Con Punto Fino
Mildred Rodríguez Ferrer
13 de mayo de 2015
Los periodistas al servicio del poder
(Especial para Nayarit Altivo)
Para bien o para mal, el trabajo del periodista es necesario. Dijéramos, es un mal necesario. El periodismo es una profesión noble, importantísima y tan mal pagada como cualquier otra, hasta que se anteponen intereses diferentes al original. Me refiero a lo genuino de practicar una labor en la que se entiende uno directo con la sociedad, donde se presta un servicio, un bien, donde el que escribe tiene un compromiso muy grande de informar con la mayor veracidad posible y colaborar con el escrito a tener una ciudadanía más crítica y objetiva, así como mejor educada.
Pero de los servicios de un periodista lamentablemente no solo se sirve el ciudadano. Haciendo memoria y trayendo a la actualidad tantos pasajes de la historia, comprenderemos que quien se dedica a informar en algunos casos llega a Judas sin proponérselo, manipulado o no por quien le suelte los billetes.
Y así como criticamos a los López Dóriga y los Loret de Mola (hijo), exaltamos a las Aristegui y a los Ramos, tenemos ya en Nayarit nuestras propias leyendas, solo que multiplicadas al millón por las benditas redes sociales, y pues ya aquel público al que debíamos informar y ayudar a educar se queda con verdades a medias y volviéndose el principal juzgador, pero no con sustento, no con realidades, ateniéndose a lo que un selecto grupo de comunicadores publique, las más de las veces a favor de tal o cual partido político o gobernante en cuestión.
Por eso no debe sorprendernos que quienes anteriormente criticaban a los funcionarios por no hacer bien su chamba, de la noche a la mañana ya sean sus principales defensores o en ocasiones hasta sus compadres, o bien, que el compadre se disfrace de detractor para luego ensalzar a Perengano o Merengano, sin recibir a cambio sueldo o pleitesía alguna, viéndose mal todavía tratando de defender lo indefendible.
Y si eso es frente a la ciudadanía, donde los chismes corren de un lado a otro, no les quiero platicar en qué lugar quedan entre quienes se dedican a lo mismo. Es tan lamentable que entre periodistas se lancen indirectas, que se peleen en los muros, que se saquen asuntos de intimidad a la luz de los hashtags y de compartir imágenes o publicaciones como viejas chimoleras, porque a final de cuentas el político que se vale de los servicios de un periodista para hacer campaña negra jamás agradecerá ese trabajo sucio, y el comunicador aquel jamás volverá a encontrar acomodo entre los que fueron los suyos.
Pues la chamba es la chamba. Y si ésta consiste en atacar por sistema, adelante, hay que hacerla con pulcritud y decoro, sin olvidar de dónde venimos y hacia dónde vamos, cuáles son nuestros objetivos y "aguantar vara" cuando nos llegue la lumbre a los aparejos; yo no juzgo ni critico a nadie, mucho menos alabo un trabajo basado en la denostación y la burla, en la ofensa constante y en la arrogancia.
Y lo que es peor, nadie tiene la verdad absoluta. Ojalá amigo lector usted pudiera decantar entre quienes cumplen con su deber, con limpia trayectoria y quienes solo operan al amparo del poder político.
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