La enigmática sonrisa que delata
Sergio Mejía Cano
18 de Abril de 2017
El escepticismo crónico en cuestión de justicia que padecemos muchos mexicanos vuelve a hacerse presente ahora con la detención de dos exgobernadores: Tomás Yarrington Ruvalcaba y Javier Duarte de Ochoa, de Tamaulipas y Veracruz, respectivamente. Del primero, porque se pone de manifiesto eso de que la justicia debe ser pronta y expedita es puro cuento en nuestro país, ya que desde hace más de diez años que al parecer se le había dado carpetazo a este asunto, al menos en México, y por el segundo, debido a que su detención ha despertado muchas suspicacias entre la opinión pública.
Si bien ambos personajes podrían entrar en el supuesto delito que se les imputa, se ha documentado mucho al respecto de sus malos manejos financieros con dinero del erario, y si huyeron, entra la evidencia de que algo tienen que ocultar.
Y ahora con las dichosas redes sociales, de quien más ha hecho mofa la gente a través de los mentados memes, es precisamente de Javier Duarte; y todo debido a la facilidad de su detención de acuerdo a los medios informativos, pero sobre todo por mostrar en algunas de las fotografías una sonrisa que no presagia nada bueno para quienes creen aún en la justicia. Porque esa sonrisa que muestra Duarte de Ochos sí que es de llamar la atención pues es muy similar a la que mostró el supuesto narcotraficante Édgar Valdez Villarreal, alias la Barbie, quien al ser detenido en la ciudad de Guadalajara, y al ser presentado ante los reporteros no dejaba de sonreír quizás al no poderse aguantar por saber que gran parte de todo lo que se estaba informando respecto a su captura era más farsa que veracidad.
Así que posiblemente el exgobernador veracruzano también fue infectado de esa burla interna por saber y estar consciente de que todo es puro ruido mediático y que de ahí no pasará, porque después de un tiempo razonable y debido al olvido colectivo por ya no informar nada sobre él, su familia y allegados, volverá a disfrutar de esa impunidad tan característica ya en nuestra depauperada nación.
Por lo pronto ya empezaron mal las cosas, porque según los noticieros, la deportación de Guatemala a nuestro país de Javier Duarte podría tardar de seis meses a un año, ¿por qué? ¿Qué no se supone que al ser buscado por la justicia mexicana con la ayuda de la Interpol, y esta a su vez haber lanzado una ficha roja para su captura en donde quiera que se encontrara, qué no lo más óptimo sería que en cuanto fuera apresado haberse enviado a nuestro país? La justicia mexicana lo busca con la ayuda de la Interpol y las policías de otros países, entonces, en cuanto lo encuentran decirle a la justicia mexicana: ten justicia mexicana, aquí está al que buscabas y tan, tan; sin más trámite de por medio porque se supone que la orden de captura es vigente para quien lo pretende juzgar, ¿o no? ¿Para qué tanto engorro? Sería como cuando una familia busca a uno de sus hijos que ha desaparecido y ni modo que quien lo encuentre no se lo regrese de inmediato, que le diga a los padres que se tienen que hacer una serie de requisitos y no le entregarán a su hijo hasta que estos se cumplan.
Y volviendo a esa enigmática sonrisa, es lo que hace pensar que tal vez sí haya un arreglo de por medio sobre su captura, porque tal vez Javier Duarte tenga presente lo que les ha pasado a otros personajes que en un tiempo tuvieron sus 15 minutos de fama y hoy ya casi nadie se acuerda de ellos. He ahí al exgobernador de Coahuila Humberto Moreira a quien nada más faltó que se le diera una disculpa pública por parte del gobierno español que lo retuvo por algo y no por alguna equivocación. También podría tener presente Duarte de Ochoa a los supuestos banqueros salinistas que se fueron con todo y hebra como Jorge Lankenau Rocha, Carlos Cabal Peniche y Ángel Isidoro Rodríguez más conocido como “el divino”, que después de un poco de ruido la libraron y siguieron tan campantes. Pero a quien más debe tener en mente el exgobernador veracruzano es a Raúl Salinas de Gortari quien a pesar de todas pruebas que se documentaron en su contra hasta con identificaciones falsas y enormes cantidades monetarias en Suiza, quedó absuelto, y no solo eso, sino que le regresaron todo lo que en su momento se dijo era mal habido. Así que tal vez por eso sonríe al igual que la Barbie ahora Javier Duarte, sabedor que posiblemente no le vayan a quitar nada de lo que dicen se llevó.
Ahora con la tecnología satelital y los dispositivos existentes, es casi imposible que alguien permanezca oculto tanto tiempo.
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