Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

Alejandro Rivas: el legado de los hombres se mide por su recuerdo

Ulises Rodríguez

14 de octubre de 2015

Desde la semana pasada, mi entrañable amiga, la maestra Emma Díaz, me notificó que nuestro mutuo amigo, Alejandro Rivas Contreras, había tenido a bien invitarnos a un homenaje que le rendirían a su padre, el Ing. Alejandro Rivas Curiel, sus amigos y compañeros de cabildo, mismo que se llevó a cabo el pasado lunes 12 de octubre. Desde el momento en que supe de la invitación, me organicé para poder asistir. No obstante a mi convicción y militancia panista, decidí asistir a un evento que parecía pintar más como una especie de reunión de priístas, en primer lugar por el estima que le tengo a mi amigo Alejandro y en segundo, porque la figura de su padre, el homenajeado, me genera una profunda simpatía y no me habría perdido presenciar ese merecido homenaje. Me equivoqué, no fue una reunión política, fue más bien un grupo de camaradas recordando tiempos que son mejores que los actuales y al amigo que en aquellos tiempos logró agruparlos a todos y protagonizar un trienio que caló hondo en la sociedad, a grado tal que a 22 años de concluido, el XXII Ayuntamiento sigue causando añoranza en muchos tepicenses.

Sonsaqué Lenin Paz, mi amigo de mil batallas y que comparte mi afición por la historia y por este tipo de eventos, panista también, para que me acompañara a la cita programada para las 12 del día en el salón de eventos María Magdalena. Contrario a mi costumbre, llegué temprano al evento. Una enorme lona con la imagen del ex alcalde Rivas Curiel al momento de rendir protesta en septiembre de 1990 –donde por cierto, era difícil saber si se trataba de Rivas Curiel o de su hijo, el organizador del evento, pues padre e hijo parecen una misma gota de agua- y tras la imagen del personaje, la fotografía del cerro de la cruz con la leyenda “Tepic arriba”, que fue el lema de campaña y del ayuntamiento encabezado por el “Gordo Rivas”, como lo conocieron también sus contemporáneos.

Al lugar arribaron dos de los más visibles pretensos a la gubernatura de Nayarit en el próximo sexenio, el senador y líder de la CNC, Manuel Cota Jiménez, amigo personal de Alejandro Rivas Contreras y el alcalde de Tepic, Doctor Polo Domínguez, médico personal –según se dijo en el evento- del ingeniero Rivas. Ninguno de ellos desaprovechó el evento, saludaron, se tomaron fotos, se placearon… en los equipos de ambos, hay gente que en su momento fue muy cercana al ex alcalde Rivas, con Cota, por ejemplo está mi amigo Alejandro Rivas Jr. Y junto con el Dr. Polo, está el Lic. Francisco Rentería y Oscar Medina López, amigos muy cercanos de Rivas Curiel y que ahora acarician nuevamente el sueño que se vio interrumpido en 1993, gracias a la intervención del entonces gobernador Celso Delgado y del senador Emilio M. González, que celosos de la popularidad del alcalde tepicense frenaron sus posibilidades de ser candidato del PRI a gobernador de Nayarit y terminaron por impulsar al cetemista Rigoberto Ochoa Zaragoza. Hoy vienen de nuevo en busca del magnético poder que genera la gubernatura de Nayarit.

Siempre he creído que el auténtico legado de un hombre se puede medir a partir del recuerdo que la gente guarda de él. Mientras se proyectaba un video con algunos pasajes de la campaña y de la administración de Alejandro Rivas Curiel, pude observar a personas que dejaron escapar algunas lágrimas, al recordar a su amigo. Escuché los discursos de quienes aún le agradecían por su sencillez y por la autenticidad de sus acciones. Mientras los discursos retumbaban en el salón, en las mesas aledañas, cada quien tenía su propio recuento de historias sobre el homenajeado. Escuché la anécdota del Ingeniero, arriba de una retroexcavadora y con las botas de trabajo llenas de lodo así como la guayabera blanca con rastros de que el presidente municipal había desayunado menudo o birria, malhablado como pocos y fumador, siempre noble con la gente y amigo con los amigos. Ese era Alejandro Rivas Curiel.

Alguna vez, Oscar Medina López, hoy dirigente municipal del PAN y operador de los esfuerzos por llevar a Polo Domínguez a ser el próximo gobernador, me platicó lo siguiente:

“En tiempos de mi compadre, no había gente que le pidiera para una medicina o para una operación, para lo que fuera y siempre, siempre los apoyaba. Era dinero que salía de su propia bolsa, no de la presidencia. Mi compadre Alejandro, empedraba calles antes y después de ser alcalde, con su propio dinero, porque le dejaron tronado el Ayuntamiento. Por eso insisto en que ha sido el mejor alcalde.”

El momento cúspide del evento, fue justamente cuando se reconoció a Alejandro Rivas Curiel como el mejor alcalde de Tepic –si no el mejor, sí de los 3 más recordados, junto con Alejandro Gascón Mercado y Tino Ávila-, todos se pusieron de pie y le brindaron un caluroso aplauso. El orador, continuó hablando de la sencillez de Rivas y rememoró el hecho de que a él no le gustaban los séquitos tras él –como una pedrada al senador Cota y al doctor Polo, por sus respectivos séquitos, que en el caso del alcalde de Tepic, incluyen hasta un camarógrafo-. Ante los elogios del extinto ex alcalde, encaminados sobre todo a su sencillez y bonachonería, los que fueron sus sucesores y que estuvieron allí presentes, Félix Torres, Manuel Cota y Polo Domínguez, sencillamente se encogieron de hombros al tiempo que sonreían. El “Gordo Rivas” quizá no llegó a ser gobernador, pero sigue siendo bien recordado por el pueblo que alguna vez gobernó… ¿podrán decir lo mismo otros?


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