Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

Basquetbol de gorra

Oscar González Bonilla

13 de agosto de 2014

Hace muchos años, no recuerdo cuántos, que no asistía a presenciar un encuentro de basquetbol, desde que me emocionaba con los buenos juegos que en el Mesón de los Deportes ofrecía el equipo Coras de la Universidad Autónoma de Nayarit como integrante del Circuito Mexicano de Basquetbol (CIMEBA).

Parece ser fue en 1989 y 1990, últimos años del rectorado en la UAN del ingeniero Salvador Villaseñor Anguiano.

Este jueves 7 terminó la veda. Como miles de nayaritas me di cita en el Auditorio de la Gente para ver el espectáculo de la gran final del Centrobasquet 2014 entre las selecciones de Puerto Rico y México, por cierto para nuestro nacionalista orgullo los nuestros ganaron 70-64.

Alejado hace tiempo de estos menesteres, seguro porque la edad se me vino encima, en la actualidad mi reposado tiempo más dedicado a la lectura y redacción de mamotretos, pero lo que es peor sin trabajo remunerado y por lo tanto sin compromiso, mucho menos responsabilidad con medio de comunicación alguno de Nayarit, pero tampoco con ningún otro del país, como sí la tuve en el pasado.

Reducido mi interés por este corto torneo de relevancia internacional, fui entonces empujado por mi veinteañero hijo, Oscar González Huerta, a encontrar la manera de llegar al interior del escenario, su entusiasmo era desbordado pues él cuando menos en tres ocasiones estuvo presente en anteriores partidos de alarido. Pero al mismo tiempo se hallaba desesperado porque quiso comprar boletos de ingreso a la final, pero ¡oh desilusión! estaban agotados, con anterioridad habían sido vendidos.

Llegó a decirme habla con Roberto, gobernador de Nayarit, para que nos permita la entrada, al cabo es tu amigo. Hasta allá llegaba su desesperación. Lo persuadí diciéndole que no atendería nimiedades como esa, cuando es que tiene cosas más importantes que atender a la altura de su responsabilidad como gobernante. No es por ahí, hijo. Pero ya que insistes, buscaré el conducto para lograr que estés presente en ese juego que tanto añoras.

Fue precisamente la mañana de ese día que por pura casualidad me encuentro a José Luis González, periodista este que presta sus servicios profesionales en la oficina de prensa del gobierno de la gente (o como se llame), es el operativo, segundo de a bordo del titular Raúl Rodrigo Pérez Hernández. Le narré la desesperación de mi hijo, me dijo no hay problema yo los meto, cuántos son, fue entonces que aproveché el viaje para incluirme, dos le dije. En cuanto lleguen al auditorio me llamas, ahí voy a estar, y enseguida me dio el número de su teléfono móvil.

Sabido que su primo Juan Manuel González “El Mana” y el hijo de éste Erubey se irían desde las cinco de la tarde, mi hijo me apresuraba a madrugar porque estaba garantizada la aglomeración de aficionados, tomando en cuenta que el Auditorio de la Gente tiene capacidad para albergar doce mil almas. Era posible que a esa hora ni las puertas de acceso estuvieran abiertas, el juego estaba programado para iniciar a la ocho de la noche. No hubo más alternativa que llamar a José Luis González, quien dijo que estaría en el lugar a las siete. Órale.

Sin más nos lanzamos. Para eso, mi hijo invitó a su amigo Eduardo Pulido. Casi en todo el trayecto de la avenida Colosio se dejó sentir un tormentón, pero con puntualidad inglesa a las siete de la noche arribamos al lugar de la cita. Enseguida la llamada a José Luis, vénganse a la entrada principal, aquí estoy. Con sus conocidos se las agenció para conseguirnos tres gafetes, mismos que nos facilitó con discreción luego que nos pidió nos retiráramos un poco de la entrada. Ya que estén dentro, los gafetes se los entregan a la persona que trae una camisa color morada, nos dijo. Así lo hicimos.

Una vez traspasada la puerta de acceso al grandioso recinto, José Luis González vino hacia mí para decirme que no tardaba en llegar el gobernador Roberto Sandoval, si yo quería nos fuéramos entre su grupo de invitados para ubicarnos en los asientos para el Ejecutivo destinados a ras de cancha, zona de privilegio. Nada contesté a la sugerencia del periodista del gobierno de la gente. Hice más caso a mi sobrino “El Mana”, quien nos esperaba a la entrada y por madrugador tuvo la oportunidad de reservar tres asientos para nosotros.

Le pedí se fuera por delante rumbo a los lugares apartados, pero cuando subíamos una y otra escalinata me di cuenta que de nada sirvió ganar tiempo de entrada, pues las butacas se ubicaban en la penúltima hilera de lo más alto del auditorio. Entonces recordé que mi colega Brígido Ramírez Guillén me dijo alguna vez que en ese nivel percibes sensación de mareo. Sentí temor a una caída desde ese sitio, desde donde en realidad los jugadores gigantes se observan pequeños y los pequeños enanos patas bola. Hasta tuve sobresalto de vahído.

Faltaban algunos quince-veinte minutos para que iniciara el juego cuando arribó el gobernador Roberto Sandoval y acompañante hombre. La llegada sin estridencias, tampoco el anuncio por el sonido local de su entrada triunfal. Más valió, porque en un escenario de tal magnitud el pueblo se desboca, da rienda suelta a sus inconformidades y es demasiado fácil a toda voz envíe una mentada de madre, o ya de perdida una descomunal rechifla.

Muy a lo lejos miré que el gobernador cubría su camisa color rosa con una chamarra perla, traía pantalón oscuro. Su acompañante camisa blanca de manga larga y pantalón Liváis. Ambos ocuparon butacas rojas acolchonadas. El acompañante, más bajo de estatura que él al sumirse en el sillón se hizo más pequeño y por más esfuerzos que hice no logré identificarlo. Al siguiente día, por las fotos en los periódicos, supe que era Gianni Ramírez, diputado electo.

En ese momento los jugadores de los dos equipos en la duela realizan estiramiento de músculos, ejercicios de calistenia y después tiros al aro. En un ambiente de entusiasmo por parte de más de diez mil almas que nos concentramos allí, dio inicio el partido de la final. La exaltación del ánimo creció al saber que en la quinteta de arranque se hallaba nuestro paisano Gustavo Ayón, oriundo del municipio de Compostela.

La selección mexicana comenzó abajo en el marcador, pero poco a poco mejoró y logró empatar a 35 tantos. Los gritos de ¡México, México, México! de la multitud estremecían el edificio. Al inicio del último cuarto logró una ventaja imposible de superar debido los constantes tiros fallados por los jugadores de Puerto Rico, pese a ser excepcionales. En el éxtasis, el coro monumental entonó la canción Cielito Lindo emblema de nuestro país.

Durante el desarrollo del partido noté que muchas de las personas ubicadas en las alturas se echaban aire con cualquier cosa a la mano, hacía un calor de la chingada, estábamos casi a dos metros de distancia del techo, caliente aún por el contacto solar de todo el día, pero lo combatimos con un enorme vaso lleno de cerveza que en mis manos puso mi sobrino “El Mana”, además aligeró las incomodidades el desfile de hermosas damitas que al paso dejaban un olor de fragancia muy agradable. Valió la pena.

Finalmente la selección mexicana se impuso 70-64, se coronó campeona del torneo corto nombrado Centrobasquet 2014 en el que participaron cuando menos nueve países de Centroamérica y el Caribe. Con ello México ganó pase al Mundial de Basquetbol que se realizará en España. El gobernador de Nayarit, Roberto Sandoval, se anotó un éxito más. Salud.

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