Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

Perder el piso por no pensar

Sergio Mejía Cano

07 de Febrero de 2017

Es común ver cómo muchas personas pierden el piso al pasar del área operativa a un puesto administrativo en cualquier rubro, porque de que los hay, los hay, y nunca falta alguien así; y más, si ya tienen más tiempo ocupando un puesto en la administración olvidando casi por completo lo que implica el área operativa, promoviendo acciones que en determinado caso podrían ser hasta descabelladas o incongruentes.

Ahora la administración del Mercado Municipal Juan Escutia, ubicado en Centro Histórico ha contratado personal de seguridad privada sin consultar a la mayoría de los locatarios, aunque varios de ellos aducen que posiblemente a petición de algunos comerciantes en el ramo de los alimentos, porque según ellos, hay momentos en que los pedigüeños o limosneros molestan a los comensales, y de ahí que hayan solicitado que se contrate seguridad privada para no permitir la entrada a este tipo de personas. Así que por lo mismo se contrató personal de seguridad, y ahora lucen en algunas de las puertas de acceso a dicho mercado unos letreros en donde se puede leer lo siguiente: “Estimado cliente: Prohibida la entrada a: Vendedores ambulantes. Personas en estado de ebriedad. Personas bajo el influjo de drogas. No bicicletas. No motos. Gracias por su visita”.

Como se podrá comprobar, en dicho letrero no se anuncia la prohibición a limosneros. Además, como es un mercado público, precisamente ahí algunos vendedores ambulantes se podrían estar surtiendo de lo que venden en las calles, por lo tanto como que no va que se les prohíba la entrada, porque hasta el día de hoy, es raro ver que anden vendedores ambulantes ofreciendo sus mercancías en el interior del mercado; y menos mirar que anden por los pasillos bicicletas o motos por sí solas. Posiblemente sí pudiera alguna vez entrar una persona con bicicleta pero no montada en la misma, sino jalándola por un costado tal vez para entregar o levantar algún pedido y por no tener forma de asegurarla en la calle pudo haber entrado con todo y su bici para que  no se la roben, pero son casos muy raros. Y desde luego que para nada se ha visto alguna vez a alguien montado en una moto o arrastrándola y menos aún con el motor encendido.

Un letrero tal podría ser más congruente en una plaza comercial como “El Fórum” o de los supermercados existentes en la capital nayarita, pero en un mercado público municipal, pues como que no cabe la idea, porque ¿quién va a determinar si alguien entra en estado de ebriedad o bajo el influjo de drogas? ¿Acaso un elemento de seguridad privada? ¿Le irán a proporcionar aparatos para medir la cantidad de alcohol que podría traer una persona en su organismo o alguna clase de reactivo para comprobar que alguien anda bajo el influjo de drogas? Y a propósito de drogas, se debería desglosar qué tipo de drogas, porque de éstas existe una gran variedad, tanto de las psicotrópicas como las de dinero o de adicción a otra clase de drogas menores como el tabaco, la de comida, la de refrescos de cola y un largo etcétera de gustos que son considerados como drogas de menor intensidad, pero drogas al fin y al cabo. Así que cómo un elemento de seguridad privada va a determinar quién sí y quién no entra al mercado, porque ni modo que los locatarios dejen de atender al público consumidor para ver quién entra al mercado para ver si lo echan para afuera o lo dejan andar por los pasillos por ser un cliente potencial.

En días pasados se suscitó un problema con un señor que se puso a cantar acompañado de una guitarra frente a un puesto de desayunos y comidas cercano a una de las entradas por la calle Puebla. Al estar este guitarrista interpretando una canción, se le acercó un elemento de seguridad privada y tronándole los dedos en forma por demás altanera le gritó: “ya chíspale compa, vas pa’ afuera”. Fue tal la prepotencia que mostró el sujeto de seguridad privada que hasta los comensales dejaron de engullir sus sagrados alimentos para pararle los tacos al de seguridad privada, y hasta algunos locatarios entraron al quite defendiendo al cantante y poniendo en su lugar al prepotente individuo de seguridad privada. Sin embargo, uno de los comensales que había intervenido se dirigió al de seguridad privada pidiéndole las gracias por haberlo salvado, porque el cantante casi le doblaba la estatura y porque éste le comentó que ganas no le faltaban de destrozarle la guitarra en la cabeza para que aprendiera a conducirse con un poco más de educación. Pero en fin. Sea pues. Vale.

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