Duarte, el monstruo
Ulises Rodríguez
05 de agosto de 2015
Los caciques estatales han existido desde hace décadas. Hombres como Maximino Ávila Camacho en Puebla, Gonzalo N. Santos en San Luis Potosí o Gilberto Flores Muñoz, en nuestro estado, encarnan la figura de hombres que ejercieron el poder de manera violenta, corrupta, represiva y que no admitían oposición. Fueron, los anteriores, los principales exponentes –que no los únicos- de una forma de gobierno que debió haber quedado en la historia hace mucho tiempo y que sin embargo, se ha recrudecido y de la cual, una nueva generación de jóvenes políticos parece haber perfeccionado sus vicios y yerros. Hoy podemos hablar de Manuel Velasco en Chiapas, Rodrigo Medina en Nuevo León, Aristóteles Sandoval de Jalisco y nuestro gobernador, el nayarita Roberto Sandoval, todos ellos junto con el mandatario veracruzano, forman parte de ésta nueva generación de caciques perversos a los que poco les importa el pueblo que gobiernan. Esas formas de gobierno caciquiles han convertido a tipos mediocres y sin mayor atributo que el ser
vilismo, en auténticos monstruos sexenales que ejercen el poder con horca y cuchillo.
Hoy por la tarde, en un medio independiente en línea, vi el video que grabó hace meses la activista Nadia Vera, una de las cinco víctimas del multihomicidio ocurrido el pasado 31 de julio en la colonia Narvarte, del Distrito Federal. El video, que dura poco más de minuto y medio, me estremeció mucho y me hizo sentir en la garganta, un nudo que nació en el diafragma. La joven activista de #YoSoy132 señalaba al gobernador de Veracruz, Javier Duarte y a todo su gabinete, de lo que pudiera ocurrirle a ella o a quienes estaban organizados en los movimientos de protesta. “Sí queremos dejar muy marcado que es totalmente responsabilidad del estado nuestra seguridad, porque son directamente los que están mandando a reprimirnos”, sentenció Nadia hace 8 meses, exigiendo con la mirada un auxilio que nunca llegó.
Murió también el fotoperiodista Rubén Espinosa, colaborador de proceso –Casa editorial donde también colaboraba Regina Martínez, asesinada en abril de 2012 en Veracruz-, autor de un par de fotografías poco favorecedoras del mandatario y que al parecer causaron su enojo en varias ocasiones. Y es que Duarte de Ochoa es un personaje acomplejado, su voz afeminada y “finas” maneras hacen dudar sobre sus preferencias sexuales. Incluso, para callar los rumores cada vez más constantes, se dejó crecer la barba por algún tiempo y se hacía acompañar más constantemente en giras de trabajo con su esposa. Su obesidad mórbida es una cuestión que también ha tratado de disimular el mandatario, gastando importantes sumas de dinero en asesores de imagen que, ante la imposible tarea de adelgazarlo, han optado por presionar a los medios de comunicación locales para que no publiquen fotos del gobernador “que no le favorezcan” so pena de perder los jugosos contratos de publicidad gubernamental contratada.
No nos es difícil comprender el comportamiento de Javier Duarte, si recordamos que su carrera política fue mediocre en todo momento, es hechura de su antecesor, Fidel Herrera. Duarte fue colaborador durante la mayor parte del sexenio de Fidel Herrera Beltrán, gobernador que permitió la entrada del grupo criminal “Los Zetas” a Veracruz, como lo ha documentado valientemente la periodista Anabel Hernández y que en 2010, durante las elecciones para renovar la gubernatura, apoyaron en el sentido más amplio de la palabra al monstruo que hoy despacha en palacio de gobierno de Veracruz. Duarte fue secretario de estado, de esos funcionarios segundones que sin embargo mostró servilismo a su entonces jefe, quien lo convirtió en su delfín. En las elecciones intermedias de 2009 pues, lo postuló a diputado federal y un año después ya era candidato a gobernador.
Duarte, sin duda se ha ganado su lugar en el basurero de la historia por convertir a Veracruz, un estado tan bello y lleno de historia, en una entidad donde ejercer el periodismo se ha vuelto peligroso y donde decir lo que piensas, te puede costar la vida.
Duarte, el monstruo, es un ejemplo vivo de esa clase de poder que se ha creado en la ausencia de un presidente realmente poderoso. Desde el 2000, en México se perdió la idea de que el presidente parecía un monarca… a cambio, hoy tenemos a 32 virreyes todopoderosos. Duarte, fue acusado en vida por Nadia Vera y por Rubén Espinosa y ha sido señalado igualmente por decenas de periodistas en Veracruz que se sienten acosados, amenazados… y sin embargo, ninguna línea de investigación se ha abierto en su contra por parte de la Procuraduría del Distrito Federal. Javier Duarte, es de esos monstruos autoritarios que asesinan porque guardan una enorme cobardía en el fondo de su ser.
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