El tiro por la culata

Los sucesos de Oaxaca indignan al país y al mundo. Al gobierno le salió el tiro por la culata. No se limitaron a aprehender y encarcelar. Están matando ya a maestros, que reclaman cosas justas, pero, están asesinando también a la población. Agarran parejo. Se comprueba aquí, una vez más, que al desatarse la violencia, ésta, no distingue credo ni color.
 
Las revoluciones así se hacen. En México se está haciendo la cuarta revolución. Ésta, será la definitiva. Terminará con la explotación de unos hombres por otros, que ha sido el sueño de toda la humanidad y, el punto de partida, para desarrollar la creación popular a límites inimaginables.
 
En los campos de batalla de la Revolución Mexicana murieron un millón de compatriotas para que los que hoy vivimos en este territorio llamado México tuviéramos mejores condiciones materiales y espirituales de existencia. La sangre derramada, pues, rindió frutos. El costo fue tremendo, pero, en cambio, se rompieron las cadenas del régimen feudal de las haciendas que trataba como esclavos a nuestros antepasados y no daba comida ni sustento moral a los pocos millones que poblaban el país, haciendo la comparación frente a los que hoy en día somos.
 
Lo deseable es que los cambios se dieran pacíficamente sin derramarse una sola gota de sangre. Eso lo deciden siempre los enemigos del pueblo. En este caso, la Coordinadora de maestros, no es la que desató la violencia. La masacre fue decidida y es responsabilidad únicamente del gobierno de Peña Nieto, que tiene que cargar con todo el juicio de la historia.
 
El magisterio de Oaxaca, agrupado en la CNTE, cumple con su deber, al salvaguardar el interés laboral del gremio, garantizado en el artículo 123 constitucional, así como ir a la defensa de la educación pública, cuya conquista, justamente, nos la otorgó el millón de muertos que entregaron sus vidas en los campos de batalla de la Revolución Mexicana, logrando insertar dicho concepto en el artículo tercero de nuestra Carta Suprema, fielmente interpretado por el Constituyente de Querétaro, el año 1917.
 
Esta vez, la creyeron fácil. Pensaron que siguiendo los pasos del dictador Porfirio Díaz, encarcelando y asesinando, derrotarían al magisterio nacional y al pueblo de México. Ahora, el problema no solamente es nacional, sino, el repudio al gobierno de Peña Nieto, abarca ya, todos los países, de los cinco continentes, es decir, el conflicto de Oaxaca, se hizo mundial. Les salió el tiro por la culata. Así de sencillo.