Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

El Papa y la laicidad mexicana

Octavio Camelo Romero

07 de Febrero de 2016

El Papa Francisco aseguró en un mensaje enviado a los mexicanos que la finalidad de su visita es venir “como misionero de la misericordia y de la paz”. El pontífice indica que su anhelo es “estar lo más cerca posible” de los mexicanos, sobre todo de “aquellos que sufren, para abrazarlos y decirles que Jesús los quiere mucho, que él siempre está a su lado”, o sea, Jesús está al lado de más de 50 millones de nacionales que viven en situación de pobreza alimentaria. El obispo de Roma expresó su beneplácito por poder visitar a la virgen de Guadalupe, a quien dijo “la miraré a los ojos y la suplicaré que no deje de mirarnos con misericordia”, y ojala y le pida también que destituya a quienes ostentan el Poder temporal y lucran con la necesidad de los connacionales. Sin embargo no hay que olvidar a los liberales del siglo antepasado que lucharon por la “laicidad del Estado Mexicano” y a los liberales del Constituyente que ratificaron a la “laicidad” como propiedad del Estado de la Revolución Mexicana. La laicidad obedece al principio de la “libertad de pensamiento” y se opone al dominio mental de cualquier índole. Empero, desde poco antes de Miguel de la Madrid, inició un proceso de desmantelamiento del Estado de la Revolución Mexicana que con Enrique Peña Nieto culmina esa tarea. En ese derrumbe de las Instituciones Sociales va incluida la laicidad. Y lo más lamentable es que los liberales contemporáneos parece que no se dan por enterados. Hacen más los intelectuales de la “Cátedra Benito Juárez” de la UNAM, en sacar un pronunciamiento señalando las limitaciones que debe tener el Estado Neoliberal Mexicano que constitucionalmente no ha perdido la “laicidad” aunque en la práctica se la pasen por debajo del arco del triunfo.

No hay que olvidar que el Vaticano es un producto de las condiciones socio-históricas de vida de los humanos. Y que en tal virtud no puede permanecer estático, no puede ser constante cuando dichas condiciones socio-históricas son cambiantes. De la misma forma el Vaticano como otras Instituciones tampoco pueden ser impermeables a las contradicciones y los conflictos sociales generados por el desarrollo del capitalismo en tanto el capital ha dominado al planeta. Eso quedó claro con la renuncia del Papa Benedicto XVI y la elección del Papa Francisco. Las contradicciones y conflictos internos del Vaticano que salieron a la luz pública son la expresión por una parte de la permeabilidad del Vaticano a los problemas mundanos y, por la otra, de por lo menos el intento de adecuación de la Institución a las actuales condiciones de vida de los humanos.

La mundialización del capital demanda comportamientos estándares en todos los rincones del planeta donde domina el capital. Pero además requiere la transparencia en la administración de los flujos de capital, de los flujos de información para la toma de decisiones, de los precios de las mercancías y de los mercados, etc. El requerimiento en las nuevas condiciones de vida del capitalismo mundial es de una moralidad mundializada. El Vaticano se apresura para ser la Institución líder de esa moralidad. Por eso el Papa Francisco en el mundo no puede ir en contra de esos intereses. Sin embargo, el Vaticano en tanto es producto social del capitalismo contemporáneo no pretende conducir a los necesitados y a los “pobres” en genral a construir una sociedad distinta de la actual. Antes bien pretende liderar a esa gran masa de asalariados y desempleados radicalizados para impedir que violenten el orden social del capitalismo mundial. En fin.

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