Tepic, Nayarit, sábado 23 de noviembre de 2024

Las contradicciones sociales se agudizan

Octavio Camelo Romero

10 de julio de 2015

Queda clara la preocupación del Papa Francisco en su visita a Ecuador y Bolivia. La realidad es una y muy lacerante para la sociedad. El capitalismo global ha desmantelado los estados nacionales keynesianos y ha generado una profunda desigualdad social. Hay pobreza entre la mayoría de la población y opulencia entre una escandalosa minoría de capitalistas. La preocupación del Vaticano es perder a esa inmensa mayoría de pobres que arrastrados por su incredulidad, cada día se vuelven más violentos y radicales en sus planteamientos. El horno no está para bollos pero parece que eso no les importa a los capitalistas transnacionales. El llamado del Papa a moderar los apetitos desenfrenados por el capital, se deja sentir a cada momento en sus intervenciones. No busca un régimen distinto al capitalismo, simplemente quiere un capitalismo humanista, sin grandes desigualdades sociales, con mayor justicia social. Por eso su crítica a la sin-razón, a los excesos de la opresión financiera, etc.

Según los enterados de estas cosas, existen 3 mil 200 millones de personas más pobres que representan el 69 por ciento de la población mundial. Ellos conforman una riqueza individual promedio de menos de 10 mil dólares, que en conjunto representa menos de 3 por ciento de los activos mundiales. Sin embargo en contraste coexisten 32 millones de personas que encarnan a menos del uno por ciento de la población adulta del mundo, cuya riqueza se estima en 98.7 billones de dólares, cantidad que representa el 41 por ciento de la riqueza mundial. Y los programas del Banco Mundial solo han servido para acentuar este proceso de inequidad, despojo y agresión a los más pobres que viven en su mayoría, en los llamados países capitalistas de la periferia.

La sobreacumulación del gran capital ha generado la “acumulación por desposesión” para poder invertir ese capital ocioso en programas de corto, mediano y largo plazo. La desposesión implica el desalojo de los medios de producción, como es la tierra en las comunidades indígenas y campesinas, para que el capital transnacional realice su reproducción ampliada. Tan sólo en la década pasada hubo desalojos camuflados de desplazamiento de 3.4 millones de personas para realizar proyectos del Banco Mundial. Esta gente fue lanzada de su hogar, de su tierra comunal, a las calles de las ciudades a buscar empleo, a vender su fuerza de trabajo o a la indigencia. Hubo denuncias de esos hechos, de los desplazamientos, de las agresiones y hasta de las muertes, y no pasó nada. Al contrario, quienes se opusieron y se oponen son mal tratados por las autoridades y los organismos internacionales del capitalismo global. Recordemos el caso de un préstamo a la Corporación Interamericana para el Financiamiento de Infraestructura para una represa en Santa Cruz, Guatemala, que generó gran indignación y oposición de parte de la población local, lo cual ocasionó maltrato y represión contra la resistencia por parte de la fuerza pública. Y en México los ejemplos de este tipo sobran.

Sin embargo estas contradicciones sociales son propias del sistema capitalista en general, y la agudización de las mismas se debe al impresionante ritmo de desarrollo de la ciencia y la tecnología que el capitalismo global les ha impreso. La vejes física ha sido sustituida por la vejes moral, lo cual hace que las tecnologías sean cambiadas cada día en menores tiempos a su utilidad física.

En medio de este torbellino de conflictos sociales hay que ubicar la preocupación del Papa Francisco el cual clama por un capitalismo humanista. En fin.

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