí los jóvenes, pero ahora hay dos varones frente a ellos como instruyéndolos; pero pasa el tiempo y no se ve que vayan a tocar a las puertas de las casas, para nada, están sentados y lo único que hacen es moverse un poco más hacia la esquina pero se vuelven a sentar en la banqueta. De pronto, cuatro muchachas se encaminan a aventar un papel por los canceles y puertas de los domicilios. Y como me asomo nuevamente al cancel de mi domicilio, al pasar dos de estas muchachas me saludan y me dicen que si las puedo atender un momento. Y me sueltan a bocajarro la pregunta de por quién voy a votar, que si ya conozco a su candidato que es la octava maravilla, etcétera. Y les respondo con lo mismo que les había contestado a las otras personas que habían pasado a medio día: el voto es libre y secreto, muchachas, eso no se debe preguntar; sin embargo, para darle un poco de humor al asunto, recordando la película de “La tercera palabra” con Pedro Infante, en donde en una de las escenas doña Prudencia Griffel le dice a Marga López que en esa casa no hablan más de política desde que cayó don Porfirio. Así que les digo a las muchachas que con el debido respeto, pero en esta casa ya no queremos saber nada de política desde que mataron a Colosio. Y tan, tan, se rieron y se fueron, no sin antes aventar otro papel hacia adentro de la casa.

Y al parecer fue todo lo que hicieron al menos en la cuadra en donde vivo, porque se pasaron casi una hora sentados en la banqueta y jamás se vio que platicaran con algún otro vecino. Estarían cansados o enfadados al ver que nadie les abría la puerta, porque por ser día laboral y haber entrado a clases los estudiantes, la mayoría de las casas estaban solas.

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