El fracaso de la reforma educativa
Octavio Camelo Romero
10 de noviembre de 2015
La semana pasada nos dimos cuenta del estrepitoso fracaso de la Reforma Educativa. De la muestra nacional más del 60 por ciento de los alumnos no pasaron, esto es, su rendimiento fue mucho menor que el esperado. Y eso que como dicen los jerarcas de la fuerzas armadas, la Reforma Educativa es la mejor de las Reformas estructurales del presidente Peña Nieto. Por eso en ella se ha invertido mucho dinero y en atención a ella se ha reprimido a los docentes disidentes del sistema político mexicano. En el fondo la Reforma Educativa es una Reforma Laboral hecha para rescatar a las entidades del sureste de las manos de los izquierdosos, por llamar de algún modo a quienes pretenden que el Estado no pierda su estatus de Estado de la Revolución Mexicana o Estado benefactor del Pueblo como lo mandata la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
La pedagogía de la Reforma Educativa es la pedagogía del conductismo cuyo objetivo es modificar el comportamiento o conducta de los individuos en base al castigo o premio. Esta pedagogía es muy exitosa sobre todo para “domar” animales, a los cuales les asignamos el atributo de inteligentes. Y seguramente que las autoridades educativas del país están considerando que los mexicanos somos una bola de animales que habrá que “educar” con el castigo si no hacemos lo que se nos indican, o con el premio si somos dúctiles y dóciles. Esta pedagogía es propia para las instituciones en donde está prohibido pensar. Y tales instituciones las encontramos a la vuelta de la esquina tanto en el ámbito privado como público.
La educación en cuanto tal y como fenómeno social tiene que ver con la asimilación por un lado y con la transmisión por el otro, de toda la experiencia histórico-social de la humanidad; la experiencia histórico-cultural de las generaciones salientes que las nuevas generaciones de humanos deben apropiarse. Pero además, la educación debe formar individuos conforme las nuevas condiciones de vida y debe instrumentar a las nuevas generaciones con el propósito de que resuelvan los problemas pendientes y satisfagan algunas de las necesidades visualizadas como del futuro. Estas funciones no siempre las desempeñó el Estado. Más aun, en ciertos países las desempeñan Instituciones Privadas. Y en México las realizan tanto Instituciones Privadas como Públicas.
En cuanto se requirió que la educación llegara a las masas, y ante la premura de tener una mano de obra con cierto grado de cultura y de habilidades desarrolladas, el Estado en cuanto tal asume estas funciones mediante la llamada "Educación Pública". El Estado Mexicano no queda exento de jugar tal papel. Y al igual que otros Estados-nación debe satisfacer la necesidad objetiva del capitalismo de capacitarle la mano de obra que necesita. De allí que de conformidad con la demanda de mano de obra y su cualificación se diseñan las Políticas Públicas tanto para formar a los docentes como para adiestrar la fuerza de trabajo requerida. En este sentido el Estado Mexicano ha sido y sigue siendo un fracaso, pues la mano de obra que prepara no satisface las necesidades mínimas del capitalismo global. Esta penosa situación queda evidente en cuando someten a nuestros escolares a pruebas internacionales al lado de otras naciones. Por tal motivo, el fracaso de la educación en México no solo es multifactorial sino a la vez multidimensional. Las Reformas estructurales del presidente Peña Nieto solo han servido para engrosar las filas de los inconformes, de los pobres y de la riqueza de un número pequeño de milmillonarios. Por cierto se acaba de condecorar a uno de ellos con la medalla Belisario Domínguez. En fin.
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