Candidatos engañabobos
Oscar González Bonilla
03 de julio de 2014
La firma de compromisos ante aval de notario público por parte de candidatos de diferentes partidos políticos no es para el elector garantía de nada.
En primer lugar, candidatos como Polo Domínguez y Roy Gómez, quienes en el proceso electoral actual de Nayarit se disputan la presidencia del Ayuntamiento de Tepic, ni siquiera tienen la certeza de triunfo el domingo 6 de julio.
La firma de compromisos es un método que años ha se utiliza como un gancho de campaña de proselitismo, candidatos menores y hasta a la presidencia de la república estampan rúbrica como una obligación de estricta legalidad, es decir la fuerza de la razón jurídica los hará cumplir a la ciudadanía. Cosa por demás abstracta.
Por fortuna los nayaritas no nos tragamos más esa jugarreta. Y es así porque han comprobado al paso de los años que los compromisos ante notario público son engaño, juramento que no se cumplirá aún sean gobernantes, pues desde el cargo exploran diferencias muy distantes entre el decir y el hacer, las situaciones económicas, administrativas, políticas y hasta sociales presentan características de modo distinto, difíciles de resolver.
Bueno, hasta Antonio Echevarría Domínguez siendo gobernador de Nayarit (1999-2005) a todo pulmón dijo que se cagaba en su firma, desconociendo así compromisos contraídos bajo el poder de su rúbrica. Es una vacilada, pues.
Voy a la cita textual del editorial del portal de noticias SinEmbargo de fecha reciente sobre el tema en cuestión:
“La revisión de los compromisos firmados por Enrique Peña Nieto durante su campaña rumbo a la Presidencia plantea que hoy, a unos días de cumplir 19 meses en la Presidencia de la República, muy pocos se han cumplido y la gran mayoría le quedan pendientes.
De acuerdo con una investigación publicada en SinEmbargo, en 18 meses como mandatario federal el político mexiquense ha entregado 4.5 por ciento de lo ofrecido en 2012 en temas como salud, educación, infraestructura, seguridad, crecimiento económico, medio ambiente, campo, ciencia y tecnología, deportes y transparencia, entre otros.
A este ritmo de entregas, el Presidente necesitaría aproximadamente 380 meses para cumplir todas sus promesas firmadas ante Notario Público; es decir, unos 32 años.
La pregunta sería que si el mandatario federal los firmó ante la fe de un Notario Público, los entregue cumplidos con ese mismo Notario Público. Para que nos hacemos locos, los presidentes son intocables, el sistema está diseñado para protegerlos. Pero por lo menos que esos notarios respondan por lo que avalaron con sus firmas y los sellos de sus despachos”. Hasta aquí SinEmbargo.
Roy Gómez, por ejemplo, sustenta la mayor parte de promesas de campaña en la endeble esperanza de ser aprobados durante el presupuesto federal de fines del presenta año por la Cámara de Diputados federal, proyectos de obra que han sido entregados debidamente elaborados en manos de legisladores venidos a Tepic, correligionarios del priista nuestro con quienes entabló supuesta amistad durante los más de dos años que Roy permaneció en la cámara baja.
Pero ahí está el quid del asunto. Ciudadanos medianamente enterados saben que en la aprobación del presupuesto federal entran en juego múltiples condicionantes que van desde intereses personales del legislador, de grupos parlamentarios de partido y lo que es peor sujeción a la petición de entrega de tanto por ciento en obra pública de quien preside comisión en la cámara con alta injerencia en la aprobación del presupuesto. Pero además demasiado influye en las negociaciones caprichos y decisiones tenaces del titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Dentro de los 50 compromisos de Roy firmados ante el Notario Público, Héctor Velázquez Jr., sobresale la construcción de seis bulevares en la ciudad capital, servicio de agua eficiente en toma domiciliaria todos los días del año, lo cual implica renovar corroída red de distribución y abrir nuevos canales de abastecimiento, por lo menos. Construcción del acuaférico poniente, la rehabilitación material de una calle por día y de La Alameda mediante inversión de 50 millones de pesos. Asimismo la edificación de un campus para la Universidad Autónoma de Nayarit en terrenos de La Cantera y el repuesto de 22 mil luminarias para que en las noches Tepic luzca esplendoroso. Eso y más.
El doctor Polo Domínguez no canta mal las rancheras. Son cien sus compromisos firmados entre ellos la construcción de un hospital psiquiátrico, concesión de crédito para negocios, a los jóvenes apoyo económico al primer empleo, crear la Casa de la Cultura, apoyos en efectivo y en especie a madres solteras y discapacitados, seguro de vida para los trabajadores sindicalizados del ayuntamiento, renovar toda la red del municipio para garantizar el servicio de agua los 365 días del año, quien no reciba agua no paga, lo que representa colocar medidores en todas las tomas de la ciudad. Abrir nuevas fuentes de abastecimiento de agua potable, quien más consuma más pague. Comprar la basura sólo cuando sea entregada al camión recolector, programa banquetero que consiste en emparejar todas las banquetas de Tepic para el tránsito cómodo de discapacitados y personas de la tercera edad, y cárcel para aquellos funcionarios municipales a quienes se le compruebe corrupción en el manejo del dinero público, entre otros.
El eje central son los recursos económicos, sobre este gira todo lo demás. Será posible que cualesquiera de los candidatos que arribe al poder municipal pueda ejecutar acciones de tal envergadura con base en un magro presupuesto dependiente en elevado tanto por ciento de la Federación, mientras que por otro lado recibirán arcas vacías pero llenas de deudas, que según sabe por voz de Polo Domínguez, casi alcanzan los mil millones de pesos. Es un escenario en verdad dramático, que ninguna esperanza hace abrigar a los habitantes del municipio de Tepic de mejorar sus condiciones de vida.
Habrá que legislar no sólo para obligar el cumplimiento de promesas firmadas como candidato, sino legalmente forzar al Notario Público ejecute la parte que le corresponde para que a la ciudadanía no se le dé atole con el dedo. Que evite la engañifa.
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