La educación fraudulenta

Han sido varias veces que en este espacio hemos tratado el tema de la educación y todavía hasta la fecha no se ven acciones tendientes a solventar este problema. Como lo habíamos dicho en el pasado, cuando se trata de localizar las causas del atraso educativo lo más cercano a nosotros es localizar culpables externos a uno mismo, esto es, buscar chivos expiatorios. De esa manera los involucrados eluden la responsabilidad del fracaso educativo nacional. Si se les pregunta a los profes, éstos le echan la culpa a los profes de los años o grados anteriores. Y en el mejor de los casos, culpan a los alumnos por no querer aprender. Dicen que la responsabilidad del aprendizaje recae en el educando. Si se les pregunta a las autoridades educativas, éstas le echan la culpa a los profes, a la CENTE, al SNTE y a los padres de familia. Para ellas sus normales están bien y sus textos oficiales son los mejores. Siempre se encuentra un culpable externo. Más aun, Si se les pregunta a los políticos por la causa de la pobreza, luego le echan la culpa a la escasez de la escolaridad. Y si se les interroga por esa deficiente escolaridad arguyen que las familias trabajan en el campo y emigran de entidad en entidad. Es sorprendente la forma de evadir responsabilidades de los burócratas y políticos del Estado Mexicano Transnacionalizado. El problema del fracaso educativo o de la educación fraudulenta rebaza el marco local para convertirse en un asunto nacional. Más no obstante eso, resalta la deficiencia de quienes saliendo de las normales acuden a los “exámenes” o evaluaciones para la obtención de alguna plaza docente.

Cabe hacer mención a la relación de la pobreza y la educación porque demagógicamente quieren hacer aparecer a la falta de educación o la baja escolaridad como el factor determinante de la situación de pobreza de las familias trabajadoras de nuestro país. Son muchos los expertos que afirman que en el país existe una tendencia al aumento del grado de escolaridad de la población paralela a la tendencia creciente de la pobreza alimentaria. El promedio de años de escolaridad en México era de dos en la década de los 60 del siglo pasado; aumentó a seis años en la década de los 90, subió a ocho en el inicio del milenio y llegó a 9 grados en los tiempos actuales. Sin embargo la pobreza ha aumentado peligrosamente. Hoy más de la mitad de los mexicanos se encuentran por lo menos en la situación de pobreza alimentaria. Por otra parte el país no está muy distante del promedio de escolaridad del resto de países de la OCDE. Sin embargo los ingresos y la capacidad de compra o el salario real de los trabajadores en tales países sin son significativamente más superiores que en México. No basta con aumentar el grado de escolaridad, faltan otros elementos como la calidad, la cualificación, las políticas salariales, las políticas de inversión y en general, las políticas públicas adecuadas al bienestar de los mexicanos. El problema no es solo educativo.

Desde Miguel de la Madrid hasta el actual gobierno se ha mantenido en menos del 5% al incremento al salario mínimo con una inflación anualizada de por lo menos un 10%. Pero además, estos funcionarios, políticos y personeros del Capital no quieren intermediarios entre ellos y los trabajadores, no quieren sindicatos o cosa que se les parezca. Quiere una relación unidireccional sin injerencia de nadie para correr al empleado que no les sirva a sus intereses. Lo cierto es que estos trasnochados personeros del Capital no le sirven al capitalismo mundial. Antes bien se constituyen en un obstáculo toda vez que su viveza impide integrar procesos productivos mundializados donde se enfrentarán en base al desarrollo tecnológico con otros procesos del mismo tipo en el mercado mundial. Y aquí aparece la exigencia de la calidad educativa no de la grilla. En fin.