Reajuste en las telecomunicaciones
Octavio Camelo Romero
09 de julio de 2014
Aunque no tengamos conciencia del caso, lo cierto es que estamos viviendo un momento histórico de transmutación del estado-mexicano a Estado-pleno-transnacionalizado. Este proceso se inició en el periodo presidencial de Miguel de la Madrid Hurtado con la declaratoria de empresas no-estratégicas a la industria petroquímica básica para que esta pudiera venderse al capital extranjero. Después siguió Carlos Salinas de Gortari quien dio un gran impulso a la modificación de la normatividad nacional y al desmantelamiento del Estado de la Revolución Mexicana. Y el proceso siguió con los panistas Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón para culminar con el actual presidente Enrique Peña Nieto. Bien dijo José López Portillo que él había sido el último presidente de la Revolución Mexicana.
Y no es que los capitalistas del ayer hayan sido buenas gentes y los de hoy sean unos malosos. Nada de eso. El sistema capitalista de producción se vio obligado a diseñar un “Estado de bienestar” ante el avance y la pujanza del bloque socialista encabezado por la extinta URSS. Errores teóricos de los conductores de ese bloque hicieron que en lugar de debilitar las relaciones mercantiles en esos países se fortaleciera una especie de capitalismo de estado y se compitiera con el resto de los países capitalistas del mundo. Esa situación sirvió para que las relaciones capitalistas de producción se desarrollaran en el seno de un supuesto socialismo y la troika de Margaret Thatcher, Karol Wojtyla y Ronald Reagan definitivamente acabaran con ese “socialismo” y se diera paso al nacimiento del capitalismo global.
En realidad se trata del desarrollo natural del capitalismo el cual se vio matizado por la presencia de un socialismo que aunque con muchas desviaciones, sirvió de muro de contención para los excesos del capital. El neoliberalismo es el liberalismo viejo pero en condiciones nuevas. Libertad para el capital, sería su grito; libertad al comercio pero entre las mismas empresas del mismo capital; libertad para que los trabajadores contraten individualmente y no a través de organizaciones gremiales; libertad para moverse pero el capital, de un país a otro y de un rubro económico a otro; libertad para engullir a los capitales débiles; libertad para que los estados-nacionales les sirvan al capitalismo global; etc. Para hacer posibles estas libertades, el capital transnacional tiene que acabar con todo vestigio de monopolización pública y privada. Los monopolios públicos los acaba vendiendo las empresas de estado o dándole acceso al capital privado. Y los monopolios privados los acaba legislando sobre ellos para que con la categoría de “preponderante”, se de acceso a otros capitales al rubro monopolizado. Esa parte entre otras se está debatiendo en este momento en el Congreso de la Unión y por eso se escuchan voces pidiendo que declaren a Televisa preponderante en televisión restringida.
El amor por Televisa surge del éxito de la empresa. Según informes de ella, al cierre del segundo trimestre del 2014 realizó ventas por 19 mil 344.4 millones de pesos, cifra que representa un crecimiento de 7.1% respecto al mismo periodo del año 2013. Se obtuvieron utilidades netas de 2 mil 642.5 millones de pesos, lo que representa un 19.5% más que entre abril y junio del 2013. Su venta de contenidos fue de 8 mil 605.6 millones de pesos, o sea, 4.4% más que en 2013. En la parte de telecomunicaciones que abarca sus tres empresas de televisión por cable vendió 4 mil 803.7 millones de pesos, un aumento de 14.7%. Este es el atractivo de Televisa para declararla preponderante. En fin.
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