De dónde son o de dónde llegaron
Sergio Mejía Cano
13 de septiembre de 2016
Para quienes andamos cotidianamente por las calles del Centro Histórico (CH) de Tepic es sorprendente ver cómo cada día que pasa aumenta el número de personas indigentes, de pedigüeños de todas las edades, aunados a gente que pide una dádiva a cambio de un dulce o porque se llevará a cabo alguna celebración en alguna escuela o simple y sencillamente para ayudar a las casas de rehabilitación de drogadictos o alcohólicos.
Es común que al estar en un café de los que colindan la Plaza Principal, frente a Catedral o en las bancas de esta plaza u otras o jardines aledaños o hasta en la Calzada del Panteón, de pronto se aparezca un pedigüeño, el que no da más muestras de necesitar algún tipo de ayuda más que estar trabajando en alguna parte. Claro que se podría decir que la culpa que ande pululando tanta gente pedinche es precisamente debido a quienes les dan alguna moneda, porque se entiende que por esto se genera el modus vivendi de los pordioseros al ver que les va muy bien pidiendo dinero en vez de trabajar.
Hay muchas personas que afirman y aseguran que han visto a una señora que acostumbra a pedir limosna en la plaza principal montada en una silla de ruedas, en un salón de apuestas que está en una plaza comercial al oriente de la capital nayarita; sí, ahí en donde se dice también acostumbran estar infinidad de servidores públicos tanto en activo como en el ostracismo político, así como a varios presidentes de algunos municipios nayaritas.
Hasta hace muy poco tiempo relativamente, se veía caminar y pedir por el CH a un joven cuya única vestimenta es un pantalón corto, mugroso en su apariencia y dando muestras de no tener muy bien conectado su cerebro; sin embargo, hoy en día ya hay otros tres personajes similares a este muchacho del pantalón corto, a quien por cierto, se dice que hay gente que le ha dado ropa para que se cubra, pero que no se la pone; y así como este personaje ya casi se podría decir tradicional de las estampa folclórica del CH, andan otros más tal vez porque ya vieron que sí sale dinero para subsistir al comprobar que ganan más que estar trabajando ocho horas por 70 pesos.
Pero ¿de dónde ha salido toda esta gente indigente que hasta hace poco tiempo no se veía en las calles de Tepic? Porque de pronto han aparecido, por lo que se podría suponer que si acaso no serán víctimas de una mafia de explotadores que los hayan traído de otros municipios o entidades del país y ponerlos a limosnear para al finalizar el día hacerlos que se reporten en determinado lugar para ver la ganancia obtenida. Y esto es de suponer porque el pretexto para pedir dinero de la señora cargando un niño dormido, como que ya está muy quemado, así como los pequeños que andan vendiendo golosinas y que al ponerse a observarlos se ve con claridad que hay unos adultos vigilándolos y que son con quienes se reportas para hacer cuentas. Así que como los lisiados, niños enfermos en brazos de sus madres y pedigüeños tradicionales ya están muy quemados, ahora han aparecido otro tipo de limosneros: los indigentes aparentando estar mal de sus facultades mentales.
Así que esta gente de tipo indigente que de pronto ha aparecido en el CH y demás calles aledañas a pedir limosna, ¿en dónde estaba hace un año o más? ¿Por qué de pronto aparecen en Tepic y nadie hace nada por investigar de dónde proceden o quiénes son sus familiares? ¿Acaso se cayeron del tren y tanto les gustó Tepic que por eso se quedaron a “radicar” aquí?
Y en verdad que es raro el incremento de este tipo de gente, porque de algún lado tuvieron que haber salido, porque no brotaron de la tierra, deben de tener familiares ya sea aquí mismo o en algún otro lugar; y además, es muy probable que no toda su vida desde que nacieron hayan sido indigentes o limosneros. De algún modo han de haber tenido su sustento diario para llegar a la edad que hoy tienen, porque ni modo que se hayan mantenido de puro aire hasta que cayeron a las calles tepiqueñas.
Lo malo es que no hay ninguna autoridad que hasta el momento se haya hecho cargo de recoger a esta gente y albergarla en algún tipo de asilo para que no ande vagando por las calles. ¿Y por qué nadie hace caso de los indigentes? Pues tal vez porque a la mejor no son negocio si es que ya hay quién los esté explotando comercialmente. Lo que sí es cierto es que aunque hagan sus necesidades fisiológicas en donde sea, tampoco hay quien les llame la atención; ah, pero no fuera cualquier otro ciudadano que evacúe la vejiga en la calle, porque te llamabas.
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