Se avecina el desplome de la economía mexicana
Octavio Camelo Romero
07 de abril de 2016
El tema del futuro inmediato de la economía mexicana lejos de perder vigencia se aviva su discusión con los acontecimientos presentes y del pasado inmediato. Todavía retumba en los oídos de los mexicanos la lapidaria sentencia de que en 2017 habrá otro recorte al gasto público. Por lo pronto ya se sabe que el presupuesto de la “educación pública” sufrirá una considerable merma. Y eso que los “políticos del sistema” dicen que lo presupuestado en educación hay que considerarlo como “inversión” y no como gasto. Y que para salir del estado deplorable de la economía mexicana habrá que impulsar la educación pública.
Hay algo de verdad en ese dicho de los “políticos del sistema”. En la actualidad el desarrollo de las fuerzas productivas requieren de una cualificación extraordinaria no vista hace un siglo. Las ciencias y las tecnologías además que han modificado las condiciones materiales y sociales del desarrollo del capitalismo, lo han catapultado a dominar todos los rincones de este planeta. Es sorprendente como el genio de Carlos Marx visualizara esta evolución de la sociedad capitalista y lo plasmara en “El Manifiesto del Partido Comunista” en la década de los años 50 del siglo XIX. Sin embargo, este progreso de las ciencias y las tecnologías o de las fuerzas productivas “materiales” solo se pudo y se puede conseguir con el concurso del saber científico en manos de la sociedad. Para ello indudablemente que es posible parcializar todo el saber y escoger una región del mismo para desarrollarlo en cierta región del planeta. Pero si en lugar de “invertir” se reduce el gasto público dedicado a la educación, entonces las sentencias de la educación de calidad no pasarán de ser “slogan” de campaña electorera o demagogia de un gobierno impopular.
Para nadie es desconocido que la economía mexicana desde Miguel de la Madrid se venía entregando a los capitales transnacionales de Norteamérica y que, Enrique Peña Nieto culmina esa encomienda. Esto según nos dijeron traería un crecimiento económico de capitales más no un desarrollo social del país. En realidad con tal dependencia dejaron a México atado a la cola de un imperio que va a la autodestrucción. Y por si fuera poco, ya se atisban los estertores de la catástrofe de la economía mexicana.
El 73 por ciento de las ventas foráneas de automóviles se destinaron a Estados Unidos pero hubo un descenso de 8.3 por ciento a tasa anual en las ventas a ese país. En total se exportaron 224 mil 184 vehículos el mes pasado. Y ya se dejó sentir la contracción del mercado. En las cifras acumuladas del primer trimestre del año, la producción automotriz del país se redujo 5.1 por ciento, la exportación cayó 4.6 por ciento y las ventas internas subieron 13.4 por ciento, en su comparativo con enero-marzo 2015. Pero durante marzo de 2016 la producción automotriz en México cayó 11 por ciento al producirse 32 mil 849 unidades menos que en el mismo mes del año pasado
Estos vaivenes erráticos se van a ver con mayor frecuencia en todas las ramas del circuito productivo orientado al mercado de EEUU. Y si los capitalistas nacionales aliados con los transnacionales deciden tecnificar los procesos productivos conforme los estándares internacionales, entonces se verá el mismo fenómeno de Detroit. El desplome de las ventas de automóviles medianos de Fiat Chrysler hizo que la compañía anunciara el despido por tiempo indefinido de mil 300 empleados de una planta en el área de Detroit. Los trabajadores en el segundo turno de la ensambladora en Sterling Heights, Michigan, quedarán en licencia sin sueldo a partir del 5 de julio, luego que el sedán Chrysler 200 comenzó a acumularse en los lotes de concesionarias. En fin.
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