Tepic, Nayarit, sábado 23 de noviembre de 2024

La ilógica política de reducir gasto para crecer

Octavio Camelo Romero

15 de septiembre de 2016

En recientes días el nuevo secretario de Hacienda dijo que habrá una reducción del presupuesto 2017 en 239.7 mil millones de pesos, equivalente al 1.2 por ciento del producto interno bruto (PIB). Sin el menor rubor señaló que se reducirán los presupuestos para educación, salud, cultura, turismo y ciencia y tecnología, pero, los poderes Legislativo y Judicial no tienen por qué preocuparse, pues el recorte presupuestal no los alcanzó, antes bien, en 2017 dispondrán de 112 mil 300 millones de pesos, 9.6 por ciento más en términos reales que el presupuesto que se aprobó para este año. En cambio, Educación Pública dispondrá de 265 mil 704.2 millones de pesos, que equivale a una disminución de 10.6 por ciento en términos reales respecto de lo aprobado en 2016, y al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, CONACYT, le destinan 26 mil 963.5 millones de pesos, esto es, 23.3 por ciento menos que en este año. Y con todos estos recortes se dice que el país va a crecer.

Llamamos la atención al tema de la educación e investigación científica porque según los ideólogos del capitalismo global son además de un factor importante para el crecimiento económico de cualquier país, son a la vez el dispositivo fundamental para no perecer en la cruenta lucha competitiva entre las empresas y entre los capitales.

Ya lo dijimos en este espacio que, en la actualidad el desarrollo de las fuerzas productivas requiere de una cualificación extraordinaria no vista hace un siglo. Las ciencias y las tecnologías además que han modificado las condiciones materiales y sociales del desarrollo del capitalismo, lo han catapultado a dominar todos los rincones de este planeta. Es sorprendente como el genio de Carlos Marx visualizaba esta evolución de la sociedad capitalista y lo plasmó en “El Manifiesto del Partido Comunista” en la década de los años 50 del siglo XIX. Sin embargo, este progreso de las ciencias y las tecnologías o de las fuerzas productivas “materiales” solo se pudo y se puede conseguir con el concurso del saber científico en manos de la sociedad. Cómo puede ser posible entonces que con la reducción a la Educación Pública del 10.6 por ciento en términos reales respecto de lo aprobado en este año y con la disminución del presupuesto del CONACYT en un 23.3 por ciento respecto de lo presupuestado en 2016, se pueda crecer.
Ni siquiera se puede pensar en la posibilidad de la inversión extranjera porque la inversión directa (ID) dura un tiempo pertinente para establecerse y operar y, la inversión especulativa es muy asustadiza. Por lo pronto ya se sabe que a los investigadores becarios no los van a seguir becando y es muy probable que tampoco les financien investigaciones. Y con ese recorte a la Educación Pública seguro que las Universidades Públicas tendrán que cerrar para darle paso a las Universidades “patito” del sector privado. Desde luego que ese es el objetivo: “privatizar la educación”.

De conformidad con la “división social del trabajo”, el saber social es posible parcializarlo y escoger una región del mismo para desarrollarlo en cierta región del planeta.  Esa debiera de ser una estrategia para los mexicanos y el gobierno de México. Pero si en lugar de “invertir” se reduce el gasto público dedicado a la educación y a la investigación, entonces las sentencias de la educación de calidad no pasarán de ser “slogan” de campaña electorera o demagogia de un gobierno impopular. En fin.

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