El neoliberalismo y la izquierda oficial
Octavio Camelo Romero
14 de octubre de 2014
Los abominables sucesos contra los estudiantes normalistas de Ayotzinapa son una simple muestra de la descomposición del sistema político mexicano y de la inoperancia del nuevo modelo de país; son el resultado del desmantelamiento del Estado de la Revolución Mexicana y su sustitución por el Estado Neoliberal al servicio del capitalismo global; son el fruto del pavoroso Pacto por México y sus reformas estructurales; son la corrupción hecha gobierno y modo de vida del país; son la barbarie de la política mexicana y a la mexicana. En el nuevo modelo de Nación dirigido por el “capital global” y administrado por los “partidos del pacto”, el Pueblo de México ha sido sustituido por el “capital transnacional” en su función de “beneficiario” de los Poderes de la Unión; no hay cabida para los intereses de la juventud estudiosa, para las necesidades de los estudiantes normalistas y universitarios; no hay voluntad para resolver los problemas colectivos de las comunidades, de las ciudades, del medio rural y urbano; no hay canales de comunicación directa con las autoridades; no hay garantías de una paz social; no hay empleo para los trabajadores y egresados de los centros educativos. Y es que el nuevo modelo mexicano está presidido por el “neoliberalismo” en cuanto criterio rector. El “neo-liberalismo” de la troica Thatcher-Reagan-Wojtyla se fundamenta en el individualismo y en la liberalización. El individualismo surge como una necesidad objetiva de la mercantilización de la vida social. En la segunda mitad del siglo pasado se intensifica el proceso mercantilizador de la sociedad; todo se ha vuelto mercancía y todos nos hemos convertido en productores individuales de mercancías; hasta nuestros órganos los hemos convertido en mercancías; no solo el cuerpo sino el vientre lo han arrendado algunas mujeres; a la experiencia laboral o habilidad para el desempeño de alguna actividad los científicos sociales la han llamado “capital humano” en lugar de “fuerza de trabajo”. Esto tiene sentido porque acudimos al mercado a vender nuestra mercancía, en este caso, nuestra habilidad para realizar cierta tarea. Y como productor directo que vende su mercancía fuerza de trabajo celebra contrato individual, sin vínculo con algún sindicato. Además en el mercado los vendedores individuales de una misma clase de mercancía se convierten objetivamente en competidores. Y de esa manera resulta que la desigualdad social es una consecuencia no del mercado, sino de la incapacidad individual para vender su mercancía. Por eso el antídoto de la solidaridad, del colectivismo, del sindicalismo es el individualismo. Y con este presupuesto la lucha social se transmuta a lucha de vendedores y las contradicciones sociales desaparecen. Por otra parte la conciencia, las ideas son un reflejo de las condiciones materiales de vida del individuo. De allí que con el individualismo la conciencia social se mudará a conciencia individual. Todo lo contrario del espíritu de la genuina Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos promulgada en 1910. Por eso la lucha de los normalistas de Ayotzinapa, al igual que la lucha de los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional y la lucha de los movimientos democrático-burgueses no es una lucha por el pasado, sino más bien es una lucha por preservar el futuro, toda vez que con el neoliberalismo se está retrocediendo del avance alcanzado en los métodos colectivos para la solución de los conflictos. Este retroceso histórico surge a partir de la caída del bloque de países socialistas que, con todo y sus desviaciones, eran un muro de contención para los excesos del capitalismo internacional o capitalismo mundial.
Desafortunadamente la izquierda se ha oficializado. Quizás uno de los más graves errores del movimiento izquierdista fue haber desmantelado al Partido Comunista de México para pasar su registro al Partido Socialista Unificado de México, PSUM, hoy PRD; el otro error de los comunistas fue su incapacidad para dirigir estos movimientos democrático-burgueses que se alimentaron del desprendimiento de las pandillas del PRI. Y el último gran error es haberle dado la espalda al colectivismo con el Pacto por México y sus Reformas estructurales, esto es, haberse transnacionalizado o convertido en elemento constitutivo del Estado Transnacional. En fin.
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