La vacilada del salario mínimo
Octavio Camelo Romero
05 de octubre de 2015
Tras un descanso forzoso ocasionado por el criminal olvido de fumigar la ciudad de Tepic para combatir al sancudo divulgador del dengue hemorrágico, y de encontrarme literalmente inerme “a la buena de Dios”, esperanzado a que mi cuerpo reaccionara positivamente, vuelvo a la vida en medio de un sinnúmero de notas informativas perversamente manejadas con el propósito de hacernos creer que la economía nacional crecerá en el 2016 y con ello se evitará la futura crisis económica. Por el momento hay que volver al tema del incremento del salario como una de las medidas propuestas por nosotros para reactivar y fortalecer el mercado interno nacional y reactivar el circuito de la mayoría de los micros, pequeños y medianos empresarios absorbedores de mucha mano de obra. No olvidemos que en México en realidad existen dos países; el país de las inversiones intensas de capital orientado hacia la producción de “bienes de exportación” y el país de los mexicanos que es el de los micro y pequeños empresarios encausados a los mercados locales, muchas veces sin llegar al mercado regional ni memos al nacional. En cierta medida este circuito absorbe entre el 80 o 90 por ciento de la fuerza laboral del país. Y por lo regular este sector se maneja en la economía informal. De los aproximadamente 15 millones de trabajadores mexicanos, alrededor de 7 millones laboran en el sector rural y tan solo unos 700 mil en el sector formal de la economía. Por otra parte existe un nivel de costo de la canasta básica m ínima indispensable para la satisfacción de las necesidades de la familia promedio. Si este fuere el caso, con 70.10 pesos diarios, o sea 2 mil 103 pesos al mes, evidentemente no se alcanza a satisfacer los gastos elementales de transporte diario, de vestido, de alimentación, de salud y de por lo menos, educación. Por lo tanto, en el mejor de los casos se situaría la familia dentro del renglón de la pobreza alimentaria cuando no, en la pobreza extrema. Atacar a la pobreza con programas asistenciales de comedores comunitarios es pura y vulgar demagogia porque en realidad no se está atacando al problema de raíz. Sin embargo este tipo de programa lleva una segunda intención, y esta es abaratar al máximo la mano de obra para hacer más atractiva la región para la inversión extranjera. Por eso las tres zonas especiales se escogieron en esos lugares deprimidos donde la mano de obra de por sí es barata y más se abarata con los comedores comunitarios. Objetivamente los agentes compradores del mercado somos los empresarios y los trabajadores. El circuito productivo orientado hacia el mercado exterior tiene problemas que no son imputados a la economía nacional, antes bien, obedecen a una espantosa recesión de las economías de los países dominantes o centrales. Ya desde 2014 se veía venir tal situación cuando se vieron disminuir las economías de China, Japón, Unión Europea, Estados Unidos, Rusia, etc. Y hasta la fecha no se tiene noticias que la situación haya cambiado. Lo que si se aprecia es una tozudez de los funcionarios mexicanos que si nos descuidamos nos llevarán al matadero. Da la impresión que tales políticos eso pretenden pues no se puede explicar de otra manera esa terquedad. Hay que elevar verdaderamente la capacidad adquisitiva de los compradores. En ese sentido es correcta la disminución de precios de algunos de los productos oficiales. El problema es que tal medida no va acompañada de una reglamentación que garantice a la ciudadanía que con la reducción de los costos se bajen también los precios de venta. Se deja suelta la hebra para que los empresarios puedan obtener mayores ganancias. Y no puede ser de otra manera cuando el Estado Nacional está al servicio del Capital. En fin.
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