La apuesta del Gobierno Federal

Grande es sin duda la apuesta del Gobierno Federal que preside Enrique Peña Nieto, por  enriquecer su desenvolvimiento en la segunda parte de su mandato, a saber durante los siguientes tres años hasta el 2018, partiendo de las consabidas dificultades para generar los resultados o beneficios directos que esperan los mexicanos en su propio campo de interactividad.

En un marco de aparente discordancia entre el discurso de los datos duros, fríos, y la realidad de las mayorías que se debaten en una pobreza lindante con el hambre y la desesperanza, y hasta de persecución atentatoria de los derechos inalienables a la vida y la libertad de expresión (consagrados en la parte dogmática de la Constitución, valga decirlo), el Mandatario efectúa un esfuerzo mayúsculo por revertir el concepto colectivo tenido sobre el gobierno y la clase política tras los reacomodos aplicados en su gabinete y demás elementos que le circundan a extramuros, en áreas precisamente coyunturales objeto de impulso de las polémicas reformas estructurales, que pretenden en efecto, ser el legado esencial por el que se recuerde a la postre a esta administración.

Asimismo, su intención incluye sacudirse de los demoledores escándalos que le han involucrado directa e indirectamente en actos de usufructo indebido del recurso del pueblo.

Y la preocupación del Presidente está justificada, ya que es claro que, en nuestros días, la dinámica social y la consecuente evolución en la movilización de poderes y fuerzas políticas y económicas, han configurado un particular escenario donde difícilmente se pueden ya ocultar o mantener en la clandestinidad "los pasos del hombre político", más si en su haber posee pues el delicado manejo del patrimonio de sus representados, y hasta el resguardo de su propia integridad física.

Por ello, con cuánta razón se ha insistido a lo largo de la historia en la necesidad de ponderar virtudes por encima de la verticalidad o la dureza simple para asegurar hegemonía; virtudes reseñadas por ejemplo en la concepción socrática de un buen juez: "Escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente, y decidir imparcialmente", ¿y cómo se puede traducir ello en una buena práctica política? Enrique Krauze dice del éxito obtenido en no pocas de las acciones del expresidente Adolfo Ruiz Cortinez (1952-58), considerado por propios y extraños -hasta un grado razonable de las limitantes del sistema en sus claroscuros- como uno de los gobernartes más disciplinados y apegados a principios: " [Él] concebía su trabajo simplemente como el de un buen administrador: poner orden, cuantificar necesidades, establecer prioridades, delegar en personas competentes, llevar seguimiento del proceso, verificar resultados. Su gestión se caracterizó por la atingencia de sus medidas y la sensatez de sus proyectos”.

De conformidad, lo anterior encuentra sentido en la estratégica transversalidad que facilita la comunicación, en este caso, una estrecha comunicación que suma, atiende y entiende en lo social, desde el interior mismo de la administración y con la gente: de saber dar para recibir sin sectarismos ni llaves cerradas, mucho menos lucro de las necesidades apremiantes, simulación en un marco de bisutería burocrática y promesas a granel en la ausencia del compromiso de fondo; y política, porque trasciende en lo medular que apela al pensamiento y la razón, no coacciona ni impone, y mueve a la acción cuando se parte de lo que existe y de la congruencia de todo una estructura sincrónica.

Por ello, el jefe del Ejecutivo Federal, tiene un reto significativo, pues las reformas estructurales empezando por el combate a la corrupción y la impartición de justicia parecen no estarse comprendiendo a cabalidad en parte de la propia estructura central y ya no se diga en provincias donde rigen fuerzas correligionarias, pues en estas lo que menos se percibe pues es comunicación, respeto a la libertad de expresión, transparencia y justicia, sólo un pregón mal publicitado de: "todo está muy bien en unidad".

Así, la meta a perseguir pues por el Gobierno Federal, se antoja complicada toda vez que  no todos los "aliados" están jalando parejo, principalmente cuando algunos vieron y siguen viendo en la coyuntura, no la oportunidad de servir y enriquecer el proyecto, sino de robustecer sus propios haberes crematísticos.

En consecuencia, cobra como nunca antes sentido pues, el recobro de sendas líneas comunicacionales a fin de emprender acciones en las que con hechos y prestancia no surja de por medio distorsión alguna, ya sea en materia gubernamental o de confección de nuevas leyes. Las conclusiones emanadas del Encuentro Internacional de Periodistas, organizado por el reconocido Diario El Universal rumbo a su primer centenario, dan pauta al respecto, según el escritor Héctor de Mauleón: "En medio de la crisis, [adquiere fuerza inusitada] la comunicación, el diálogo y la palabra por encima de la barbarie y la violencia". ¿Podrá entenderse a cabalidad el tiempo imperante, y cualquiera que sea la transición, pueda por fin imperar el orden y la justicia? Habrá que verse a detalle.