Las aventuras del “Chango” y del “Sapo”
Oscar González Bonilla
29 de junio de 2014
Un día, de los cinco que la compañía de teatro Júbilo Colectivo Escénico estuvo en Los Ángeles, California, en el comedor de la escuela secundaria Saints Peter and Paul de Wilmington mientras engullíamos pollo asado con sopa, llegó acompañado de hijos entrañable amigo de Miguel Gutiérrez Luna, quien en lugar de su nombre de pila prefiere le digan Monkey. Parece que le encanta la agradable sensación al oído de la pronunciación monki, aunque traducida al castellano pierde ese armonioso sonido: chango.
Lo recibió con emocionado abrazo. Se trataba de Jorge Esparza Posada, compañero de Monkey en hartas correrías en Tepic, chango este último que en el barrio de la calle Mina entre Durango y Querétaro famoso se hizo en la palomilla por sus vagancias de joven, además de bromista, dicharachero y hasta bueno para los catorrazos.
Hoy Monkey en la representación de la obra Farsa y justicia del señor gobernador hace las veces de un posadero puto (esta última palabra en estos momentos muy en boga por las porras de México en el mundial de futbol Brasil 2014), pero no le altera sus emociones ni el sentido del ánimo a pesar de la carrilla de sus amigos por los requiebros en escena, Monkey sabe que los años de ahora ya no vienen como los de antes.
Jorge Esparza hace buen tiempo emigró a Los Ángeles como todos esperanzado en encontrar mejores condiciones de vida. Lo logró. Luego de un accidente de trabajo obtuvo pensión que le concedió la oportunidad económica de tener en propiedad un modesto negocio de venta de comida, sobre todo mexicana, en Lynwood del propio California. Su esposa Cuquis y él administran y hacen la talacha, quehacer en que como socios contribuye una pareja de michoacanos. Cuquis es nayarita, oriunda del municipio de Bahía de Banderas. Son felices al lado de tres hijos varones.
Monkey dice que la relación de amistad con Jorge nace cuando éste procedente de Santa María del Oro, Durango, arriba a la capital nayarita y se instala con familiares por el barrio de la Mina, dominios del Chango, para iniciar estudios de ingeniero agrónomo en la Escuela de Agricultura de la Universidad Autónoma de Nayarit. Es bautizado por la plebe con el asqueroso apodo del Sapo.
Soy el único cabrón de sus amigos que asistió a su ceremonia de graduación y a su boda en Puerto Vallarta, expresa complacido Monkey. En el presente cada uno tiene 46 años de edad.
También gozoso narra que a Jorge Esparza la pandilla del barrio de la Mina le organizó una despedida de soltero. Llegada la noche, seguramente alcoholizados y abotagados del buen ambiente de la fiesta, agarraron al presunto novio en posición vertical sostenido al aire por cuando menos ocho pares de brazos y le dieron paseo, como se acostumbra. Le quitaron la ropa, pero esta vez no lo dejaron solo en calzoncillos sino que lo desnudaron por completo y así encuerado sacaron a la calle hasta esquina de la Querétaro. Luego los vagos corrieron de regreso a casa de la fiesta y herméticamente cerraron puertas. Aunque era de noche, algunos transeúntes y automovilistas miraron sorprendidos como Jorge, cubriéndose con las manos sus partes pudendas, rogaba que le abrieran, no sean méndigos. Así lo hicieron pasado buen tiempo.
Vuelvo al tema de Los Ángeles. Un domingo, para ser preciso 8 de junio, Jorge Esparza, previo acuerdo con Monkey, llegó al hotel 6 de la ciudad de Carson donde nos hospedamos para llevarlo a su negocio en Lynwood a desayunar junto con Pablo de Santiago Uribe. Me invitó y me les pegué de colero.
Satisfecho el apetito, hubo una retardada espera. Es que el primogénito de Jorge, también nombrado Jorge de 18 años de edad, se preparaba para ir a la universidad. Jorge primero anunció que en primer lugar llevaría a su hijo y después a nosotros nos depositaría en el hotel 6 Carson. De acuerdo.
De Lynwood hacia un punto indeterminado para mí, tuve la sensación de que por el freeway recorrimos mucho más de una hora hasta llegar al lugar asiento de la University of California Irvine. Se trata de una zona verde, pero no tengo idea de las centenas de hectáreas en que se hallan ubicados numerosos edificios de la institución educativa. Estos no están alineados como se acostumbra en universidades de nuestro país, sino dispersos y a corta distancia uno respecto a otro, pero además distinta la construcción, ninguno igual a otro.
Jorge primero, cuando llegábamos al lugar, le dijo al Monkey esta es una universidad privada donde pagas 30 mil dólares anuales, recuerdo que también mencionó algo así como que el estudiante de primer ingreso debe permanecer allí un año, después tendrá libertad de salir los fines de semana si lo desea. Comedido Jorge segundo guió el recorrido por parte de las instalaciones. Primero a su departamento.
Fue así como nos dimos cuenta que la University of California Irvine cuenta con instalaciones de primer mundo, mayor el avance en lo que yo llamaría informática y biblioteca, excelentes salones de clase. Toda modernidad tecnológica a la mano del estudiante para la adquisición de conocimientos, además de confort y buena alimentación.
La institución adoptó como mascota un oso hormiguero nombrado Peter, cuyo ejemplar en vitrina tienen disecado a la entrada de oficinas administrativas. Era domingo sin clases, pero gran número de estudiantes de las diversas razas, sobre todo mujeres, caminaban sonrientes solas o en grupo de un lado a otro de aquello que más bien parecía un bosque. Jorge segundo informaba que un 55 por ciento de los más de 20 mil estudiantes está compuesto por asiáticos y el menor índice, dos por ciento, por africanos de raza negra.
Jorge segundo es estudiante de Medicina, nos enteró que en la materia la UCI dará a conocer hasta 2018 positivos resultados para la humanidad de sus investigaciones. El muchacho se encuentra en el nivel de calificación por aprovechamiento académico que al estudiante lo hace merecedor de una beca anual por 23 mil dólares. El joven habla muy bien español, pues su padre nos dijo que a sus tres hijos les tiene prohibido hablar inglés en casa. Después de que Jorge Esparza cariñosamente se despidió de su hijo, en la camioneta de su propiedad nos regresó a nuestro temporal aposento.
Pensé: lo bueno es que tanto Monkey como Pablo, ambos trabajadores jubilados de la Universidad Autónoma de Nayarit, traen valiosa información que con toda seguridad harán llegar, a través de sus representantes, al Consejo General Universitario y éste a su vez al rector Juan López para que en el menor tiempo posible se ponga el práctica en nuestra máxima casa de estudios. Tan tan.
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