Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

La moralidad del vaticano

Octavio Camelo Romero

14 de abril de 2015

La moral no es el árbol que da moras. La moral es el conjunto de conductas sociales las cuales son el producto de ciertas condiciones socio-históricas de la vida de los humanos. Las categorías de “bueno” o “malo” están referidas a la pertenencia o no a la moral de cierta conducta particular. Por ejemplo para un empresario es malo que sus trabajadores quieran arrebatarle su ganancia y es bueno que él deje de pagarles a los asalariados buena parte del valor agregado creado por ellos. Y las Instituciones encargadas de la moral Hegel las definía como moralidad objetiva que, en cuanto producto socio-histórico, son dinámicas; dichos establecimientos morales no pueden permanecer estáticos ni ser impermeables a las contradicciones y a los conflictos sociales generados por el desarrollo económico en tanto el capital ha dominado al planeta, esto es, en cuanto se está viviendo dentro del capitalismo global bajo la hegemonía del capital-transnacional.

El Vaticano por cuanto se ha constituido en una Institución global de la moralidad del mundo no puede estar ajeno a las condiciones socio-históricas del momento ni puede ser impermeable a los conflictos sociales. Por eso no nos debe sorprender que la mafia haya tenido células dentro de la curia romana o que el Banco Vaticano haya servido para lavar dinero, o que ciertos religiosos y religiosas  hayan caído en prácticas homosexuales, en la pedofilia, etc. Nadie de los gobiernos de los actuales países del mundo ha escapado a estas y otras infiltraciones, ni siquiera el gobierno de Enrique Peña Nieto.

El culto al Neoliberalismo como política pública orientada a desmantelar todo vestigio del Estado-Bienhechor, también atrapó al Vaticano y lo llevó no solo a alejarse de los pobres sino a enfrentarse a estos por servir al capital. Una política compensatoria dentro del capitalismo la está implementando el capital asentado en China y nada tiene que ver con Keynes. Sin embargo tiende a suprimir al máximo los índices de pobreza entre los 1,300 millones de chinos que habitan la geografía del Dragón Rojo. Por eso nada tiene de extraño que hoy el Vaticano se pretenda transformar en una Institución para los pobres cuando en el mundo la casi mitad de sus habitantes están de alguna forma en situación de pobreza material y definitivamente la enorme mayoría de los habitantes de este planeta están sumidos en la pobreza espiritual.

Indudablemente habrá ajustes y reformulaciones en todas las Instituciones morales del capitalismo contemporáneo. La mundialización del capital productivo y del capital financiero demanda comportamientos estándares en todos los rincones donde domina el capital y requiere la transparencia en la administración de los flujos de capital, de los flujos de información para la toma de decisiones, del manejo de las mercancías y de los mercados, etc. Las nuevas condiciones de vida del capitalismo mundial requieren una moralidad globalizada preventiva de desajustes del naciente nuevo orden capitalista. Y el Vaticano se apresura para ser la Institución líder de esa moralidad. Por eso el Papa Francisco envió una carta a los mandatarios del Continente Americano recordándoles la existencia de bienes básicos “de los que ningún ser humano debería quedar excluido” como son entre otros la tierra, el trabajo, la casa, la salud, la educación, la seguridad, el medio ambiente y sobre todo, la alimentación y el vestuario.


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