China por la ruta del capitalismo

En estos momentos se está celebrando la Asamblea Popular Nacional China. Este evento es importante de por sí, pero lo es más relevante en las actuales condiciones críticas del capitalismo planetario. Sin lugar a dudas que el país asiático es el que mayor dinamismo ha mostrado en su economía en relación con las economías del mundo. Mientras que EEUU y la Unión Europea tienen una tasa de crecimiento del PIB de alrededor del 2 por ciento, Japón de alrededor del 1 por ciento, etc., China crece en promedio a un ritmo de alrededor del 7 por ciento.

En el informe sobre la gestión gubernamental que el primer ministro chino Li Keqiang dio a la Asamblea Popular Nacional, en su sesión inaugural del pasado 5 de marzo, se hicieron importantes señalamientos sobre el cumplimiento del XII plan quinquenal con vista hacia el XIII plan. Se asegura se cumplieron las principales tareas y objetivos del quinquenio 2011-2015. El país mantuvo una alta tasa de crecimiento económico en los cinco años, su PIB registró un crecimiento medio anual del 7,8 por ciento lo cual llevó a China a ser la segunda economía mundial y la primera nación en el comercio de bienes, así como uno de los principales países inversores en el extranjero. Como dicen los economistas, se terciarizó la economía del Dragón Rojo, pues los servicios pasaron a ser la mayor rama económica; se profundizó la integración de la industrialización con la informatización y se fortaleció notablemente la capacidad productiva integral de la agricultura. El consumo se convirtió en uno de los principales motores de crecimiento económico. Desde luego que esto se debió a la mejora del nivel de las condiciones de vida del pueblo y a los demás desarrollos sociales. El crecimiento de los ingresos de la población fue más rápido que el de la economía y la disparidad entre los ingresos de los habitantes urbanos y los de los rurales se redujo constantemente. Además, el seguro médico básico se expandió para alcanzar una cobertura completa. Más de 100 millones de habitantes del rural salieron de la pobreza y se resolvió el problema de la salubridad del agua para más de 300 millones de habitantes rurales. Se tuvieron importantes avances en la innovación científica y tecnológica y se lograron importantes resultados en la investigación en ámbitos como la comunicación cuántica, la oscilación de neutrinos y los superconductores de alta temperatura basados en el hierro, al igual que en proyectos de vuelos espaciales tripulados y de exploración de la Luna y de las profundidades marinas. Y aunque el consumo de energía por unidad del PIB se redujo un 18,2 por ciento y las emisiones de los principales contaminantes disminuyeron en más de un 12 por ciento, la contaminación ambiental sigue siendo el “talón de Aquiles”.

La sobreacumulación china expresada en la existencia de capital ocioso, sobre todo en su forma de dinero, se piensa resolver mediante la participación del gobierno chino con políticas públicas que alienten a las instituciones financieras para que ofrezcan apoyo crediticio a las empresas de alta tecnología o de nuevas tecnologías, así como a los importantes fabricantes de equipo técnico y a los proyectos que busquen reforzar los cimientos industriales de China. Sobre todo apoyo financiero que ayuden a las compañías a mejorar la eficiencia energética. Se alienta a las empresas a recaudar dinero para reformar los viejos factores de crecimiento mediante las fusiones y la renovación. Se pretende que las grandes compañías reciban apoyo para crear fondos de capital de riesgo y que los gobiernos locales ayuden a cubrir o a compensar la garantía bancaria cuando las pequeñas y medianas empresas busquen financiamiento. El gobierno chino está pues al servicio del capital. En fin.