El tema de nunca acabar
Sergio Mejía Cano
28 de noviembre de 2016
El tema de la muerte del Comandante Fidel Castro Ruz, prácticamente ha acaparado la atención mundial dando pie a comentarios de toda índole, ya sea a favor o en contra de su vida y obra respecto a la Revolución Cubana. Y probablemente la controversia de siempre no acabe igual que su vida, ya que posiblemente seguirá dando mucho de qué hablar, pues quiérase o no, ya está marcado como el último prócer contemporáneo a nivel mundial.
Si bien se dice que no es ético tratar de asuntos personales en una columna de opinión, en ocasiones tiene uno que recurrir a lo particular para tratar de explicar el porqué se involucra uno en determinados temas. Porque en mi caso, la primera vez que oí hablar de Fidel Castro fue en una reunión familiar de día domingo cuando un servidor aún no cumplía los diez años de edad, por lo que deduzco que sería allá como por 1961 o 1962 cuando oí decir a una tía que el sacerdote los había sorprendido a la mayoría de los feligreses a la hora del sermón, cuando habló del Comandante cubano, y recuerdo bien que mi tía dijo con un dejo de asombro que qué le pasaba al señor cura al hablar en misa sobre un cubano nada más porque en cierta forma -que había dicho el sacerdote- se parecía a Jesús por las barbas, y que si trajera el pelo largo como su compinche al que llamaban el Che, se asemejaría aún más, porque simbolizaba la lucha en contra de un tirano o como David contra Goliat.
Esta charla jamás se me olvidó, por lo que al ir creciendo la idea no se apartó ya jamás de mi mente todo lo relacionado sobre Fidel, en quien fijé mi atención y, cuando leí el libro de “La historia me absolverá”, se forjó con profundos cimientos mi admiración por Castro Ruz, porque de acuerdo a su explicación, mi sentido común se iba abriendo el concepto de que no nada más hablaba de la miseria de sus paisanos por la que quiso derrocar al tirano Fulgencio Bautista con su ataque al Cuartel Moncada en 1953, sino de nuestro propio país.
Con el tiempo, cada vez que oía despotricar a alguien en contra de la hermana República de Cuba, me quedaba pensando al comprobar que hablaban de sus carencias como si aquí no las tuviéramos. Como por ejemplo cuando un compañero ferrocarrilero había ido de vacaciones a la isla mayor de las Antillas, llegó diciendo que sí era cierto lo que siempre decían las noticias e informaciones de todo tipo de que los anaqueles de las tiendas en Cuba estaban vacíos, que se notaba una gran carencia de víveres y que sí hacían largas filas los cubanos para conseguir algo que llevarse a la boca de acuerdo a la tan mentada libreta de racionamiento.
Y si bien desde la primera vez que había oído o leído algo al respecto, siempre me preguntaba que si bien aquí en nuestro país los anaqueles de los supermercados estaban rebosantes de mercancía, igual no había poder adquisitivo, así que prácticamente era la misma; y además en infinidad de comunidades de nuestra nación, había gente que pasaba más hambre que los cubanos.
El mismo Fidel Castro reconoció alguna vez que estaba consciente de que había ciudadanos cubanos que se prostituían, como las llamadas jineteras que hasta por un pantalón de mezclilla o unas zapatillas entregaban su cuerpo; pero reconoció también Castro Ruz que es parte de la naturaleza humana el querer tener lo que se anhela, lo que se desea y que precisamente a los cubanos por fuerza les tenía que llamar la atención con tanto bombardeo mediático, lo que el mundo continental ofrecía en cuestión de vestimenta y calzado, así como de otros artículos que si bien en otras naciones del continente americano estaban a la venta, no estaban al alcance de todos, sino de unos cuantos nada más, pero no del grueso de la población, así que obviamente no se podía luchar en contra del deseo de la gente por tener un pantalón o unos zapatos con tan solo ser compañía de una noche de un turista o una turista según fuera el caso.
Y cuando he leído que las cárceles cubanas son un infierno, también me he puesto a pensar si no estarán hablando de las de nuestro país, porque según se ha documentado, el hacinamiento y sobrepoblación que existe en nuestros penales son ya una bomba de tiempo que en cualquier momento podría estallar. Y quienes por equis circunstancias han estado presos, no cuentan maravillas de lo que sucede al interior de nuestras cárceles, pues literalmente comentan cosas que se dicen pasan en las de Cuba y hasta otras peores, porque aquí todo cuesta. Así que por muchas cosas no se puede ignorar Fidel Castro Ruz.
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