Los tecnócratas del gobierno nos llevan al despeñadero

Los tecnócratas del gobierno no hayan a quien echarle la culpa de sus ignorancia, ineficiencia e ineficacia. Solamente falta que inculpen a Dios o a la Virgen de Guadalupe y digan “Dios quiere” que más de la mitad de los mexicanos se estén muriendo de hambre y no encuentren trabajo. Por lo pronto Donald Trump resultó ser el victimario. El jefe del banco central mexicano Agustín Carstens dijo que el desempeño electoral y político del candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, tiene efectos negativos en la cotización del peso frente al dólar. Ya se encontró un culpable, y para evitar más “males” al país, habrá que votar por la bienhechora “Hilaria Clinton”. Un burdo mensaje a los mexicanos radicados en el vecino país del norte. Y con ella de presidenta norteamericana seguramente habrá que votar por Margarita Zavala del PAN en el proceso electoral presidencial del 2018. Quizás por eso el actual presidente de México está haciendo lo suyo para garantizar el triunfo de la candidata panista a la presidencia de la República.

Por otra parte Carstens consideró que la moneda mexicana al tipo de cambio actual está “subvaluado” y no refleja la robustez de la economía mexicana. Seguramente el gobernador del banco central mexicano vive aislado en este inmenso territorio en donde más del 50 por ciento de los mexicanos están en situación de pobreza alimentaria, en donde la concentración de la riqueza en pocas manos contrasta con la masificación de la miseria, en donde la desocupación o la ausencia de puestos de trabajo es la “comidilla” del día, en donde la desigualdad e injusticia social está a la orden, en donde la corrupción y la impunidad son parte de la vida institucional de este país, etc. Pero además, el peso mexicano no está “subvaluado”, está “devaluado”. Antaño la moneda mexicana era una moneda dura porque se producía en oro y plata. Incluso México vendía moneda y prestaba en pesos-plata a otros países. Después se cambió la moneda metálica por papel-moneda, situación válida en tanto cumplía la función de “instrumento de circulación”. Sin embargo en esta función y para mantener cierto equilibrio del “valor real” del “papel-moneda”, tiene necesariamente que existir un “cierto respaldo” material de dicha moneda. En México el respaldo material que existía además del oro y los metales preciosos era el “petróleo”. Y en Estados Unidos de América” además del oro, los metales preciosos y el petróleo era su producción industrial. Sin embargo el precio del petróleo cayó hasta el sótano y la producción industrial norteamericana fue sustituida por la producción industrial china. Por lo tanto, tanto el papel-moneda norteamericano como el peso mexicano se han devaluado, ya que sus valores-reales de sostenimiento se han reducido. Con el agravante de que el papel-moneda mexicano tiene como soporte en sus reservas al dólar norteamericano. Y como dicen los que saben, el peso mexicano se perfila a registrar una nueva caída en el tercer trimestre del año de más de un 6 por ciento frente al dólar. Y en toda esta situación nada tienen que ver ni Donald Trump, ni mucho menos la Virgen de Guadalupe o Dios.

Y por si fuera poco, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) aseguró que al cierre de 2016 habrá una disminución de al menos 167 mil 525 millones de pesos en la deuda del gobierno federal, además de los recortes ya programados para 2016-2017. Definitivamente quieren asegurar el triunfo del PAN en las elecciones presidenciales del 2018. Los recortes al gasto público y a la deuda pública se traducirán necesariamente en una contracción de la economía mexicana. Se disminuirá el “consumo” o la “demanda efectiva de bienes” y, consecuentemente esto se repercutirá en un decremento en la producción local. Habrá quiebras de empresas, fundamentalmente las medianas, pequeñas y micros. Y evidentemente que subirá el número de desocupados al lado de los pobres o habrá más pobres. Y no es que uno quiera que así sucedan las cosas, sino que son consecuencia de las políticas públicas equivocadas o quizás,  sea un “plan con maña”. En fin.