Layín, espejismo que no aluzará
Miguel González Ibarra
10 de septiembre de 2015
Ahora sucede que Layín es el ejemplo a seguir. Se repite y se repite que él encabeza las encuestas, rumbo al 2017. Que está imparable, para convertirse en Gobernador de Nayarit.
El pueblo es sabio. No se dejará embaucar. Resolverá bien. El sexenio que viene es definitivo para nuestro Estado. O nos salvamos o nos hundimos. Esta entidad se salvará y saldrá a flote. Construirá su porvenir luminoso. Nadie dude de eso.
El alcalde de San Blas es una pieza del sistema. Modalidad novedosa. La acomodan a su antojo. Están moldeando al mounstrito. Áhi la llevan. Puede participar como Independiente, como candidato del PRI o del PAN, incluso, hasta del PRD. La figura es lo de menos. Lo que importa es Layín, el fenómeno de masas en que lo han convertido. Algo parecido a lo de El Bronco, en Nuevo León.
Las formas no importan. Lo destacado es el rating, la imagen, el número de likes y reproducciones en las redes sociales, su peculiar sombrero, su misma camisa desabrochada y su mismo pantalón, sus botas, sus eventos de escándalo que rayan en la pornografía, sus tronantes declaraciones como aquella “si robé, pero nomás poquito”, así como el ofensivo método de saludar a la multitud dejando en la mano de cada persona un billete, ahora de 20 pesos, porque se ha ido devaluando, coincidiendo con la baja de la moneda mexicana, la cuantía de la dádiva.
Pero, no. Tal estilo de hacer política, el pueblo nayarita no la acepta. Es ofensivo. Debería sancionarse penalmente. Las grandes masas de estas tierras poseen cultura política. Los informes de Alejandro calaron hondo. Se convirtieron en la gran universidad que dejó perennes enseñanzas. La definición de que “la política es la ciencia más elevada del pensamiento humano”, repetida innumerables veces por el alcalde socialista, se quedó bien grabada en el cerebro de nuestro pueblo.
Derivado de ello, esta comunidad sabe bien que hay dos vías para el desarrollo; sólo dos; el camino de Lázaro Cárdenas y el de Carlos Salinas. Dos visiones mexicanas radicalmente opuestas. Y, aquí, no hay duda, la ruta correcta por continuar, es la que nos trazó el hombre de Jiquilpan. Y, no hay día después. Eso lo sabe bien el trabajador, sea hombre o sea mujer, de esta región de México. ¿Fecha? El año 2017.
Layín está en el esquema salinistapeñanietista. Las grandes masas de Nayarit, eso, lo saben bien. Lo tienen perfectamente detectado. En San Blas, es lo mismo Hilario Ramírez, que cualquier Presidente Municipal de origen priista o panista; incluso, no hay diferencias, en esencia y en el fondo, entre él y El Toro.
La figura con la que se dispute, es lo de menos. Puede ser por la vía Independiente o por la de los partidos. Por cualquiera de las dos se tiene que andar o por el camino de Cárdenas o el de Salinas de Gortari. No hay otro. La tercera vía, no existe.
Layín, alcalde, está en el esquema de Salinas. Layín es más neoliberal que el neoliberalismo. Así sería de gobernador (Toco madera). Por eso, este que es un fenómeno calculado y prefabricado, que carece de la más mínima y elemental seriedad, caricaturesco, es un espejismo; esto es, Layín, es algo que no tiene solidez ni sustento, es tremendamente vulnerable, está fuera de la realidad, es una imagen sin verdadera realidad.
Layín es un espejismo que no debe aluzar. Layín es un espejismo que no va aluzar.
Por contraparte, las grandes masas de Nayarit, construyen el proyecto popular, el proyecto de la izquierda. Eso es lo serio. Eso es lo histórico.
Vivimos tiempos excepcionales. La era del mercado es lo que se nos ha impuesto. Entre lo ciego de la oferta y la demanda se mueve el controvertido personaje de esta opinión. Es cuestión de vida o muerte, salir de este atolladero. Está en riesgo, en verdad, sin exagerar, hasta la especie humana, dónde nos encontramos los humanos que vivimos en el territorio llamado Nayarit. Pero, cumpliremos. Los nayaritas, saldremos adelante.
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