La candidatura indígena
Miguel González Ibarra
04 de noviembre de 2016
Una mujer indígena a la Presidencia de la República tal y como lo anunció el EZLN, es el motivo y causa de la presente reflexión.
El cambio de estrategia de los zapatistas, es muy bueno para el país. A nadie le hace daño, mucho menos a la historia. La participación de esta corriente política en la disputa por el máximo cargo nacional, era una necesidad.
Las grandes masas son las que hacen la historia. Las grandes masas se conquistan, no llegan solas ni caen del cielo. Se conquistan en el combate diario, cuerpo a cuerpo, gente por gente, domicilio por domicilio, en calles y plazas, más no con mercadotecnia, sino, en la batalla de ideas, ésta, la actividad más antigua de la historia universal.
La grandes masas se conquistan, sobretodo, por medio y a través de la vía pacífica, es decir, por la vía del voto universal o, igual, transitando las veredas de la violencia revolucionaria tal y como ---en el caso de nuestra historia---, ocurrió con Hidalgo, con Juárez y con Madero, Zapata, Villa y Flores Magón en la Revolución del 10.
Lucha armada que no conquista a las grandes masas, nunca verá la victoria. Lucha pacífica que no conquista a las grandes masas, nunca llegará a la victoria ni entregará el poder al pueblo. Así de sencillo. Así de fácil.
¿Se puede ganar la conciencia revolucionaria de las grandes masas por medio de la batalla pacifica?
Por supuesto que si. La conciencia revolucionaria de las grandes masas también se construye y gana por medio de métodos pacíficos de lucha tal y como está ocurriendo en toda la América Latina, cuyo espacio, ya no es el patio trasero de los Estados Unidos de Norteamerica.
Fidel se propuso ganar a las grandes masas, por medio de la vía armada revolucionaria, porque el enemigo no le dejó otro camino y, lo logró. Conquistó a todo el pueblo. Allende se propuso ganar a las grandes masas chilenas por medio del voto universal y, lo logró, iniciando un proceso inédito en la América Latina, hoy por hoy, continuado por Chávez, Maduro, Evo, Correa, Sánchez Cerén y Daniel, entre otros.
El anuncio de los zapatistas se ofrece en este marco de los grandes cambios acaecidos en el subcontinente a través de la vía pacífica, es decir, por medio del voto universal. Y América Latina está cambiando a pasos agigantados. Nunca se había logrado y alcanzado tanto. El sufragio está cambiando y transformando revolucionariamente al continente.
La ortodoxia dice que la clase obrera es la llamada a construir y desarrollar el modelo de Poder Popular como antesala del sistema que logra repartir la riqueza con equidad, justicia y democracia. ¿Se puede separar a la clase obrera de los indígenas? ¿Se puede separar al campesinado de los indígenas? No, de ninguna manera. Es un error plantear la separación de campesinos, obreros e indígenas. Tanto la clase obrera como el campesinado revolucionario, está íntimamente vinculado a los indígenas de México y, éstos, los indígenas, pueden encabezar la revolución proletaria e instaurar el modelo que acabe con los antagonismos de clase. No hay absolutamente ninguna diferencia entre clase indígena con clase obrera y clase campesina. Los tres sectores de la sociedad son explotados y requieren tanto de la nación como del interés social, para defender y salvaguardar su patrimonio y, transformar, su nivel y calidad de vida.
Juárez, de origen indígena, transformó la vida del país. Evo, de origen indígena, transformó la vida de los bolivianos. En los actuales momentos, los zapatistas, con su propuesta de una mujer indígena para ocupar la Presidencia de la República, pueden transformar la vida de la nación y de los mexicanos todos.
El anuncio de los zapatistas, de entrada, se enmarca en la nueva moral que le urge al país y que está en el esquema de Pepe Mujica, el Presidente Uruguayo, que es el modelo de mandatario, al poner el ejemplo de tomar solamente lo que necesitaba para su sobrevivencia, impactando al mundo, cuando se trasladaba, él manejando su vochito, sin guardia personal, de su casa, en las afueras de Montevideo, al Palacio Presidencial en la capital del país. Es la humildad que debemos ver y vivir los mexicanos. Es la nueva moral que muestran los zapatistas. La nueva moral que mostrará la candidata indígena a La Presidencia de la República lanzada por el EZLN, registrada o no, ante la autoridad electoral, será un hecho de los nuevos tiempos en México, que sacudirá sin duda la conciencia nacional.
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