¡Cómo la sienten!
Oscar González Bonilla
25 de agosto de 2014
Lic. Gonzalo Macías Carlo
¡Uf! Logramos don Rogelio Zúñiga y su servidor entrevistar al licenciado Gonzalo Macías Carlo luego de una vorágine de incertidumbres provocada por el protagonista de la historia que por lo avanzado de su edad no concibe en su exacta magnitud el modernismo tecnológico representado por el internet.
En un primer encuentro en el despacho de la notaría en Tepic con el fin de lograr un acuerdo para día y hora de la entrevista, el licenciado Macías Carlo, aunque afable y dicharachero como siempre, no recordaba mi nombre pero sabe que soy reportero de la gente, por años dedicado al vilipendiado oficio del periodismo. Hasta que puse en sus manos mi tarjeta de representación hilvanó recuerdos, sobre todo cuando en los años ochentas con nosotros participó en diversas ocasiones como entrevistado en el programa Diálogo de Notisistema Tepic que se transmitía por radiodifusoras del grupo Radio Comerciales del Pacífico de la familia Díaz Romo.
Expliqué de nuestra intención, motivada por el reciente homenaje que rindió el Poder Judicial de Nayarit al hombre que brilló por sus conocimientos en materia jurídica, su intachable proceder en la impartición de justicia como magistrado y por más de medio siglo como maestro universitario, fue argumento válido para que el hoy notario público número tres en la ciudad de Tepic desgranara sin fin de actividades desarrolladas en su vida y anécdotas sin parar por horas.
Descubrí poco interés por la entrevista, más bien su entusiasmo derivó hacia la explicación de pasajes de su vida, apoyado en cantidad de fotografías que de un cajón del escritorio sacó apiñadas en viejo y raído folder. Allí está la vivencia histórica, y para cada una de ellas tiene un comentario, sólo que a la memoria dificulta recordar nombres, muy natural me parece en un hombre que el 13 de julio anterior cumplió 84 años de edad. Otras veces desde el asiento tras el escritorio dirige la mirada al lado izquierdo para observar una que otra fotografía que por montones enmarcadas cuelgan de la pared, así como reconocimientos por docenas en la pared de atrás suyo.
Paciente esperé. Sin embargo, al término de la prolongada charla el notario Macías Carlo no fijó fecha para la entrevista, sino que pidió espera. Era fin de semana. Vuelvo el lunes, le dije, no sin antes pensar en la negativa. Vi que la oferta era poco atractiva, pareciera nulo el interés por una entrevista videograbada para transmitirse en un portal, como hay muchísimos, en internet. Más bien denotó que su atención estaba puesta en los medios escritos, donde incluso él escribió algún tiempo en un periódico local comentarios políticos y de otros temas.
Regresé, tal como se lo había prometido, el lunes. Igual, lo encuentro sumido en su asiento de brazos (dice que sus rodillas no le funcionan, le duelen) leyendo un periódico citadino y haciendo anotaciones en un cuaderno común como los usados en primaria. Me sorprende no utilice lentes para leer, sus ojos azules cansados por el paso del tiempo se miran diminutos, pero aún más admirable es que se faje arriba de la cintura. Al levantar la mirada, yo frente a él, dijo: Dígame, en que puedo servirle. No me reconoció, seguro porque llevaba encasquetado sombrero. En este segundo encuentro, luego de la consabida plática hasta de que físicamente se siente muy bien aunque lamenta porque “no me funciona la corneta”, por fin aseguró fecha. Usted podrá decir lo que le venga en gana, lo advertí cuando me despedí ya con la garantía de haber aceptado.
El abogado Gonzalo Macías Carlo nació en Francisco I. Madero, poblado por el común de la gente conocido como su anterior nombre: Puga, en 1930. Cuando le preguntó si su segundo apellido tiene procedencia italiana, ríe de muy buena gana de manera tal que deja ver su dentadura incompleta en ese gran rostro con facciones de anglosajón. “Mis padres también nacieron en Puga, dijo. Nadamás que en el grupo de amigos se habla de que (su padre) fue alemán, de que fue español, pero esos son cuentos chinos”.
No le avergüenza dar a saber que en el ingenio azucarero de Puga su primer oficio fue ayudante de albañil. Como a los catorce años de edad, Macías Carlo abandonó su solar natío para venir a Tepic a cursar estudios de secundaria en el internado federal para hijos de trabajadores (hoy federal 2 en México e Insurgentes), donde tuvo brillantes compañeros de estudio como Samuel Ocaña, a la postre gobernador de Sonora; Alejandro García García “El Pifas”, entre otros. Yo agregué a Alejandro Gascón Mercado y Salvador Castañeda O’Connor, respondió que sí, pero sin mucho convencimiento.
Manifiesta que el futbol fue el medio para ingresar al Pentathlón Deportivo, Militar y Universitario y de ahí la oportunidad de cursar la Preparatoria en la ciudad de México, el primer año en el Colegio Vasconcelos y el segundo en la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM. En 1950 ingresa a la Escuela Nacional de Jurisprudencia y en 1957 regresa a Nayarit con título de abogado en mano. De ahí inicia una larga carrera de actividades en cargos públicos que arranca en 1958 como juez segundo mixto de primera instancia, presidente de la Junta Central de Conciliación y Arbitraje del Estado y dos veces magistrado del Tribunal Superior de Justicia, entre otras muchas.
En la academia inició en 1958 dando cátedra en el Instituto de Ciencias y Letras de Nayarit, después Universidad Autónoma de Nayarit. Fue director de la Escuela Superior de Derecho, luego profesor de tiempo completo de la misma, hoy nombrada Unidad Académica de Derecho. Titular de las cátedras Introducción al Estudio del Derecho. Sociología, Derecho Civil, Derecho Constitucional, Contratos y Derecho del Trabajo. Macías Carlo cobró mucho más notoriedad entre sus alumnos de las diversas generaciones cuando al hacer examen por escrito, en el silencio del salón de clases con el doble sentido se escuchaba su ladina voz: ¡Cómo la sienten!
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