La educación pública
Octavio Camelo Romero
11 de junio de 2015
No es la primera vez que abordamos el asunto de la “educación pública” y de la “evaluación educativa”. Sin embargo el asunto toma relevancia por la decisión del presidente Peña Nieto de “evaluar” al magisterio mexicano para determinar su permanencia, promoción e ingreso al ejercicio de la docencia. Por tal motivo recordamos los planteamientos que hicimos en el pasado.
La educación de una sociedad tiene que ver con la asimilación por un lado, y con la transmisión por el otro, de toda la experiencia histórico-social; las nuevas generaciones de humanos deben apropiarse de dicha experiencia y las generaciones pasadas y salientes deben transmitirla, deben heredarla. Y en cuanto hablamos de educación social, ésta tiene la tarea de formar e instrumentar a las nuevas generaciones en la solución de aquellos problemas que quedaron pendientes en su resolución y de los que se visualicen en el futuro. Este es el motivo por el cual tanto el contenido educativo como los métodos de la enseñanza o del adiestramiento tienen necesariamente que ser dinámicos, no estáticos, ya que la sociedad es un organismo dinámico. Pero el cambio en si no es precisamente el que se requiere; vale decir que en ocasiones se habla de modificaciones ascendentes y resultan prácticas opuestas a las anunciadas. Eso acontece porque se mal-copian modelos educativos de otros países y se descontextualizan en su implementación. En el país se habla de una Reforma Educativa que más bien parece una Reforma Laboral; y la implementación de la mentada reforma se sustenta en el texto gratuito que de por sí trae una única mal-visión del mundo y de la sociedad, además de los errores y las erratas.
La Educación en cuanto fenómeno social es el engarce de todas las generaciones. Y es de una de las más grandes irresponsabilidades no concebirla de esta manera. Concebida así, surgen necesidades y requerimientos de diseños curriculares adecuados a las exigencias de las épocas presente y futura. De acuerdo al planteamiento anterior debieran revisarse en primer lugar si realmente hay congruencia entre los requerimientos objetivos para el desarrollo de nuestra sociedad mexicana con la oferta educativa pública y privada. Por lo menos en Nayarit existe una espantosa incongruencia. A partir de ese análisis deben revisarse tanto los contenidos programáticos y como los aspectos pedagógicos y didácticos en todos los niveles educacionales, desde la educación inicial hasta las licenciaturas y los postgrados pasando por la primaria, secundaria y el bachillerato. Debe hacerse una revisión a fondo del plan de estudio de las normales del país, y en Nayarit de las normales básicas de la superior y de los demás centros educativos. Es urgente la adecuación y modernización de los planes y programas de estudio así como la actualización y capacitación del personal docente que así lo requiera. Debe revisarse la calidad educativa de los funcionarios que están encargados de la administración de la educación así como de toda la planta de profesores del sistema de educación pública y privada del país y del estado de Nayarit. Es una necesidad histórica su actualización y capacitación, y más de aquellos que lo requieran. Debe revisarse lo legislado bajo el nombre de “Reforma Educativa” para su reformulación y adecuación y los nayaritas deben tomar dicha normatividad junto con los planes y programas nacionales como piso de desplante no como techo o límite infranqueable. La actual Reforma Educativa que más bien parece una reforma laboral no sirve para el desarrollo del país ni para su inserción en el capitalismo global. En fin.
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