Entre Marx y Gramsci
Octavio Camelo Romero
11 de julio de 2014
Con el desarrollo del capitalismo surge la necesidad histórica de comprenderlo, de interpretarlo y de clasificarlo o estratificarlo bien sea para impulsarlo o bien para la lucha revolucionaria. Los revolucionarios debieran estar preocupados por el marco teórico-conceptual para semejante tarea; sin embargo parece que se tiene un desinterés por la teoría lo que ha llevado a una práctica política colaboracionista con el capitalismo contemporáneo. No pensemos en los intelectuales orgánicos del capital que desde los clásicos de la economía no han atado cabos para arribar a una teoría científica del mundo social. Con un falso cientificismo se ha desdeñado la teoría de Marx para no decir marxista, como marco de referencia para estudiar la fase actual de desarrollo del capitalismo que por su forma se ha definido como “globalización del capital”. Sin embargo cabe mencionar que algunas temáticas sociales no fueron desarrolladas por el autor de El Capital y que por limitación de su corta vida no pudo analizar las fases del desarrollo del capitalismo de los siglos XX y XXI. En cuanto al siglo pasado, no podemos ignorar los aportes al marxismo que hizo el italiano Antonio Gramsci y que resultan relevantes para la interpretación del capitalismo global.
Marx en sus manuscritos de 1844 que hoy conocemos como Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844” aborda el tema de la enajenación. Este tema fue telón de fondo de toda la obra de los autores del Manifiesto Comunista, sin embargo en la primera cuarta parte del pasado fue retomada por Gramsci con la denominación de Hegemonía Ideológica del hegemónico Bloque Histórico. A partir de este desarrollo de la teoría de Marx no faltaron los supuestos científicos sociales que con tal de acabar a los creadores del Socialismo Científico enaltecieron la figura del italiano y enterraron la del alemán e inglés. Sin embargo al paso del tiempo hemos de volver a esta discusión con el fin utilitario de tener una teoría que nos sirva de marco de referencia para entender, para interpretar, para comprender a la actual fase de desarrollo del capitalismo, al capitalismo global.
El punto de partida deben ser los individuos que producen y reproducen su existencia, su vida material en sociedad. Estos individuos tienen relaciones objetivas y vínculos subjetivos. Las relaciones objetivas son las relaciones involuntarias que se establecen entre ellos en los momentos de la producción de su vida. A estas relaciones las denominó Marx Relaciones de Producción. Y a todas estas relaciones las llamó Sociedad Civil, siguiendo un aspecto de la teoría de Hegel. Estas formas de relacionarse los individuos están en correspondencia con cierto nivel de desarrollo de las Fuerzas Productivas de la sociedad; las formas de relación no son por lo tanto estáticas, son dinámicas y cambian conforme cambian las fuerzas productivas. Por su parte Gramsci aborda el aspecto subjetivo de los individuos. Ya Marx había planteado el carácter materialista de la mente al decir que lo psicológico es un reflejo de la realidad, tanto biológica como social; por lo tanto, la conciencia es el reflejo de las condiciones materiales de vida.. Ya había planteado el fenómeno de la enajenación. Sin embargo, no vivió suficiente para que viera como la clase capitalista dominante tiene a su vez una fracción hegemónica y ejerce a su vez una hegemonía ideológica sobre la sociedad. En esto estriba el Bloque Histórico y la hegemonía ideológica de ese bloque histórico sobre la sociedad. A esta parte de la sociedad sometida a la hegemonía ideológica el italiano la llamó Sociedad Civil, tomando el otro aspecto de la teoría del derecho de Hegel. Por su parte llamó superestructura a la Sociedad Política y a la Sociedad Civil en su conjunto, esto es, a todos los que tienen que ver con el Estado y a las relaciones de enajenación. La superestructura impacta a las fuerzas productivas y estas a las relaciones de producción y el sistema se reproduce objetiva y subjetivamente con la hegemonía ideológica y vuelve el ciclo a repetirse.
A partir de aquí queda claro que el papel de los intelectuales y de los partidos revolucionarios es el de desenmascarar las relaciones de enajenación y de encabezar todos los movimientos sociales con esa orientación. Sin embargo, los supuestos partidos de izquierda se han aliado al capital transnacional para adecuar al país a sus requerimientos, esto es, para enajenar a la población en lugar de desenmascarar a la enajenación. Los de la llamada izquierda se están prestando para enajenar al Pueblo.
Comentarios