La globalidad en Latinoamérica
Octavio Camelo Romero
14 de mayo de 2015
En la década de los años de 1970 del siglo pasado el capitalismo entró en una profunda crisis de la cual hasta la actualidad no ha superado. En aquel entonces había descendido la tasa media de ganancia y se dan las primeras manifestaciones de una sobreacumulación. Cabe recordar que con el término de sobreacumulación se significa la existencia de capital ocioso, bien sea en forma de una tecnología que no se puede explotar a toda su capacidad o bien sea por la presencia de un capital-dinero que no encuentra salida en forma de una inversión productiva. En esa misma década fue promulgada la política neoliberal por Margaret Thatcher y seguida por Ronald Reagan y Carlos Wojtyla. Y se inicia una época de sometimiento de los espacios nacionales de valorización y una emergencia de novedosas formas de sometimiento geográfico. Las nuevas formas de subordinación de las naciones a los intereses y requerimientos del capital transnacionalizado llevan en esencia la pretensión de convertir a esas regiones geográficas atrasadas en espacios altamente competitivos en los mercados mundiales. Surgen nuevas lógicas económico-políticas para la dependencia y novedosas reconstrucciones de los territorios nacionales. Las nuevas formas de inserción en la esfera del capitalismo global implicaban modificaciones estructurales en la distribución de los espacios nacionales, en los métodos productivos, en la legislación, en los salarios, etc. Hubo quiebras de los capitales nacionales pequeños y medianos, así como una masiva desocupación. Este proyecto neoliberal lo impulsaron las empresas transnacionales en combinación con los organismos multinacionales de crédito y comercio que ya operaban a especie de órganos del naciente Estado Transnacional.
Este proceso de transnacionalización de América Latina abrió a su vez una etapa de reconstrucción de los modelos de desarrollo de los países. Los proyectos de desarrollo de las naciones latinoamericanas cambiaron significativamente a principios de la década de los años 2000. Estos nuevos proyectos de nación se construyen sobre las bases creadas por el neoliberalismo, esto es, se construyen sobre los intereses y la presencia del capital transnacional que hegemoniza el proceso de acumulación en Latinoamérica y sobre la nueva forma de dependencia asociada a la producción para la exportación.
Al inicio del milenio la geografía latinoamericana aparece sustentada en al menos tres formas de proyectos nacionales de desarrollo. El primer proyecto mantiene una continuidad con las políticas clásicas neoliberales entre las cuales destacan las relaciones comerciales, financieras y políticas con EEUU. Aquí se inscriben México, Chile, Perú, Colombia y países de América Central. La segunda forma del proyecto de desarrollo ha adoptado una retórica nacional-popular dirigida contra el capital financiero transnacional. A su vez se diferencia en algunos aspectos del neoliberalismo clásico de los años 90. A estos proyectos los llaman proyectos neo-desarrollistas y pertenecen a él los países de Argentina, Brasil y Uruguay. La tercera forma del proyecto de nación corresponde a los países con proyectos transicionales como los casos de Bolivia, Ecuador y Venezuela. En estas naciones se manifiesta una retórica anti-neoliberal y anti-imperialista aunque han tenido bastante acercamiento con China, el otro polo del capital
ismo global.
En el caso de México y de cara a los próximos procesos federales electorales. ¿Será posible reorientar el proyecto de Nación al cual nos han sometido las últimas administraciones gubernamentales y partidos políticos? O ¿Acaso está correcto que nos hayan pegado de la cola de la economía norteamericana que va en descenso? En fin.
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