El justiciero anónimo
Sergio Mejía Cano
03 de noviembre de 2016
Buena polémica se ha armado respecto a los cuatro cuerpos encontrados a un lado de la carretera México-Toluca, después de que se informó que no era un ajuste de cuentas, sino que eran asaltantes que recibieron su merecido por parte de uno de los pasajeros que viajaba en el autobús que acababan de asaltar.
Este hecho ha polarizado a una parte de la población, debido a que unos están a favor y desde luego otros en contra junto con las autoridades quienes han señalado que irán a la caza del asesino que ahora mucha gente llama “el justiciero”.
Es obvio y queda entendido que nadie tiene por qué hacerse justicia por su propia mano; sin embargo, quienes están aplaudiendo el que haya habido una persona que ajustició a estos asaltantes lo hacen aduciendo que porque precisamente las autoridades no hacen caso de tantas denuncias que se hacen cotidianamente referentes a los asaltos a autobuses de pasajeros en las carreteras del país; y que tan no hacen nada porque no se le ha puesto un remedio, si bien no absoluto, sí al menos que se viera que están trabajando. Claro que sería prácticamente imposible evitar que ya no haya este tipo de asaltos y robos, porque ni modo que en todas y cada una de las unidades de transporte público de pasajeros vayan elementos policíacos cuidando que no sean víctimas de alguna fechoría, pero sí por lo menos reducirlos al mínimo; pero al parecer no es así, porque hoy en día se sabe más de estos robos debido a las redes sociales, pero es muy probable que antes de que hubiera tanta comunicación entre la misma ciudadanía debido a la nueva tecnología de los teléfonos móviles, a pesar de haber tantos asaltos de este tipo, se sabía nada más que de una mínima parte y no por denuncia precisamente, sino por pláticas de quienes habían sido víctimas de estos atracos.
Así que tal vez y surjan más de este tipo de personas que estén alertas para asestarles golpes duros a los asaltantes de las carreteras si es que las autoridades siguen mostrando la apatía que parece la han tenido hasta el momento.
Pero no nada más podrían surgir “justicieros o vengadores anónimos” en las carreteras, sino en las grandes ciudades y desde luego medianas y pequeñas debido al incremento de la delincuencia que parece no tener freno. No por nada se han dado los linchamientos de supuestos asaltantes, violadores y rateros en varias partes del país; que ya no se deberían considerar como hechos aislados y sí preocupantes no nada más para las mismas autoridades sino para toda la sociedad en su conjunto, porque en esos linchamientos las víctimas podrían ser personas inocentes que nada tengan que ver con las acusaciones que les hagan, pues recordemos que cuando la gente anda ardida nomás señala sin ton ni son y ya alterada no se fija quién se la hizo, sino quien se las pague; y esto desde luego que es infinitamente peligroso; pero como está visto, si han linchado supuestos delincuentes, es más por falta de la acción policíaca que por nomás quítame estas pulgas.
Claro que hay casos excepcionales en que el ajusticiamiento por propia mano es inevitable, como el reciente caso en que tres mujeres le quitaron la vida a ladrillazos y cacerolazos a un supuesto asaltante que se había metido a la casa de éstas mujeres quienes al verse en peligro con un individuo que no había sido invitado a entrar por la puerta principal, pues no les quedó de otra más que defender su integridad y pertenencias. Y no se les puede culpar de asesinato porque tal vez ellas no sabían si el intruso portaba algún tipo de arma o qué intenciones traía; pero se supone que al no ser invitado a entrar no iba a ofrecerse a ayudar a cambiar un foco fundido a destapar algún caño, así que a las mujeres en cuestión no les quedó de otra más que aplacarlo de alguna manera, si se les pasó la mano tal vez fue por la presión del momento en que la adrenalina hace que la fuerza corporal aumente y no mida las consecuencias de la inmensidad de los golpes que se propinan.
De hecho se ha documentado que las llamadas autodefensas que se empezaron a generar en Michoacán y Guerrero, fue debido al poco caso que hacían las autoridades frente a las denuncias constantes que los pobladores de algunas regiones hacían respecto a traficantes de madera que talaban clandestinamente infinidad de árboles deforestando los bosques y dejando completamente pelones los cerros también, provocando con esto que empezara a haber deslaves por la falta del agarre que hacían las raíces de dichos árboles talados en el suelo.
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