El Papa de la esperanza
Francisco Cruz Angulo
19 de Febrero de 2016
El Papa Francisco concluyó su gira pastoral en los términos que diseñó personalmente su agenda como Jefe de Estado y como uno de los más importantes líderes religiosos de gran influencia mundial.
Los temas que abordó durante su recorrido por la Ciudad de México, en la Basílica de Guadalupe y en la Catedral Metropolitana, en Ecatepec, Estado de México, en la Catedral de San Cristóbal de las Casas, Chiapas; Morelia, Michoacán y finalmente la Ciudad de Juárez, Chihuahua son los mismos que abordó en otras naciones que visitó, estos son, condenar al capitalismo salvaje que incrementa la desigualdad social, la corrupción e impunidad de la clase política, la marginación y explotación de los pobres en la que los empresarios les chupan la sangre, la violación a los Derechos Humanos de los pueblos indígenas, el flagelo de la violencia por las bandas del crimen organizado, la falta de oportunidades en educación y trabajo a miles de jóvenes que son utilizados como carne de cañón del narcotráfico porque es la única opción para sobrevivir, el ecocidio en el cual todos somos responsables y a la apatía de la alta jerarquía católica mexicana y sus sacerdotes, a los que invitó a salirse de su “casita” segura y ser solidarios activos de los millones de pobres que claman justicia social.
El Papa Francisco hizo lo que ningún otro Papa había hecho: urgió a todos los ministros de la iglesia católica mexicana a practicar la pastoral cristiana, no solo desde los púlpitos sino a comprometerse con los problemas terrenales de sus feligreses. El Papa no descubrió el hilo negro. Todos conocemos los complejos problemas que enfrenta nuestro país, solo que esta vez lo denunció un influyente líder mundial.
Del impacto de sus mensajes a la jerarquía católica y a nuestra clase política lo podremos conocer en los próximo meses en la medida que el mensaje del Papa por muy severo que fue, sino cambia la conducta anquilosada de un clero que va a la zaga de la realidad y que prevalece anclada en los viejos dogmas del catolicismo y nuestra clase política utiliza la popularidad del Papa como un anestésico para alivianar relativamente el drama de millones de mexicanos que viven en la pobreza extrema, sobre todo los pueblos indígenas, las palabras del Papa serán como llamados a misa. Oyen pero no escuchan. Se harán de la vista gorda.
Como lo señalé al inicio de esta columna, el Papa Francisco diseñó personalmente su agenda pastoral en su gira por nuestro país en la línea que inscribió al inicio de su pontificado, de ahí que se haya pegado a su guion.
En su homilía en la Catedral de San Cristóbal de las Casas y en su reunión pastoral con numerosas familias del Estado de Chiapas, en la primera pidió perdón a los pueblos indios que han sido humillados por miles de años, pero en ningún momento se refirió a la discriminación de que son víctimas la mujer indígena en sus comunidades en donde es tratada como mercancía de cambio quienes durante años ha sido excluida de los derechos humanos.
En su encuentro sobre la familia, el Papa Francisco llamó a que la unión en matrimonio constituido por un hombre y una mujer debe ser para toda la vida aunque se tiren los platos un día pero que al otro día se perdonen y se amen. Este mensaje evidencia que el Papa pretende ignorar una realidad: la descomposición cada día mayor de la familia tradicional y el no reconocer que hoy en día existe una recomposición de los que integran el núcleo familiar. ¿En dónde quedan los derechos de igualdad de género?
A diario gracias a que la mujer ha conquistado derechos cómo qué hacer con su cuerpo en embarazos no deseados, respeto a sus preferencias sexuales y a una más participación en la vida pública, en los procesos productivos y más oportunidades en el ascenso social, es una realidad que no podemos ignorar.
Ese matrimonio idílico al que convoca el Papa Francisco no solo se apega al viejo dogma de que la mujer tiene por destino la procreación de hijos y atender sumisamente a su marido sino que ese mensaje les cayó como anillo al dedo a los grupos y políticos más conservadores que se oponen al aborto, al respeto a las familias constituidas por dos personas del mismo sexo por lo que se les discrimina tal vez porque no son dignos del reino de Dios, ya que lo consideran como pecaminosos.
¿Entonces por qué el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica en su gira pastoral por Michoacán no condenó la pederastia en la que incurrieron altos jerarcas de los legionarios de Cristo incluyendo a su fundador el padre Marcial Maciel? Sus víctimas, niños inocentes en la época en la que los clérigos los abusaron sexualmente continúan exigiendo justicia, no espiritual sino el peso de la justicia terrenal.
De igual manera el Papa Francisco fue omiso a las inhumanas condiciones de nuestro sistema penitenciario en todo el país.
En su visita pastoral a reos de un reclusorio de Ciudad Juárez apapachó a los reos; los llamó a no perder la esperanza por la vida arrepintiéndose de los pecados en los que incurrieron pero en modo alguno levantó la voz para que esas cárceles no sean escuelas del crimen en vez de readaptación social.
Se entiende que su doble condición de Jefe de Estado y líder espiritual de millones de católicos en el mundo lo impide pronunciarse concretamente en torno a los temas más controvertidos que enfrenta el país al que visita. El Papa tiene un pie en el pasado de la ortodoxia católica y otro pie que impulsa vientos renovadores.
No obstante el Papa Francisco es la esperanza del cambio…
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