Criminalización y represión como políticas públicas en México
Octavio Camelo Romero
27 de Junio de 2016
No son nuevas, son viejas políticas públicas la “Criminalización de la disidencia” y la “represión sangrienta” de las manifestaciones y movilizaciones públicas de la inconformidad. Disentir de la opinión del Estado equivale a ser juzgado de “traidor a la Patria”, de “ser agente de fuerzas externas enemigas del país”, de “ser disoluto social o terrorista”, etc. Y lo peor del asunto es que estas tipificaciones fueron y son materia del derecho positivo mexicano. Por eso se dice que hay que protestar conforme a la ley, no por encima de la ley. “Nadie por encima de la ley”, gritan los agentes del capitalismo devenidos en simples siervos públicos del capital enclaustrados en el gobierno. Y no solo en el gobierno federal sino también en los gobiernos estatales y municipales. Pero para hacer la ley o las modificaciones a la ley, no se pide la opinión a los nacionales. En este caso a los mexicanos. Bastó que las cúpulas de tres partidos estuvieran de acuerdo para que se trastocara toda la legislación nacional y se diera paso a las “Reformas Estructurales”. Si, bastó que las cúpulas del PRD, PAN y PRI se pusieran de acuerdo con el presidente Enrique Peña Nieto para que las así llamadas Reformas Estructurales fueran aprobadas en el Congreso de la Unión al margen de la opinión de todos los mexicanos. Y si alguien no está de acuerdo con ellas se le llama “traidor a la Patria” y si se protesta públicamente y mediante las movilizaciones sociales en contra de ellas, se te reprime y hasta te matan. Dentro del paquete de “Reformas” esta la mal llamada “Reforma Educativa”. Como en su momento lo dijimos en este espacio, esta Reforma estuvo hecha para desmantelar los movimientos disidentes de los gobiernos estatales y federal; principalmente los movimientos popular-magisteriales de las entidades del sur del país. Y así sucedió. Pero la gente protestó contra la tal reforma y se le acusa “disoluto”; en el mejor de los casos se reprime sin matarlos, pero llegado el momento y si no entienden la represión llega hasta la muerte. Sin embargo, lo curioso es que quienes apoyaron la creación y aprobación en el Congreso de la Unión, de las “Reformas Estructurales” hoy salgan a protestar contra ellas mismas; hoy se unan a la lucha contra la “represión sangrienta” de los maestros de la CNTE y de los pueblos de Oaxaca, Chiapas y Guerrero.
Indudablemente que los maestros rurales forman la parte más desfavorecida de la intelectualidad mexicana. Son un vaso comunicante del Estado Neoliberal Mexicano y el pueblo económicamente desfallecido, dentro del cual se localizan las poblaciones indígenas, comunidades rurales, pueblitos dispersos, colonias populares, etc. El sueldo de estos maestros rurales es mísero; y su obligación es enseñar a leer y a escribir a sus alumnos para que estén informados de la ideología dominante, de la ideología del capitalismo; sin embargo, dada la enorme desigualdad social que existe en el medio rural, tanto maestros como alumnos de esas localidades se han radicalizado y han emprendido movimientos contestatarios al sistema político mexicano. Por eso han sido y están siendo reprimidos sangrientamente.
Por su parte el Estado Neoliberal Mexicano ha mostrado nulo oficio político y en cambio ha dado muestras de una política fascista, de oídos sordos. No escucha y solamente cuando han mediado muertes de ciudadanos, se ha dignado platicar con interlocutores. Incuestionablemente que tal situación está agravando las relaciones sociales y está poniendo en riesgo la paz pública. Ya lo hemos dicho: el horno no está para bollos. En fin.
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