Dentro de lo malo algo bueno

Dentro de todas las calamidades que está generando en nuestro país el flamante gobierno gringo bajo el fascista Donald Trump, al parecer ya hay una buena noticia para Nayarit y desde luego para la ecología, pues es muy probable que se haya suspendido al menos en lo inmediato la construcción de la presa hidroeléctrica de “Las Cruces”, que dañaría irremediablemente la flora y la fauna en el entorno al río San Pedro-Mezquital y más allá, y por supuesto al medioambiente no nada más de nuestra entidad, sino a nivel nacional y hasta mundial, porque según los enterados, al atacarse una parte de la Naturaleza se ataca toda en su conjunto porque ésta tiene que hacer un reajuste para balancear el daño que sufrió y tratar de recomponer ese daño causado.

Desde que se dio a conocer el proyecto de dicha construcción de las Tres Cruces, hubo voces inconformes que señalaban el daño que provocaría al ecosistema en caso de llevarse a cabo ese proyecto que si bien generaría miles de empleos tanto directos como indirectos, esto no sería nada comparable ni resarcible y mucho menos equitativo con la alteración ecológica, pues pondría en peligro a muchas especies por la destrucción de su hábitat, así como a las comunidades ahí asentadas ancestralmente que junto con sus centros ceremoniales hubieran tenido que desaparecer al ser cubiertos por el agua. Unos asentamientos que veneran sus espacios espirituales desde mucho antes de la llegada de los españoles a este continente, por lo que cualquier árbol, mata, planta, piedra (piedras que están ahí desde muchos siglos antes de la aparición de las primeras imágenes religiosas en el mundo) o polvo que los habitantes del entorno en donde se construiría la presa adoran, tiene mucho significado para ellos, un significado que se tiene qué respetar siempre porque eso es lo que vale para esas comunidades para su comunicación espiritual con el cosmos, con el Logos, con el Todo o la Divinidad de acuerdo a su propia convicción, tal y como los mestizos veneramos nuestras propias creencias.

Ahora bien: es incomprensible que con tal de generar empleos, aunque sean temporales como en este caso, se anteponga esto a los posibles daños que se le causen al ecosistema, a que tengan que desaparecer comunidades ancestrales enteras, así como sus centros ceremoniales, teniendo que cambiarse a otros lugares muy ajenos a sus milenarios asentamientos, pues no se compara ese daño con que haya empleos temporales, temporales porque está visto que los empleos que se dieron con la construcción de las otras presas hidroeléctricas en Nayarit no persistieron, pues se ha documentado que una vez concluidas las presas, muchos de esos empleos desaparecieron sin la posibilidad de que volvieran a restituirse. Es obvio que hace falta la creación de empleos, pero no con base a daños irreversibles a la Naturaleza que en sí, ningún beneficio acarrean a la población, he ahí quienes han sido los más favorecidos con la creación de los grandes emporios turísticos que se han desarrollado en el país. ¿Acaso lo han sido los antiguos dueños de los terrenos en donde ahora señorean las grandes cadenas hoteleras?

En la Agencia Digital de Noticias Parlamentarias y en ImagenAgropecuaria.com, desde marzo 10 de 2015 ya se daba la noticia de que la CFE violaba la Ley de Ecología al construir la presa “Las Cruces” en Nayarit; y resalta la voz del senador por el estado de Sinaloa, Salvador López Brito, presidente de la Comisión de Pesca y Agricultura en el Senado de la República, que la CFE sigilosamente había iniciado ya parte de la construcción de la presa Las Cruces en Nayarit, violando la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección del Ambiente, sin valorar que habría más afectaciones que beneficios para la entidad, ya que la cantidad de energía que produciría sería mínima en comparación con el grave deterioro ambiental y social a las comunidades en torno del río San Pedro-Mezquital.

En dicho portal de internet, se informa también que dicho senador por el estado de Sinaloa presentaría un punto de acuerdo al Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, para la suspensión de dicha construcción y evaluación del proyecto hidroeléctrico, pues no nada más se oponían a la construcción de la presa las comunidades aledañas al río San Pedro, sino también habían manifestado su rechazo investigadores y académicos de más de 42 universidades e incluso el titular de la Conapesca y autoridades de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).