Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

Vocación de servir y no de servirse

Sergio Mejía Cano

24 de Agosto de 2016

Es verdaderamente lamentable que el día del bombero haya pasado casi desapercibido para mucha gente, siendo que de los servidores públicos son los de más admirarse por su entrega y dedicación a sus labores, pues esta sí que es por vocación de servir y no de servirse. Hay quien dice que de no haber visto y leído la nota en el periódico ni cuenta se habría dado de que hay un día especial para festejar a los también llamados traga humo.

Y es verdad de que quienes entre sus obligaciones está la de atender a la ciudadanía, los que con más crédito cuentan son los bomberos, a los que ahora se le agregan en cierta forma los miembros de Protección Civil que atienden al igual que los bomberos a la población en desgracias de todo tipo. Queda claro que en atención a desastres de mayor magnitud están los miembros del Ejército Nacional que al aplicar el Plan DN-3 se abocan con todo en ayuda de la gente; pero en lo inmediato, está protección civil y desde luego, los bomberos.

Y vaya si don dignos de admirarse los miembros del Heroico Cuerpo de Bomberos, porque quien está ahí es debido que tiene una real vocación de servir a sus semejantes; y si bien en otras corporaciones podría haber miembros con vocación, en las corporaciones policíacas se podrían dar casos de que algunos de los que ahí están lo hacen para ver qué beneficio sacan en beneficio propio y mínimo, para descargar traumas y frustraciones de la vida que cargan sobre sus hombros y que quienes les pagan esas cargas emocionales, son por lo regular los ciudadanos que caen en sus manos.

Es posible que un bombero sepa de antemano que a veces ni las gracias le van a dar por poner en riesgo su vida salvando la de otro seres vivientes, que esté consciente de que su salario jamás se va a asemejar a lo que significan sus labores, que muchas de las veces el equipo con el que cuenta no está en óptimas condiciones de servicio o ya esté prácticamente inservible, pero aun así está dispuesto a darlo todo sin esperar nada a cambio.

Hay quien señala y afirma que también existen socorristas voluntarios que se dice no cuentan con ninguna clase de remuneración económica, y que indudablemente son dignos de admirarse porque ocupan su tiempo en ir a atender accidentes, atender y levantar personas heridas, mover cadáveres o partes del cuerpo humano y sin hacer gestos. Pero he aquí que respecto a esto, hay voces que afirman que entre los socorristas voluntarios hay algunos que andan ahí no por buenos samaritanos, sino para ver qué sacan de provecho entre las víctimas; eso dicen varios que ahí han estado y que al ver el actuar de sus compañeros se han decepcionado de tal manera que mejor han abandonado las filas del voluntariado, porque en cierta forma se hacen cómplices por tener que quedarse callados ante un hecho confuso. Sin embargo, podría ser algo como leyenda urbana de que a un accidentado que está inconsciente o fallecido, lo pasan a la báscula antes de que llegue alguna autoridad más, que si ven un anillo, un torzal, un buen reloj, carteras abultadas o no, etcétera, se acomiden a guardarlo para que no se extravíen en la bola; igual si dentro de un auto accidentado hay algún estéreo que valga la pena o algún otro aparato electrónico que haya quedado por ahí, etcétera, también lo guardan en mientras, y si nadie los reclama después, pues ni modo, posiblemente también pasen a mejor vida. Eso dicen, aunque bien podría ser leyenda urbana y nada más.

Y volviendo a trabajadores dignos de admiración y poco reconocidos como los carteros, hoy casi extintos, por tan cotidianos y que por lo mismo la mayoría de las veces pasan desapercibidos, son los trabajadores que se encargan de la recolección de la basura, y vaya que sí son dignos de admirarse y hasta respetarse más ahora en tiempos de lluvia en que no importa si esté lloviendo o no, van por las calles de la ciudad levantando cuanta bolsa de basura está a la puerta de los domicilios o amontonada en un cruce de calles. No importa que el agua del cielo caiga sobre ellos y que las calles estén anegadas, así le entran al toro con todo. Y obvio que su trabajo no es poca cosa, pues está el potencial peligro de cortarse con vidrios o fierros mohosos o pincharse con alguna jeringa y por ende contraer una grave infección y no precisamente por la jeringa, sino por toda la suciedad a la que están expuestos y a mano limpia, es decir, sin ningún tipo de protección porque aducen los trabajadores de limpieza, que no se les proporciona nada para poder protegerse.

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